viernes, 16 de octubre de 2020

La Gamonal por el Camín de los Neveros.

 La Gamonal por el Camín de los Neveros.
De Fonfría a Fontazán desde Vega Bobies (Morcín).
- Sierra del Aramo - 


(El arcón del Mosquil y La Mostayal)

Una vez más, encaminamos nuestros pasos hacia la Sierra del Aramo; mágica sierra donde el hombre ha dejado su huella pastoril desde tiempos ancestrales y que tantas posibilidades montañeras nos ofrece.
Ubicada en la zona central de Asturias, se alinea de norte a sur, extendiéndose a modo de espigón calcáreo entre los concejos de Lena, Riosa y Morcín a levante, y los de Santo Adriano, Proaza y Quirós a poniente, separando las cuencas del Trubia y Caudal.
Su máxima altitud, con 1.791 m, se encuentra en el Pico Gamoniteiro, destacando otras alturas que también rebasan los 1700 m de cota, como son las del Xistras, Barriscal, Moncuevu, o el Pico La Gamonal, siendo este último nuestro objetivo de hoy. Cumbre que se alcanza muy fácilmente, si iniciamos nuestra andadura en la explanada del Angliru, que se encuentra a sus pies. Aunque en esta ocasión, vamos a plantearnos una aproximación más esforzada, comenzando nuestro caminar en la cota más baja de Vega Bobies y siguiendo el itinerario de la antigua senda conocida como el Camín de los Neveros.
Se trata de un ancestral camino que comunica las majadas de Castrupín, Ortigal, Cobayos, Fonfría y Ories, las cuales se escalonan por esa vertiente oriental de la sierra, siendo usado desde antiguo por arrieros con el fin de descender la nieve que se extraía de una sima ubicada en la ladera norte de La Gamonal: el Pozu del Gamonal.
Afanosamente se bajaba el hielo en fardos envueltos en paja hasta la majada de Fonfría, a partir de la cual y ya a lomos de caballerías, continuaba su curso hasta su destino final en Oviedo, por cuyos cafés y boticas se comercializaba.
Camino profusamente usado hasta principios de la pasada centuria, cuando hacen su aparición las primeras máquinas de hielo.
Abordamos así una guapa circular a La Gamonal, cuyo itinerario de vuelta variaremos sobre la marcha para conocer también la preciosa y recóndita majada de Fontazán, desde la cual, por agrestes e improvisados pasos, acabaremos descendiendo a Pan de La Forca, no sin antes tropezarnos con la espectacular sorpresa en forma de arco calizo que nos depara la ladera occidental del impetuoso Mosquil



Cota mínima: 900 m.
Cota máxima: 1710 m.
Desnivel máximo: 810 m.
Desnivel acumulado: 1000 m.
Distancia: 10 km.
Tiempo: 6 h (Con las paradas).
Inicio/Fin: Vega Bobies.


Por la N-630 llegamos, en nuestro caso, a Argame, donde tomamos la MO-5 que sube a Peñerudes y Pedroveya. Al llegar a La Carrera, a orillas del embalse de Los Afilorios, la abandonamos en favor de la MO-2 que, bordeando el embalse continúa hacia el Ablaneru, lugar donde nos desviamos a su vez por la carreteruca que llega finalmente a La Vara, aldea colgada en las laderas orientales de La Mostayal. Es por la parte alta del pueblo, que debemos buscar la pista asfaltada que asciende y culmina en el excepcional paraje de Vega Bobies, donde hay un lugar habilitado para dejar los vehículos.
La Vega Bobies es un espléndido mirador que nos ofrece grandes horizontes sobre los valles de Morcín, donde destaca la mole del Monsacro, alcanzando la vista a Oviedo, las sierras interiores e, incluso, los Picos de Europa. Se sitúa en un rellano bajo Pan de La Forca, amplia collada que se abre entre el Mosquil y La Mostayal, que da paso a la vertiente occidental de la sierra: por ella volveremos en unas horas. 

