domingo, 31 de diciembre de 2017

Circunvalando el Gorrión por las profundidades del Zaraméu.

Circunvalando la Sierra del Gorrión por el barranco del Zaraméu.
Circuito desde Valdemurio (Quirós).
"Una liada parda"


(Embalse de Valdemurio)

La Sierra del Gorrión se sitúa en el concejo de Quirós, entre la vertiente occidental de la Sierra del Aramo y la oriental de la Sierra de Sobia, separada de la Sierra de Caranga, al Norte, por el desfiladero de Valdemurio.
Se trata de un pequeño macizo de unos 3 km de longitud y modesta altura pero sumamente escarpado, que se yergue muy fiero sobre el margen izquierdo del río Trubia, río que retiene sus aguas en el embalse de Valdemurio a los pies de esta sierra en su curso por el Valle de Quirós.
Y es que precisamente en esta ocasión teníamos planteado realizar una conocida circular, sin gran dificultad, para ascender a la cumbre más representativa de esta cordal y de impresionantes vistas: el Pico Mayor.
El caso es que, siempre ávidos de nuevas opciones, decidimos sobre la marcha ampliar el circuito para conocer la cercana braña de Felguerúa por el camín del Pousadorio, pues teníamos idea de la existencia de una senda que por la vertiente del valle del Zaraméu y rodeando el pico Granda Mollía se supone que nos permitiría conectar nuevamente con el itinerario habitual.
Pero la vegetación ya se come los antiguos pasos por falta de uso y, si hubo camino, no dimos con él;  por más que tanteamos entre tremendas cotoyas el sendero no apareció, o quizás se nos despistó.
Total que, ya habiendo descendido unos cuantos metros hacia el fondo del valle y por no dar la vuelta, decidimos continuar hacia lo más profundo del mismo, para probar la viabilidad del paso por una entalladura en el barranco del reguero Zaraméu que nos llamó la atención poderosamente.
Plenamente conscientes de que la liada puede ser gorda, nos metimos en faena y efectivamente, la cosa no fue nada fácil, por lo que sólo pretendemos contar la experiencia, no para que nadie la repita.

SE TRATA DE UN LUGAR EXTREMADAMENTE SALVAJE CON PASOS DELICADOS Y RIESGO DE ENRISQUE, QUE REQUIERE UNA INTERPRETACIÓN MUY BUENA DEL TERRENO Y BUEN DOMINIO DEL MAPA TOPOGRÁFICO Y GPS PARA SALIR AIROSOS. 
NUESTRA RECOMENDACIÓN ES CEÑIRSE A LA RUTA HABITUAL AL GORRIÓN Y QUE NADIE SE META POR ESE BARRANCO DEL ZARAMÉU.

Solventada la situación como buenamente pudimos, remontamos hacia la Braña Filera para reincorporarnos a la ruta normal que desciende por el valle La Forada y darle así la vuelta a la Sierra del Gorrión.
Al final no hicimos la cumbre del Pico Mayor y convertimos una ruta relativamente sencilla en una jornada de I+D+I a caballo entre Quirós y Proaza que se nos fue un poco de las manos, pero eso sí, a toro pasado, muy espectacular.

Cartografía IGN 1:25000 Hojas 52-3 y 52-4

Cota mínima: 332 m.
Cota máxima: 1085 m.
Desnivel máximo: 753 m.
Desnivel acumulado: 1230 m.
Distancia: 16 km.
Tiempo: 8 h (Con las paradas).
Inicio/Fin: Embalse de Valdemurio.

Primer sector: Valdemurio - Villaorille - Toriezo - Cotrutes - Chendeneva - Felguerúa - El Collaón.


Por la AS-229 llegamos al embalse de Valdemurio, donde guapos reflejos nos regala la Sierra del Aramo en las plácidas aguas y con las primeras luces del día.
Dejamos el coche en el buen aparcamiento del área recreativa a la orilla del embalse (332 m).

Y, al otro lado del embalse, la Sierra del Gorrión, con el altivo Pico Mayor que todavía tenemos en mente ascender.

Así que comenzamos a caminar recorriendo el área recreativa hacia el Oeste, pasando junto al pantalán, el bar y las instalaciones donde se pueden alquilar embarcaciones para deportes naúticos.

Al momento cruzamos a la otra orilla por esta pasarela que, a estas horas, se encuentra sumamente resbaladiza por la helada.
Por entre esos riscos de la sierra serpentea inverosímil el espectacular camino armado por el que volveremos a la tarde.

