miércoles, 22 de febrero de 2017

Peñamayor por la Ruta de Los Molinos desde La Llera (Bimenes).

Circular a Peñamayor por la Ruta de Los Molinos, Melendreros, La Vahuga y Santa Gadía desde La Llera (Bimenes).



Hacía como cosa de tres años que no nos acercábamos a Peñamayor, así que ya estaba pidiendo una nueva visita. El caso es que también teníamos en mente conocer la guapa y sencilla ruta de Los Molinos de Bimenes por lo que, al final, mataríamos dos pájaros de un tiro.
Muy recomendable esta ruta de los molinos pues, a parte de su encanto natural y paisajístico, es muy interesante en cuanto a su valor etnográfico ya que, a lo largo de algo menos de 3 km, vamos a poder acercarnos a un buen puñado de ellos. Unos sólo ruinas, otros restaurados, pero de suma importancia en el pasado.
Un precioso y corto itinerario el de esta primera parte de la ruta, apto para todo el mundo y sin mayor dificultad que el barro que nos podemos encontrar según la época. Pero nosotros vamos a alargar la cosa; continuando por Melendreros y Fayacaba, ascenderemos a Peñamayor.
Al final cerraremos una amplia circular; guapa y sin dificultades reseñables, al discurrir la ruta en gran parte por marcados caminos y pistas señalizadas, salvo el tramo más montañero de la Sierra de Peñamayor.

Cartografía IGN 1:25000 Hojas 53-II y 54-I

Cota mínima: 366 m.
Cota máxima: 1149 m.
Desnivel máximo: 783 m.
Desnivel acumulado: 1060 m.
Distancia: 17 km.
Tiempo: 7:45 h (Con las paradas).

Descargar el track de la ruta AQUÍ.

Primer sector: La Llera - Los Molinos - La Velía - Melendreros - Fayacaba - Les Antenes - Peñamayor.


En la AS-64 tomamos la salida 14 por la AS-119 hacia Bimenes y el Entrego, abandonándola por la salida a Martinporra, enlazando así con la AS-251 que viene de Nava, por donde también podemos venir y que seguimos hasta Rozaes, continuando entonces por la BI-4 que va a Santa Gadía y en nada, dejando por nuestra izquierda el desvío a Melendreros, llegamos a La Llera. Veremos una zona de aparcamiento (365 m) en la misma carretera y al lado de los paneles informativos de la ruta de Los Molinos, señalizada como PR-AS 141.

Siguiendo las indicaciones de la ruta, descendemos unos pocos metros para cruzar el Río Pequeño y el Río Prá por sendos puentes de madera consecutivos, para pasar así al margen derecho de este último.

A destacar que, a día de hoy, esta Ruta de Los Molinos, está perfectamente señalizada y no hay pérdida posible.

Cómodo y amplio camino donde vemos buenos ejemplares de castaños y por el que vamos inicialmente bordeando las fincas del Barrial, recorriendo este valle que, de estar despejado, veríamos cerrado en lo alto por la Sierra de Peñamayor.

Para en nada llegar a un primer molino, el Molín del Barrial (398 m), como vemos señalizado. Se ve que lo han arreglado.

Y en un entorno bien guapo que nos ofrece el Río Prá con su bosque de ribera.

Retomamos nuestro camino y, al momento, alcanzamos otro molino. Curiosamente éste no está señalizado aunque se trata del Molín de Flora (400 m). Nótese la canal de agua que lo abastece.

Continuamos ruta y toca afrontar un repechín de fuerte pendiente tras el cual alcanzamos el desvío al Molín del Ferreru, donde hay que perder altura si queremos acercarnos.

No queda prácticamente nada del molino, pero bien merece la pena bajar hasta el cauce del río, porque el rincón (400 m) no puede ser más guapo.

Nuevamente ascendemos al camino que continúa tendido recorriendo el valle.

Y en nada otro molino, el de Máxima (425 m). No accedemos a la finca donde se encuentra, pues ya  prácticamente sólo quedan un montón de piedras.

Toca entonces cruzar al margen izquierdo del río por un puente de madera (430 m).

Y comenzamos a ganar altura sobre el fondo del valle, por camino que conserva su antiguo empedrado en algún tramo y entre el bosque mixto del monte Los Torneros, donde podemos apreciar ejemplares de castaño centenarios.

Dejamos a un lado una cuerria, de las que se usaban antiguamente para guardar castañas.

Y volvemos a perder altura, por un tramo muy embarrado, para caer otra vez al cauce del río, que cruzamos nuevamente por otro puente de madera (450 m).