Iniciamos nuestra andadura hacia el sur, siguiendo la senda que llanea bajo las quebradas verticalidades del Mosquil, Altares, Cuetu Huertu y Carralina, incorporándonos de esta forma al Camín de Los Neveros.

Inmediatamente cruzamos por la majada de Ories con su fuente.

Senda que han ensanchado a base de meter pala para abrir una pista y que se dirige, cortando en ligero ascenso, a la densa arboleda que se descuelga por la ladera.

El caso es que la pista cede repentinamente y no vemos continuidad (recuadro). Tenemos entonces que buscar la antigua senda, que se descuelga unos pocos metros antes, por la izquierda, en algún punto que nos ha pasado inadvertido y discurriendo a un nivel más bajo. Un tramo éste que puede resultar algo confuso.

Pero ya, en la antigua vereda, ésta serpentea entre la frondosidad, manteniéndose la traza aún bastante evidente y el paso franco aunque, a partir de ahora, la lucha con el barro va a ser una constante.

A veces la foresta cede un poco y nos regala bonitas estampas del bastión más septentrional de la sierra: La Mostayal o Peña La Vara, con la majada de Brañacé en su ladera y la zona de Les Bobies, donde tenemos el coche.

Aflora entonces un tramo del antiguo empedrado del camino, que demuestra su pretérita importancia.

Y, sorteando sendos regueros, nos adentramos en la zona de la canal Nidia.

Para, a continuación, franquear una rústica portilla que cierra el camino.

Accedemos así a los feraces pastos de Fonfría (1050 m), hendidos por unos cuantos regueros.

Con su buenísima fuente de Los Neveros; dicen que la mejor del Aramo. Cuyo topónimo hace referencia a la actividad que se desarrolló por esta senda, cuando se bajaba la nieve desde la cimera de la sierra.
Agua que por supuesto catamos.

Fonfría es un sitio de esos guapos a rabiar, que muchos consideran la majada más hermosa de la sierra.
Majada ubicada en un rellano a los pies del hayedo de La Mata del Trapón y bajo el circo que forma el Lánganu y sus estribaciones.

Con su otra fuente de fresquísimas aguas; también se desperdigan un buen número de cabañas.

Algunas arruinadas, pero otras aún en uso con algún singular detalle.

Sin duda, un lugar que rebosa paz a raudales e invita al sosiego, mientras se disfrutan las hermosas vistas al omnipresente Monsacro y más allá.

Pero toca despedirse de Fonfría, buscando la continuidad de la senda por la parte baja de la majada, orientándose al sureste.
(Vista atrás)

Nos adentramos así nuevamente en la espesura.

Para afrontar el tramo más embarrado y anegado del camino que, en algún punto, se tornará bastante incómodo.

Total que, vamos saliendo a zona abierta cuando nos aupamos al canto del Abeduriu (1100 m).

Desde donde tenemos unas maravillosas vistas de la zona recorrida hasta ahora por este sector norte de la sierra, que se extiende desde La Carralina, Cuetu Huertu, Altares y Mosquil a La Mostayal, pasando por la collada de Pan de La Forca, con Brañacé y Les Bobies a sus pies.
Por la izquierda, abajo queda ya Fonfría.

De la que nos despedimos definitivamente con una última fotografía tirando de zoom.

Cruzado el Abeduriu, toca seguir hacia el sur, acometiendo un tramo de fuerte desnivel, pero también menos embarrado, cosa de agradecer.

Por el que vamos ascendiendo sobre la vertical de la alomada zona de Viapará, que se extiende hacia el Monsacro, separando los valles de Morcín de los de Riosa.

Alcanzamos entonces un rellano, con un abrevadero a los pies de una charca impermeabilizada y cercada, que nos indican que hemos llegado a Cobayos (1230 m).

Cobayos es una majada con unas cuantas cabañas arregladas y en uso, que se reparten entorno a un pequeño promontorio.

No en vano, tiene buen acceso, ya que se encuentra al lado mismo de la famosa y épica carretera que sube al Angliru, cuando corta por la base de la Pena Pomar hacia Cueña les Cabres.