Ya en el otro lado del embalse, lo iremos bordeando incorporados a la pista por la que discurre la Senda del Oso y que nos va a llevar, en rumbo oriental, a la próxima localidad de Villaorille, como vemos indicado.

Primero por un corto repecho entre castaños, y ya en llano, discurre la senda entre fincas por la que transitamos en agradable paseo.

Y enseguida llegamos a Villaorille (361 m), o Vil.luriche, a los pies de la Sierra del Gorrión y donde los prados aún se mantienen blancos por la helada nocturna.

Alcanzada la parte central del pueblo y en una plazoleta, debemos buscar el camino a Toriezo, por lo que tomamos una caleya por la izquierda del hórreo.
Atrás vemos el bastión del Pico Mayor. Por esa vertiente se encuentra la Cueva La Canal, donde tristemente falleció Tito Bustillo al despeñarse fatídicamente.

Camino de entidad y empedrado éste de Toriezo, que asciende hacia Oriente en fuerte pendiente por zona arbolada y entre fincas, donde nos salen al paso un par de canes en actitud nada amistosa que nos mantienen con el alma en vilo un buen trecho viéndolas venir.

Así vamos ganando altura con preciosas vistas hacia Valdemurio y la Sierra de Caranga, sobre las aldeas de Aciera, el LLano y Perueño.
Incluso encontramos un banquín de madera donde descansar un rato y admirar este panorama.

Ya en llano, discurre la senda por entre las fincas de Sozorro, a los pies del Pico Mayor.

Y por el Cantu la Cuesta, comenzamos un ligero descenso hacia Toriezo.

Aldea que se recuesta en la falda del Gorrión y a la que entramos pasando primero junto a una buena fuente y después al lado de la Ermita de la Santa Moza, que dejaremos a nuestra izquierda, continuando entonces hacia la parte más alta del pueblo observando buenos ejemplos de arquitectura tradicional.
Toriezo (520 m) fue paso de antiguos caminos, como el Camín Real de Sobia y es el punto más habitual para emprender el ascenso al Gorrión.

Al llegar al depósito de aguas y el lavadero, buscaremos por encima de la fuente el camino que se dirige hacia la falda de la peña.

Camino empedrado que arranca en fuerte pendiente hacia el Sur.

Aunque enseguida llanea al pasar por las fincas de Sobre Fuente, desde donde vemos la canal por la que vamos a ascender al collado de Cotrutes.

Alcanzamos entonces la granda de Canal Seca para rebasarla e iniciar el pindio ascenso por la peña.
Estamos en el camín de Cotrodrau, que pondrá a prueba nuestras piernas.

Camino empedrado de gran entidad entre viejas murias, por el que en sucesivos tornos iremos ganando altura con fuerza y sin tregua, aunque siempre a la sombra de avellanos, mayormente.
Un tramo duro pero muy bonito.

Nos aupamos así al collado Cotrutes (810 m), donde tenemos un buen mirador hacia las sierras de Tene y el Aramo.
Y muy abajo ya, Toriezo.

También hacia el curso alto del Trubia en su descenso por el Valle de Quirós.

Continúa entonces nuestra senda hacia el Sur por un tramo más relajado de poca pendiente.

Y en nada nos aupamos al colláu Castro (854 m), donde se conserva por lo menos un par de cuadras en ruinas.
Toma el camino tendencia occidental por debajo de las fincas de la Brégola.

Y por nuestra izquierda, el valle Castro, que cae al de Fresnedo.
Es precisamente en este punto que se empieza a gestar el que va ser el follón del día al ver la traza del camín del Pousaorio, que corta por la ladera de las Peñas de Toriezo bajo el pico Granda Mollía y que nos empieza a llamar mucho la atención.

En corto recorrido seguidamente llegamos a la braña de Chendeneva (915 m), para entroncar con la pista que viene de Fresnedo y donde observamos las que en su día fueron buenas cuadras.

El caso es que seguimos por la pista, la cual que se dirige al Colláu Quintaneiru por donde continúa la ruta del Gorrión, pero al alcanzar esta bifurcación (950 m) en Fuente Mayor, no nos resistimos y decidimos cambiar radicalmente el itinerario para dar un rodeo y conocer ese camín del Pousaorio, que se dirige a la braña de la Felguerúa y que nos lleva llamando la atención desde el colláu Castro. Después habrá que intentar buscar la senda que, por La Rasa, en la otra vertiente del Granda Mollía, nos saque hacia la braña de Quintaneiru,volviendo a conectar con la ruta normal.
Tomamos entonces el ramal izquierdo que nos lleva a pasar inicialmente en ligero descenso sobre las cuadras de la braña de Fuente Mayor; topónimo que viene de la buena fuente que hay aquí; también conocida como Fuente Carril.