Salimos así a zona abierta por la que el camino asciende hacia La Velía bordeando unas fincas.
Llegamos entonces a un cruce (490 m).
Por la izquierda hacia La Velía y Melendreros, que será la opción que en breve tomaremos, pero antes queremos acercarnos a los dos últimos molinos de la ruta, los más vistosos, por lo que continuamos por la derecha siguiendo las indicaciones. Después volveremos a este cruce.

Nueva encrucijada (475 m) y enlace con el PR-AS 142 Peña del Hombre.
Por la izquierda hacia el Molín de Honorio, por la derecha al de Milio.
Nos decantamos por visitar primero el de Honorio, que se encuentra más arriba.

Así que ascendemos por sendero protegido por pasamanos, recorriendo la poca distancia que nos separa del Molín de Honorio.

Molín de Honorio (507 m).
En perfecto estado de conservación.
Podemos ver el infierno, en cuyo interior, se encuentra el rodezno que acciona la muela volandera. Vemos una en el exterior.

Para nosotros este rincón, con sus pequeños saltos de agua en la angostura por la que desciende el arroyo, y bajo los contrafuertes de la Peña del Hombre, es de lo más guapo de todo el itinerario; realmente bonito.

Volvemos sobre nuestros pasos a la encrucijada y cruzamos el arroyo por el puente de madera para visitar el último de los molinos.

Molín de Milio o de Fermina (470 m).
Muy arreglado, tanto molino como entorno; de hecho veremos incluso una mesa de madera a modo de pequeña área recreativa.
Seguramente el más vistoso.

Al igual que el de Honorio, en perfecto estado. También cuenta con paneles explicativos. Muy chulo.

En este punto podríamos dar por finalizada la ruta de los molinos volviendo a La Llera sobre nuestros pasos o, si queremos hacer la ruta circular sin demasiado esfuerzo, continuar por la pista del PR-AS 142 que sale de aquí y asciende por la Peña del Hombre para descender después por Santa Gadía a La Llera.
Como nosotros nos vamos hacia Peñamayor, pues retrocedemos otra vez al cruce de antes, para tomar el camino a Melendreros.
Camino con tramos empedrados que nos asciende primeramente a las casas de La Velía.

Total que en La Velía, accedemos a la carretera BI-3 (550 m) por la que en 1 km aproximadamente llegaremos a Melendreros (590 m).
Y el día, bien cerrado, no acaba de abrir.

Pasamos junto a la pequeña área recreativa de La Pipa, donde vemos fuente y unas placas homenaje a algún personaje de la zona, así como un panel indicativo.

Y continuamos por la pista que asciende en rumbo Sureste a Fayacaba siguiendo el itinerario del PR AS-140 Peñamayor-Triguero.

El sol intenta abrirse paso entre la niebla pero aún no lo consigue.

Próximos a la cota de 700 m, comenzamos a traspasar la capa de nubes que nos deja preciosas y misteriosas imágenes.

Alcanzando ya Fayacaba (766 m) con un día espléndido que nos hará pasar bastante calor durante la jornada.
Obviamos entonces el desvío que se dirige al albergue y Campa Gües, continuando por la pista que, en rumbo Norte, se dirige a Les Praeres y que coincide también con el trazado del GR-109 Asturias Interior.

La pista hormigonada da paso a pista terrera, más cómoda de caminar, y suaviza su pendiente girando al Norte.Vamos dejando por nuestra derecha la vertiente occidental de Peñamayor.

Desde cuyas alturas algún amigo aprovecha para saludarnos alegremente a nuestro paso.

Junto a una arreglada cabaña, hay unas cuantas por la zona muy cuidadas, encontramos un estratégico banco donde podemos aprovechar para hacer un descanso y admirar las fantásticas vistas. En este caso Las Ubiñas.

Girando la pista al Este, nos vamos aproximando al collado de La Campa, que ya intuimos entre los árboles, e iremos dejando por nuestra izquierda la sierra del Pico Oroxu con su caseta.

Toca afrontar unas últimas rampas hormigonadas de fuerte pendiente desde donde, vista atrás, vemos el inmenso mar de nubes que todavía cubre los valles.

Así llegamos a una fuente-abrevadero (864 m) justo antes de llegar a la collada de La Campa, donde haremos una breve parada antes de afrontar la subida a Peñamayor.