Y dando vista a la Pena Pomar, continuamos hacia la carretera, que prácticamente no llegamos a pisar, apartándonos de ella inmediatamente; justo en la cerrada curva a izquierdas, donde hay una pequeña construcción a modo de caseta, que quedaría fuera de la foto.

Es por detrás de dicha caseta, que debemos buscar un sutil senderín que, en serpenteante rumbo occidental, remonta en fuerte subida por la ladera.

Senda que se vuelve más evidente y marcada, tornándose cómodo el ascenso.

Y por la que ganamos altura rápidamente sobre la vertical de Cobayos, que vemos abajo.

Un bonito tramo desde el que disfrutamos vistas cada vez más grandiosas, según se van abriendo, dejando a nuestra izquierda la próxima carretera que sube al Angliru, bajo la Pena Pomar por el sector de Cueña les Cabres, donde alcanza el 23,5% de pendiente. Santuario del ciclismo nacional e internacional por su infernal dureza.

Afrontamos de esta forma los recuestos que la senda sesga trazando amplios tornos, ya por zona eminentemente abierta.

Y así alcanzamos la majada de Ortigal (1398 m).

Bucólico lugar cuyas construcciones también se ven arregladas y en uso.
Aquí podríamos buscar un sendero que comunica con la majada de Fontazán, por donde luego pasaremos, aunque a estas alturas de la ruta todavía no entraba en nuestros planes.

Giramos entonces a izquierdas, al sur, siguiendo la traza que nos encamina hacia la cumbrera de la sierra.

Preciosas panorámicas dejamos a nuestras espaldas según nos elevamos rápidamente desde Ortigal, alcanzando la vista hasta Gijón, que se intuye sutilmente a lontananza; detrás de Oviedo y diluido con el Cantábrico.
Siempre presente, la mole del Monsacro; montaña mágica y sagrada por excelencia (ver ruta).

Pero la tenue senda se nos desdibuja, cuando ya avanzamos por el roquedo que se impone, aunque progresamos sin problema teniendo clara la orientación.

Así nos asomamos a la depresión limitada al mediodía por el circo que forman las estribaciones de la Pena Pomar, las cuales se estiran hacia la prominencia del pico Tollu La Veguellina, que vemos a la derecha. 
Lugar éste donde se ubica la majada de Castrupín, con su pequeña y solitaria cabaña (1468 m) asentada entre los peñascos. 

Sigue entonces la senda bien marcada hacia el sur, soslayando la hondonada y elevándose sobre la misma, mientras corta por la vertiente que decae del Monrasiellu, hasta cruzar la angostura que separa a las estribaciones de éste del pico Tollu La Veguellina.
Ya tenemos a la vista la ladera oriental de nuestro objetivo: La Gamonal.  

Es en esta angostura que se encuentra el Llagu del Tollu La Veguellina (1500 m). 
 Balsa artificial de agua, cuya estructura hidráulica tiene una capacidad de un millón y medio de litros, y a donde llega una pista para darle servicio.

Así que nada, sobrepasada la balsa, vamos rematando el tránsito por el Camín de Los Neveros cuando enfrentamos la subida final al pico, de cuya cima nos separan unos 200 m de desnivel, y cuyo ascenso no tiene más complicación que la fuerte pendiente de esta pala oriental, conocida como La Cuesta Gamonal.

Poco a poco, y con unas vistas cada vez más soberbias, vamos remontando esta vertiente. Un poco por donde nos parece, sin ceñirnos estrictamente a la traza de sendero que sube a la campa que separa a La Gamonal del Monrasiellu.
Abajo queda ya el Tollu La Veguellina con la pista que cruza bajo el pico homónimo y llega hasta la balsa.

Y, sin más dificultad que el esfuerzo, nos aproximamos así a nuestra cima, de la cual despunta una antena. 

Cumbre de La Gamonal (1710 m).
Con su mástil de antenas de Protección Civil y unos paneles solares que las alimentan.
Aquí confluyen los concejos de Morcín, Riosa y Quirós.