Atravesamos un bosquete de rebollos para salir a zona abierta, girando el sendero de buena traza al Sur y por las cotoyeras laderas del Pousaorio.
Atrás quedan las fincas de la braña de Fuente Mayor sobre el valle de Fresnedo y, al fondo, la Sierra del Aramo sobre el Valle de Quirós.

Serpentea entonces nuestra senda por un tramo más abrupto entre formaciones de cuarcita.

Pero es un tramo muy chulo que se sigue cómodamente por el camino labrado.

Camino que corta por pendientes laderas que se precipitan al valle de Fresnedo, localidad que vemos muy abajo, en el fondo del valle.

Nos asomamos a un espectacular mirador sobre el valle al llegar al colláu Pousaorio (965 m).
Muy bonito, sin duda.

Una vista atrás de este guapo camino que venimos siguiendo desde Fuente Mayor.
Al fondo asoma el Contruteiru, cumbre que a estas alturas de ruta todavía tenemos pensado ascender junto con el Pico Mayor.

Doblamos entonces el canto de la peña, sorteando un precario cierre para que el ganado no se aventure en estos terrenos más vertiginosos, continuando el evidente sendero en rumbo occidental y ligero descenso hacia la Braña de la Felguerúa, que tenemos en frente y bien próxima, bajo el piquín del Cuervo o de La Oxa, a la derecha del cual vemos El Collaón, collado al que vamos a ascender.

Y, en nada, caemos a la Braña de la Felguerúa (938 m), donde caleyamos cómodamente siguiendo los ramales que ascienden con rumbo al collado.

Pasando entre fincas con arregladas cabañas bajo los verticales murallones de las Peñas de Toriezo.
Grande esta braña; se ve que hubo una vida intensa aquí.

Abandonamos la Felguerúa afrontando un último y fuerte repecho siguiendo el camino que asciende a los pastos de las camperas del Collaón (1085 m), en cuyas inmediaciones vemos alguna cabaña arreglada.

Una vista atrás hacia Felguerúa a los pies de las abruptas Peñas de Toriezo.

Hacia el Sureste, la inconfundible mole de Peña Rueda en Ubiñas.

Más a la derecha, los picos de La Grúa y Las Yuntas, sobre los cantiles de la Sierra de Sobia.

Por el Oeste, el sector del Barzanalgas, también en la cordal de Sobia y en su parte septentrional.

Al Norte y por la vertiente del valle de Zaraméu, la sierra de Peña Collada, justo por detrás del Colláu Mingoyu.
Al fondo, la Sierra de Gradura y la zona de Marabio.


Segundo sector: El Collaón - Barranco del Zaraméu - Chanu la Oxa - La Filera - Valle La Forada - Valdemurio.


Y empieza el lío.
Tenemos que buscar la senda que circunvala las Peñas de Toriezo por la vertiente septentrional del Granda Mollía.
Se trata de la senda que en los mapas históricos del IGN viene nombrada como "Senda Redescura"  y que Pancho ya ha recorrido, pero hará cosa de 20 años.
Primero probamos subiendo a ese colladín en el hombro de la peña, pero lo que se ve al otro lado no pinta bien; muy tomado y, de hecho el compañero tiene media idea de que el sendero va más bajo por la vertiente del valle Zaraméu, aunque hace muchos años de aquello y no lo recuerda bien, pero parece coincidir con los mapas antiguos, que lo dibujan cerca de la divisoria con Proaza; vete a saber...

Así que cambiamos a la vertiente del valle Zaraméu y tomamos un marcado camino que desciende en rumbo suroeste dando vista a la Collada Bustremundi y al pico Cantu la Chalga.
Pero a los pocos metros se pierde.

Giramos entonces a derechas para descender trazando "zetas", primero por la pradería de una antigua finca ya abandonada y colonizada de maleza y acebo.
Al fondo y en el otro margen del valle vemos la collada de Oliz y, más atrás, intuimos la aldea de Bandujo.

Por el centro de la ladera, en la zona más boscosa, es factible el descenso; zona asalvajada pero sin excesiva dificultad.