Abandonamos así la pista y ya oblicuamente vamos buscando los mejores pasos hacia la canal de esta vertiente norte de la sierra por donde asciende una serpenteante vereda. La referencia importante, a tener en cuenta, es un solitario tejo que os señalamos.

Ya interceptada la vereda que asciende desde La Campa, remontamos esta fuerte pendiente en aproximación al tejo sin complicación alguna más que el fuerte desnivel.

Nos aupamos a un canto donde nos tomamos un respiro para admirar las vistas sobre la sierra del Oroxu.
Alcanzamos entonces el tejo y la cumbrera de la sierra que devolamos a través de una horcada (1050 m).

Continuamos por la vertiente contraria siguiendo la huella y en más suave pendiente.
Hacia el Noreste vemos emerger la Sierra del Sueve entre las nubes.

Un último repecho para alcanzar la cimera cuando ya vemos próximo el Pico Jueyu con sus características antenas.
Abajo vemos Les Praeres a los pies de La Varallonga, donde parece que hay un incendio en las laderas del Pico Redondo.

Cima del Pico Jueyu (1122 m), también conocido por Les Antenes. Podemos ver el por qué.
Muy buenas vistas.

Un poco de zoom a Ubiñas.

Continuamos por la cumbrera hacia la próxima cima de Peñamayor que da nombre a la sierra.
Perderemos unos pocos metros para remontar por la franja herbosa que vemos.

Atravesamos el bosquete...

... Y sin mayor complicación ganamos la cumbre, donde ya vemos a un par de montañeros.

Cumbre de Peñamayor (1149), con su precioso buzón en forma de botella de sidra.
Y es que precisamente estamos en la Comarca de la Sidra.

Buen balcón que domina buena parte de Asturias.
Hacia el sur continúa la alargada sierra, divisoria de Bimenes y Nava, donde destaca la prominencia del Texu y que culmina en el Triguero, por cuya izquierda vemos los Caspios de Breza y, a continuación la Xamoca. Por el centro la Cordal de Ponga, a cuya izquierda vemos los montes de Piloña con el Vízcares y el Maoñu, detrás de los cuales sobresalen los Picos de Europa.
(Pinchar para ampliar)

Un poco de zoom a los Picos de Europa donde destaca la Peña Santa y por detrás del Vízcares.
En la foto inferior, la Cordal de Ponga con la mole de la Llambria a la izquierda; Campigüeños y Tiatordos por el centro. Al fondo derecha asoma Peña Ten.

Nuevamente al Sur, pero por la vertiente occidental de la sierra, desde el Retriñón pasando por Peña Mea, en el centro, hasta las Ubiñas, a la derecha.
Abajo vemos la pista que une Fayacaba con Campa Gües, que en breve ganaremos. También la amplia collada de La Vahuga y su pista que asciende por los sierros homónimos que seguiremos.
(Pinchar para ampliar)

Al Norte, Les Antenes, por donde acabamos de pasar.


Segundo sector: Peñamayor - La Vahuga - Campa'l Colláu - La Collá - Santa Gadía - La Llera.


Nos vamos continuando por la línea cumbrera hacia el Sur.
En un primer momento barajamos seguir hasta la cima del Texu, pero se nos alargaría la ruta y tenemos que estar de vuelta a una hora concreta.

Así que nos paramos a estudiar cómo más o menos haremos el descenso a la pista que une Fayacaba con Campa Gües.

Y vamos disfrutando de esta cumbrera que se recorre sin mayor complicación cruzando por guapas vegas.

Por tímida vereda buscamos la vertiente occidental de la sierra y bordeamos el Pico de los Llanos de Ortigal.

Para al llegar a la vertical del Collado Ortigal, tirarnos ya decididamente abajo por esta ladera occidental hacia la pista.

Una vista atrás hacia Peñamayor.

Descenso éste con bastante pendiente que hacemos por donde mejor vemos.

Buscando los mejores pasos y con cierta precaución en algún punto, pero sin gran dificultad.

Y en nada caemos a la pista por la que continuamos hacia el Sur sentido Campa Gües, donde por cierto hay un chigre. Aunque nosotros nos desviaremos antes al llegar al cruce (940 m), para tomar la pista de la Vahuga o Baúa, señalizada como PR AS-139.

Pasamos junto al área recreativa de Xerru Gües.

Y ya vemos los Sierros de La Vahuga que remontaremos por la pista.

Así que seguimos en descenso para caer a la collada y casas de La Vahuga (810 m), donde tomamos la pista que asciende por los sierros.