Las vistas que se obtienen desde esta atalaya son realmente fantásticas, más con el día despejado que hoy disfrutamos.
Hacia el nor-noreste, flanquean la imagen, la inmediata cumbre del Monrasiellu, que vemos a la izquierda, y la mole caliza del Monsacro, que vemos a la derecha, con la cortante figura de Peña Manteca.
Al fondo, despunta La Mostayal por detrás del Monrasiellu y, más allá, Oviedo. Llegando a distinguirse Gijón, difuminado con el horizonte.
Por el sur, alcanza la vista casi a los confines meridionales de la sierra, donde se distingue el picudo vértice del Gamoniteiru. También el Moncuevu que, sobre el Valdesiniestru, se yergue a la derecha. Por detrás de él, asoman las Ubiñas.
Abajo se encuentra la explanada del Angliru, desde la cual se puede plantear una sencilla ascensión a este pico donde nos encontramos, como hicimos la última vez que estuvimos por aquí (ver ruta).

Tiramos de zoom para acercarnos a las Ubiñas, destacando la piramidal mole de Peña Rueda, con el Moncuevu en primer término.
También al Gamoniteiru, techo del Aramo. Coronada su cúspide por los repetidores de comunicaciones.

Hacia occidente se aprecia claramente la difícil orografía de esta sierra; muy complicada de transitar en caso de nieblas.
Hacia la derecha emerge la sierra de Tene, con su Airúa Naval. Tímidamente, por detrás, la de Caranga y, más allá, las de Sobia y Gradura. Por el horizonte se aprecian las cumbres somedanas donde nos fijamos en el Cornón (zoom).

Por supuesto, nos hacemos la pertinente foto de cumbre, en la que elegimos el Monrasiellu como telón de fondo.
También cuenta esta cima con vértice geodésico, mojón de deslinde y un ya estropeado buzón de cumbre en forma de hórreo.

Nos vamos.
Descendemos por la vertiente norte, dejándonos caer por donde nos parece hacia el collado que nos separa del próximo Monrasiellu.

Collado (1650 m) desde el cual podríamos atacar fácilmente la cima de dicho Monrasiellu, para luego  descender hacia el norte en busca de la majada de Fontazán, a donde más tarde acabaremos llegando, aunque en este momento nuestros planes todavía son otros.

Así que giramos a izquierdas, al oeste, para ir descendiendo, aprovechando alguna traza de ganado, por la Vallina Felgal. Vaguada que, por territorio de Quirós, se estira por el sector de la vertiente occidental de la sierra, que luego se precipita a los Puertos de Andrúas, a donde aún tenemos pensado dirigirnos.

Alcanzamos entonces la grande y hermosa Vega de la Mortera, dominada por el pico Cazona.
La idea primigenia era recorrer esta vega hasta su extremo occidental para, a continuación, descender por el sendero que, por la Canal de La Mortera, supera las verticalidades de la sierra que caen a los Puertos de Andrúas, sobre los cuales enlazaríamos con la senda que comunica con Pan de La Forca y de ahí, a Les Bobies.
El caso es que, llegados a este punto, nos encontramos con un montañero que viene por ese itinerario que tenemos preparado, pero a la inversa, y nos comenta que la senda que discurre sobre los Puertos de Andrúas está sumamente embarrada, con tramos tomados de maleza. 
Aunque no es que seamos muy aprensivos en ese tipo de lances precisamente, hoy ya tenemos cubierta nuestra ración de barro, debido al tránsito por el Camín de los Neveros, así que tenemos la excusa perfecta para cambiar de planes y poner rumbo a la preciosa majada de Fontazán, variante que ya nos rondaba en la cabeza como plan alternativo.
Total que, anulando definitivamente lo inicialmente planeado, tiramos de mapa para buscar la orientación precisa hacia Fontazán, que pasa por volver a ganar altura remontando la franja herbosa a la derecha del pico Cazona (flecha).

Cruzamos de esta manera por el fondo de la hermosa Vega de La Mortera donde, si miramos atrás, vemos la cumbre de La Gamonal sobre la Vallina Felgal, por la cual acabamos de descender.

 Y es al llegar a la altura de este solitario y antiguo corro (1400 m), que debemos girar a derechas.