Pero claro, nosotros tenemos que buscar el camino hacia la derecha, por el Este, para superar el canto de la peña. Justo donde se encuentra una infranqueable muralla de cotoya que tanto gusta de estos terrenos cuarcíticos; y el sendero no aparece.
Si por aquí hubo camino, está impracticable, o puede ser que lo hemos despistado en un momento dado, incluso que vaya por el colladín de antes.

Total que ya hemos perdido unos cuantos metros por debajo de la línea divisoria Quirós - Proaza y la senda tiene que ir más alta; descartamos seguir buscándola.
El tema es que semanas más tarde y desde el entorno de Peña Collada, si apreciaremos desde la distancia lo que parece una sutil traza.
A punto de dar la vuelta hacia Felguerúa, cosa que nos da bastante pereza, nos fijamos en el mapa y vemos una entalladura en el fondo del valle entre dos crestones, por donde discurre el arroyo Zaraméu y que tenemos a la vista desde nuestra posición. Siempre ávidos de nuevas opciones, nos preguntamos si será factible recorrer ese cañón para salir cerca de la mecedura del Mingoyu con el Zaraméu, desde donde parece que podremos ganar un camino que sube a unas brañas, pudiendo continuar luego en ascenso hacia la braña Filera.
Somos conscientes de que intentar recorrer esa foz puede ser un follón gordo, pero claro, cuando uno tiene ganas de baile y el otro de rock & roll pues...
Así que para lo más profundo del valle que nos vamos.

Volvemos entonces a la zona central de la vertiente que estamos descendiendo, por donde discurre una riega que seguimos, cruzando por un guapo bosque que se deja descender bastante bien.

Vamos girando al Norte por una zona alomada, entre la riega de antes y sobre el margen derecho de otro reguero que tributa sus aguas al Zaraméu un poco más abajo.

Y ya tenemos la entalladura a la vista.

Sin más, caemos al arroyo Zaraméu, que recibimos por nuestra izquierda.

Justo en la mecedura del Zaraméu con los otros dos regatos y a la entrada de la foz (845 m).
Menudo vergel, el sitio es espectacular pero, a partir de aquí, es una incertidumbre lo qué nos espera, y nos da que no va a ser fácil, de hecho va a ser difícil; muy salvaje.

Así que nos metemos en faena y cruzamos por la entalladura.
El nivel del caudal es aceptable, pero nos permite ir vadeando el arroyo.
En caso de fuerte deshielo seguro que no pasamos.

Con sus saltos de agua el lugar es idílico, y vamos avanzando.

Empezamos a encontrar los primeros restos de animales, posiblemente despeñados, porque lo que se dice ver, no vemos ninguna ínfima trocha de animales que se acerque al reguero.

Nos vamos encañonando superando obstáculos, en una progresión llevadera pero con cuidado y vadeando el Zaraméu de continuo.

¿Qué sucede? pues que llegamos a un punto que no podemos continuar entorno al cauce como hasta ahora.
Debemos ganar altura sobre el margen izquierdo; sitio salvaje, malo y sumamente húmedo en el que vamos haciendo una travesía con fuerte pendiente lateral. En la foto no se aprecia pero transitamos por zonas que hay que tener cuidado, pues un eventual resbalón puede tener serias consecuencias al quedar el fondo del barranco ya bien abajo.

El caso es que vamos ganando demasiada altura sobre el fondo del cañón y tampoco debemos seguir adelante, que vamos sobre el margen que no interesa y lo que tenemos al frente no pinta bien. Tenemos que descender.
Así que nos tiramos ladera abajo por donde lo vemos menos malo, pero es una vertiente sumamente pendiente y resbaladiza; hay que poner todos los sentidos y sólo nos falta agarrarnos con los dientes a la madera podre.
En el recuadro intuimos a Pancho en plena faena.

Ya en el fondo de la angostura la cosa mejora y nos da un respiro, aunque nuestro gozo no va a durar mucho; pocos metros más adelante tenemos un infranqueable salto de agua, así que nos vamos a ver obligados a volver a ascender, esta vez sobre el margen derecho que vemos.

La foto no da la impresión y es bien mala, pero se trata de otra vertiente muy, muy pendiente, húmeda y resbaladiza con fuerte caída lateral.
Vamos a ver si tenemos paso por lo alto, que no queda otra.
Pero es ahí arriba donde nos espera lo peor. Tenemos que salir a la parte alta con cuidado, besando literalmente la tierra y reptando para poder pasar por debajo de enormes cotoyas que calificaríamos como de otra dimensión; un infierno.
No somos precisamente gente temerosa ante estos temas punzantes, pero lo que nos encontramos ahí arriba fue muy gordo; extremadamente salvaje.