Pista ésta desde la cual tenemos buenas panorámicas de toda la Sierra de Peñamayor con el pico homónimo a la izquierda y de donde venimos.
(Pinchar para ampliar)

Y enseguida ganamos la mullida cimera (875 m), la cual culmina hacia el Norte en la Peña del Hombre, desde la cual podríamos buscar el descenso al PR AS-142 que va a Santa Gadía y que también enlaza con el PR AS-141 de la Ruta de Los Molinos recorrida a la mañana.

Nosotros nos mantenemos en esta pista del PR AS-139 que gira al Sur y también enlaza con la bajada a Santa Gadía bordeando la sierra de los Tres Picos.

Alcanzamos entonces la Campa'l Colláu (884 m), buen balcón hacia Peña Mea y los valles del Nalón, donde abandonamos la tediosa pista que continúa bordeando la vertiente meridional de los Tres Picos.Vamos a probar suerte por un senderín que vemos, el cual discurre por la vertiente septentrional y que habíamos controlado en ortofoto.

Vereda de ganado que asciende en muy ligera pendiente y se sigue bastante bien.

Cruzamos una primera vaguada y, al llegar a la segunda, vemos que la senda se desdibuja entre la vegetación. Es posible que continúe hacia la campera en el collado que señalamos, desde el cual se podría acceder fácilmente al camino de bajada a Santa Gadía aunque, por una cuestión de tiempo, no nos paramos a investigarlo y no podemos asegurar la continuidad de esta senda, así que buscamos una salida por un collado a nuestra izquierda (866 m) por el que devolamos esta sierra sin mayor dificultad y salimos nuevamente a la pista del PR AS-139 que discurre por la vertiente meridional.

Enseguida llegamos a La Collá (812 m), donde se encuentra el desvío a Santa Gadía que tomamos para seguir en descenso hacia el Norte, abandonando así la pista del PR AS-139 que continúa hacia el Oeste por L'Arquera y al lado del Pico de Raso, para caer a La Casilla.

Ya vemos Santa Gadía allí abajo; perderemos altura rápidamente.

Buenas panorámicas en este descenso hacia Melendreros y Peñamayor.
En primer término, la Peña del Hombre, que por cierto tiene una curiosa leyenda relacionada con el Acueducto de Segovia.
Os ponemos un texto al respecto, un poco largo, de V. Canteli (1958).