Para comenzar, en claro rumbo norte, el ascenso por la franja herbosa antes reseñada. 

Por la que ganamos altura rápidamente sobre el fondo de la vega, tratándose de uno de los últimos ascensos de cierta entidad de la jornada.

Finaliza este recuesto al llegar a una zona más tendida en una sucesión de collados, donde se abre un airoso mirador, entre los contrafuertes del Cazona y el pico Castiello, que vemos a la derecha, y al que nos aupamos de inmediato saltando un pequeño murete de piedra para evitar que el ganado se despeñe, pues el vacío está ahí mismo.

Cumbre del Pico Castiello (1490 m).
Espectacular balconada sobre los Puertos de Andrúas, el "Jardín del Aramo".
Hacia el sur vemos la mullida zona por donde nos hemos aproximado a este lugar, a la izquierda del pico Cazona, sesgada su vertiente oeste por escarpadas canales que se precipitan a los Puertos de Andrúas. Puertos a los que, desde el Valle de Quirós, se acceden por el collado de Pandu La Mortera, que vemos al fondo, con la Sierra de Tene y su Airúa Naval a la derecha.
Soslayan los maravillosos Puertos de Andrúas esta vertiente occidental de la sierra sobre la que nos encontramos, limitados en su otro margen por la Sierra de Serandi y la pequeña mota del Cutiay. También se divisa la entalladura de Les Xanes y las aldeas de La Rebollá, Dosango...
Incluso alcanzamos a ver, más allá, las casas de Proaza, asentadas en la cuenca del Trubia.
Hay que mencionar que en Andrúas se encuentra una de las manchas de acebo más extensas e importantes de Asturias.
Sin duda, las vistas que tenemos desde esta modesta cumbre, son increíbles.
AQUÍ podéis ver una ruta que hicimos hace unos años por esta zona.

Así que abandonamos el Castiellu, manteniendo tendencia septentrional y adentrándonos nuevamente en tierras de Morcín, siguiendo el murete de piedra hacia la siguiente y modestísima cumbre del Glayiru, que vemos a la izquierda. A la derecha, la línea de cumbres del Monrasiellu, Calzá y Garma, por donde seguramente nos hubiésemos aproximado a Fontazán desde La Gamonal, de habérnoslo planteado en inicio.

Cresteamos entonces y sin ser necesario por la cota de 1483 m del Glayiru.

Cima desde donde ya tenemos a la vista la majada de Fontazán y su gran vega, bajo las cumbres de La Carralina.

Toca en esta cima hacer un quiebro a derechas, dejándonos caer por el roquedo hacia una vaguada que, por el norte, se abre a la majada. Zona ésta un tanto escabrosa, por donde la vereda que la cruza se desdibuja, debiendo bordear por la izquierda una primera y pequeña dolina.

Superado ese obstáculo ya tenemos ante nosotros el gran jou entorno al cual se asienta la majada de Fontazán, con unas cuantas cabañas, mayormente sólo restos.

 Bordeamos entonces el jou por la izquierda, dirigiéndonos al grupo de cabañas que se ubica bajo la base del Tambarón de Fontazán.

Para cruzar por el frente de la única que vemos bien arreglada.

Y desde la cual accedemos a los hermosísimos pastos de la grandiosa Vega de Fontazán, enlazando de esta forma con la senda que la circunvala (1383 m).
Una vez aquí la idea era cruzar la vega hasta la Cueña Fontazán y descender a continuación la Canal de Fontazán, por donde viene la senda que comunica con Pan de La Forca, que resulta ser el lugar al cual tenemos que llegar. Pero mira tú que nos empieza a llamar la atención la cumbrera de La Carralina, la cual vemos al fondo, y ya empezamos a dudar: que si tiramos por lo previsto, que si probamos por arriba... Total, que nada, sucede lo inevitable y se impone un nuevo cambio de planes; no será el último.
Así que tomamos la marcada traza que bordea la vega por la derecha y se dirige hacia aquel lugar.