Total que nos abrimos paso como podemos por encima de un crestón hasta llegar a un segundo insuperable, donde ya no hay opción de continuar y el nivel de la cotoya a nuestro alrededor es realmente infame.
Todo indica que vamos a tener que regresar con mucho cuidado sobre nuestros pasos. Pero llegados hasta aquí, nos resistimos a tirar la toalla; nos fijamos por lo tanto bien en el mapa de cotas, donde vemos un pequeño ensanche, pero muy sutil entre curvas de nivel y justo unos metros por debajo de nosotros en el fondo del cañón; vamos a probar si se puede descender hasta ahí.
Tenemos suerte y damos con una bajada viable, aunque con precaución.
Una vez más señalamos a Pancho a modo de referencia para dar una pequeña idea de cómo es la cosa.

Caemos entonces al pequeño rellano que habíamos visto en el mapa, justo por delante del salto que nos impedía continuar a nivel del cauce.
Salto de agua que es más grande de lo que parece en la imagen.

Rellano desde el cual vadeamos el arroyo una vez más a su margen izquierdo y podemos seguir avanzando relativamente bien, hasta que tenemos que superar un pequeño paso un poco expuesto y resbaladizo. No es que tenga mucha altura, pero la suficiente en caso de percance, y los agarres son precarios y resbaladizos.
Nuevamente al margen derecho donde ante nosotros se abre una pequeña llanada poblada de hayas y avellanos que, por cierto, resulta ser un rincón precioso y por la que nos vamos apartando del cañón .
(Vista atrás)

Y es cuando sorprendentemente damos con un viejo camino armado que muere en este lugar (650 m) y que no estaba previsto encontrar por aquí.
La sensación es de alivio total y vemos la luz, incluso nos abrazamos como si hubiéramos hecho la ascensión a una cumbre de importancia; por muy mal que esté esta senda sabemos que hay salida.

Pero la realidad es que se trata de un camino de buena traza que nos eleva en rumbo noreste a zona abierta, sacándonos cómoda y rápidamente del barranco del Zaraméu. Quizás fuese usado en su día para bajar el ganado a abrevar al río.
Enseguida da un giro a derechas a rumbo oriental, pasando junto a una solitaria y arruinada cuadra en las fincas de Río Monte.
Continúa el sendero valle arriba por el monte de Río Oscuro adentrándonos en un hayedo.

Hayedo que, por otra parte, resulta ser bien guapo.
El sendero va perdiendo entidad pero no hay problema, vamos ligeramente sobre el margen izquierdo del reguero que desciende por el valle; sin dificultad, y mucho menos después de la liada que acabamos de solventar.

Traspasamos ancestrales cierres de piedra y, a la altura de una retorcida haya, cruzamos la riega para cambiar de margen. Encontramos al poco un buen y ancho camino por el cual invertimos nuestro rumbo al Noroeste, a la sombra de avellanos entre antiguas parcelas.

Alcanzamos así la excelsa planicie que viene nombrada en el mapa como el Chanu la Oxa, un lugar que es una delicia y por donde recorremos las tendidas praderías de las fincas de la Cerezal (730 m) con tendencia septentrional.
Realmente chulo; buen lugar para hacer una parada y relajar la tensión acumulada.


A nuestra izquierda y sobre el valle Mingoyu, la imponente Peña Collada que circunvalaremos en unas semanas.

Al frente, comienza a asomar la Sierra de Caranga.
Es en este punto que entroncamos con una vereda que viene del fondo del valle, y que resulta ser el camino al que teníamos pensado salir cuando nos planteamos el recorrido por el barranco del Zaraméu.

Bordea esta senda la cabecera de una amplia vaguada en ascenso a un bosquete.

Bosquete desde el cual buscamos una salida por nuestra derecha para auparnos a los bucólicos pastos de las camperas de Práu Juan (785 m), en la lomera de la cuerda que cierra el valle de La Forada por su margen izquierdo.
Invertimos así el rumbo al Sur hacia la cabecera de ese valle.

Cierra el otro margen del valle la vertiente occidental de la Sierra del Gorrión, donde vemos cercano el Pico Mayor, pero ya es hora tardía para ascenderlo y vamos un poco cansados por el jaleo del Zaraméu; queda para otra ocasión, que de ahí malo será que se mueva.

Enseguida alcanzamos otro lugar muy sorprendente e idílico.
Estamos en la Braña Filera o Enfilera (830 m).