"Cuando Lucifer se comprometió a terminar en Segovia, a cambio del alma de la hija del procónsul romano, dispuso que todos los seres que componen su ejército infernal procediesen al arranque, transporte, labra y asiento de la piedra.
Uno de los diablos, llamado Forniellos, encargado con otros muchos del arranque y transporte se elevó, se elevó en el espacio y en lugar de tomar la dirección del Guadarrama, al Sur, voló con marcha vertiginosa, sin roce y sin ruido, hacia el Norte y, columbrado desde el Pajares el blanco macizo de Peñamayor, lo tomó por faro y guía, dirigiéndose hacia allí.
Cuando ya se acercaba a la montaña divisó a sus pies un poblado compuesto de rústicas chozas de madera y, quedándole tiempo con exceso para cumplir su cometido, concibió la idea de visitarlo en busca del alma de alguno de aquellos indígenas convertidos al cristianismo por el apóstol Santiago, a su paso para Galicia.
Bajó a tierra y tomando la figura de un apuesto mancebo, se encaminó al aduar. En los recuencos del valle resonaban los ladridos de los perros y el sonido de los cuernos de los pastores-guerreros que recogían sus ganados para ponerlos a salvo del ataque nocturno de las fieras que poblaban la foresta. Del hilo de plata que manaba de una fuente que había en la senda abierta en la maleza, llenaba su cántaro de barro una joven, hermosa como aquel paisaje, de faz melancólica como aquella tarde apacible, en que el sol, trasponiendo las cordilleras de Occidente, iba a ocultarse llevando los encantos de la aurora a regiones remotas desconocidas.
Sobre los pequeños ojos negros del viajero se posaron, inquisidores, los grandes y azules de la joven, que no pudiendo resistir el fulgor intenso de los de aquél, cerró, ruborizada, los suyos.
–Vale, hermosa –le dijo él.
-Bienvenido  a esta braña -contestó ella. Y agregó con temor:
-¿Eres romano?
-No; soy de las montañas que allá ves -dijo, señalando al Sur.
-Temí por ti. Los del llano han hecho la paz con los romanos, pero los de la montaña no pagaremos jamás tributo al extranjero. Ven, si eres astur te daremos alojamiento.
Ella contó que era hija única de Antón García, jefe de la tribu y terrible guerrero, que se hallaba ausente comerciando con los habitantes del valle. Aquella noche la pasaron en amoroso coloquio y, aunque él pretendía proseguir su camino, Gadea, -así se llamaba la joven- le retenía; que alguna vez las mujeres imponen su voluntad hasta al diablo.
Ya la blanca aurora asomaba por el Oriente, rasgando las brumas de la noche, cuando Forniellos se despidió de Gadea.
-¿Volverás? -decía ella.
-¡Sí, volveré! -contestó. Y tomó la dirección de Peñamayor.
En un momento llegó al macizo, en dos manotazos arrancó una gran peña y, cuando ya la llevaba por el aire, recibió en una onda, como en radiograma, la noticia de haber llegado la hora estipulada para terminar el puente. Un relámpago rasgó el aire y la piedra fue a caer sobre la ladera, empotrándose en la tierra.
Furioso Forniellos huía veloz, cuando vio a la hija de Antón García, que, enamorada, venía en su busca; y al ver de nuevo aquella hermosura de Serafín, como él había sido, y que los ángeles malos envidiaban, se sintió desarmado y, tomando otra vez la figura humana, se dirigió a la joven que caminaba por una senda practicada al borde de espantosa sima.
-¡Cómo tardabas! -decía ella.
Y cuando Forniellos rodeaba el talle de la enamorada vio brillar una cruz de oro entre los corales que adornaban aquella garganta alabastrina. Un alarido espantoso, terrible, retumbó en el espacio y los dos cuerpos abrazados, desaparecieron en el fondo de la sima. Poco después, de la concavidad oscura, subía graznando un cuervo, que remontándose, voló hacia el Sur.
Cuando Antón regresó de su excursión y supo la desaparición de la hija amada, su desesperación no tuvo límites. Aquel hombre, acostumbrado a combatir con los hombres y a pelear con las fieras, se acobardaba, ahora, al tener el destino como enemigo, y como un niño lloró amargamente la ausencia de Gadea.
Mandó gente en su busca con orden de registrar los montes y los valles, las cuevas y los abrigos. Él mismo recorría el terreno llamándola desde los cerros y desde los picachos con voz triste por la desventura: ¡Gadea! ¡Gadea!... Nadie contestaba. Solo las cavernas y las concavidades del valle volvían el eco apagado repitiendo: ¡Gadea! ¡Gadea!.
Al cabo de algún tiempo un pastor encontró en el río, a la orilla de un pozo airón que sirve de recipiente a una cascada, los corales con la cruz de oro de Gadea, y allá fueron Antón y sus hombres a sondear aquel pozo angosto, oscuro, de profundidad desconocida, en busca del cuerpo de la infortunada.
Desde una meseta de la roca que avanza sobre el río miraba Antón García, sombrío, taciturno, los trabajos investigadores y al convercerse de la inutilidad del registro dijo:
-Adiós, amigos míos, para siempre.
Y se arrojó al agua, desapareciendo entre las aguas que al remolinarse formaban blancas burbujas que pronto se disolvieron.
Algunos años después, muchos quizá, sobre el otero que domina el llano donde se asienta el cabañal, se erigió una ermita a Santa Gadea, cuyo nombre conserva la aldea. El bloque se llama Peña del Hombre y también Peña del Diablo; la sima lleva el nombre de Forniellos y el de Antón García el pozo que sirvió de tumba a este indómito astur, tan celoso de la independencia regional."

Alcanzaremos la campa (flecha) de Brañiglesia, si no nos equivocamos, en el Xerru la Biesca y donde enlazamos con el PR AS-142 que viene de la Peña del Hombre.

En fuerte descenso entramos en Santa Gadía (530 m).

Arreglada localidad donde charlamos con algún vecino que amablemente nos ofrece algo de beber.

Y donde nos fijamos en algún que otro detalle que nos llama la atención.

Vemos próximo Puente La Llera, en cuyas inmediaciones tenemos el coche, y el desvío que sube a Melendreros.

Sólo nos resta alrededor de 1,5 km por carretera para llegar a La Llera.

Por la cual aún veremos alguna que otra bucólica escena.

La Llera.
Cerramos así esta prestosa circular. De repetirla, seguramente revisemos algún tramo para evitar un poco de pista que, para nuestro gusto, se pisa en exceso, aunque no deja de ser un circuito muy guapo.

Os dejamos el perfil de elevación.

¡¡Un saludo!!