Con numerosas cabañas a la sombra de un bosque de fresnos.
Cabañas de sólida construcción con buenos sillares, pero el paso del tiempo y abandono ya se deja notar.

En la braña Filera, tomamos un marcado sendero que nos lleva a cortar por la cabecera del valle La Forada o de las Morteras de Caranga hacia su margen derecho, y por el que vamos a descender dando cara al valle y Sierra de Caranga.

Girando en nuestro tránsito a rumbo norte, para pasar junto a una fuente-abrevadero que, por lo menos en esta época está seca, pero acto seguido, alcanzamos otra de la que sí mana agua, con un curioso raíl a modo de surtidor y de la que nos abastecemos.
Sendero que nos lleva en llano hasta los restos de una cabaña adosada a los cantiles de la Sierra del Gorrión.

Sin embargo este camino se difumina al momento, y parece que no es el correcto; debemos por lo tanto perder altura hacia el fondo del valle.
En la salida del mismo vemos la localidad de Caranga de Arriba y, más al fondo, la de Caranga de Abajo.

Descenso incómodo y bastante pindio pero sin gran dificultad, que realizamos por donde mejor vemos, buscando los mejores pasos hacia el límite de la zona arbolada.

Hasta caer a una senda de entidad que, según el mapa, parece viene de la campera de Práu Juan y que en su momento debimos haber pasado por alto al no ser muy evidente.
Pero, ya en ella, sólo nos resta seguir este buen camino con vestigios de empedrado, en descenso y atravesando un bosque de avellanos.

Salimos a zona abierta en ligero ascenso y echamos una mirada atrás hacia la cabecera del valle, por encima de la cual hubiéramos venido desde el Colláu Quintaneiru de habernos ceñido a la ruta normal.

Y, al frente, vemos ya muy cercana la aldea de Caranga de Arriba, aunque no es nuestro destino.

Nuestra senda, ya armada y en un tramo bien guapo, se pega a los paredones calizos de esta vertiente occidental de la Sierra del Gorrión.

Y cuando es imposible su continuidad por esta vertiente de la sierra, llegamos al inverosímil paso de Cuevafurada (495 m).

Como el topónimo nos indica, se trata de una oquedad que los lugareños acabaron de labrar, al parecer hace siglos, para hacerla pasante y comunicar las dos vertientes de la sierra.
No es de extrañar por lo tanto la denominación del valle: La Forada.

Realmente impresionante.
Merece la pena acercarse hasta aquí sólo para ver este paso.

Cambiamos así a la otra vertiente oriental de la Sierra del Gorrión.
Con cara de satisfacción, pues ya sabemos que en adelante no habrá obstáculos relevantes.

Y donde el camino continúa sobre la entalladura del desfiladero de Valdemurio que nos separa de la inmediata Sierra de Caranga, que sigue la misma alineación de esta cordal del Gorrión.

 Ya de nuevo en tierras quirosanas, damos vista al embalse de Valdemurio y a la Sierra del Aramo sobre el Valle de Quirós.

Continuando muy cómodamente por amplio camino armado sobre vertiginosos precipicios que caen al desfiladero, con el airoso Pico Mayor al frente.

Un poco de zoom al embalse, donde desde esta posición ya vemos incluso nuestro vehículo aparcado en el área recreativa.

Pero esta senda todavía nos depara una sorpresa cuando llegamos a la Horcada Espín (490 m).

Nuevamente la ancestral ingeniería nos demuestra la pericia de nuestros antepasados para solventar un vertiginoso descenso por una canal, que el camino zigzagueante y armado supera cómodamente.
Espectacular.

Un poco de detalle a estas potentes armaduras.

Sólo nos resta adentrarnos en el bosque siguiendo el camino que continúa destino a Villaorille, pero hay que estar atentos, porque no debemos llegar a esta localidad. Vamos a alcanzar un cruce en el que debemos tomar el ramal izquierdo en descenso en claro rumbo norte hacia el embalse. Sendero que se difumina un poco; pero por el que acabamos cayendo al tramo de la Senda del Oso recorrido a la mañana.

Y ya sin más por la pasarela que cruza el embalse al área recreativa de Valdemurio.

Finalizando así una jornada que se nos fue un poco de las manos, pero que nos dejó muy satisfechos.
Aunque espectacular, no recomendamos a nadie que siga nuestros pasos por el Zaraméu; menos sin la debida experiencia en montaña.

Os dejamos el perfil de elevación.

¡¡Un saludo!!