Senda por la que vamos ganando altura muy cómodamente hacia el norte, dejando atrás la alineación Monrasiellu, Calzá y Garma, que vemos a la izquierda. A su derecha, el Glayiru, que se yergue sobre la vaguada que hemos cruzado para llegar a este lugar y, más a la derecha aún, el piquín del Tambarón de Fontazán.

Alcanzamos así el collado que se abre entre las cumbres de La Carralina (1425 m), un precioso rincón desde el que se precipita la canal del Corredor del Trapón sobre Fonfría.

Toca entonces ascender los pocos metros que nos separan de la cumbre septentrional de La Carralina (1443 m), ya que es la orientación que llevamos.

Cima desde la cual, nuevamente, disfrutamos de unas vistas de escándalo; eso sí, con precaución, pues los desplomes que se precipitan por la vertiente oriental de la sierra son tremendos.

Avanzamos entonces por la cimera manteniendo la orientación norte que traemos, hacia la prominencia del Cuetu Huertu que vemos al frente, con una Mostayal que, al fondo, se muestra imponente sobre la collada de Pan de La Forca. También vemos abajo, a la izquierda, la campera del Cantu Bildeo, por cuyas inmediaciones pasa la senda que lleva a dicha collada y que, en principio, debemos interceptar; no será así.
Pero de momento y llegados a este punto, tenemos que salvar, por donde mejor veamos, la alambrada de protección para que el ganado no se despeñe.
El caso es que aquí decidimos seguir estrictamente la línea cumbrera, cuando quizás hubiera sido opción más amable dejarnos caer por el canalizo a nuestra izquierda.

Pues nuestra opción pasa por descender un terreno muy empinado, en total ausencia de sendero, hacia el colladín que nos separa del escarpado Cuetu Huertu.
No es que sea complicado, pero es farragoso y muy pendiente, por lo que hay que prestar atención, ya que el vacío de la vertiente oriental está próximo y, por nuestra izquierda, dejamos un pequeño cortado.

Eso sí, el descenso entre tanto brezo, aunque molesto, también da seguridad.

Sin mayor novedad, alcanzamos el colladín (1390 m), donde giramos a izquierdas para continuar con nuestro descenso por terreno más amable. Al momento enlazamos con un senderín de ganado que, a media ladera y bordeando el Cuetu Huertu, nos irá llevando muy cómodamente hacia la base del Altares; siguiente cima de la línea cumbrera que ya tenemos delante y bien cerca.
 Llegados allí lo normal sería deslizarse plácidamente por la ladera hacia las inmediaciones de la campera del Cantu Bildeo, que tenemos a la vista, como hace un momento hemos comentado, pero no, vamos a probar a bordear el Altares sin perder esa altura. Acción ésta que nos va a deparar una espectacular sorpresa, pero también la liada de la jornada.

De esta forma alcanzamos otro precioso rincón, que se corresponde con el collado que separa al Cuetu Huertu del Altares (1296 m) y que es entrada de la canal Nidia, por donde en principio, sería posible bajar de vuelta a Ories. Lo pensamos pero, como no sabemos si la senda está franca de maleza, al final lo dejamos para otra ocasión.

Nos despedimos entonces y ya definitivamente del altivo Cuetu Huertu.

Y continuamos con nuestra andadura al norte pero, como habíamos dicho, siguiendo trazas de ganado que discurren entre carrascales, rodeando la base del Altares.

Lo cual nos aboca a la parte superior de una canal (1280 m) que se precipita a Pan de La Forca desde la vertiente occidental de la siguiente cima: el Mosquil, segunda cumbre del Aramo por este sector septentrional y en cuya base nos encontramos (1266 m). Por esta canal vamos a bajar pues, a priori, no esperamos encontrar dificultades reseñables; veremos en un momento que esto no va a ser así y nos vamos a meter en un sitio delicado.
Total que, mientras admiramos las preciosas vistas que tenemos de La Mostayal desde este lugar, hay algo que nos llama la atención en el margen derecho de la canal.

Se trata de un precioso arco calizo que resulta ser una grata sorpresa, ya que no contábamos con ello y no conocíamos su existencia.
Sin embargo es una formación natural que se divisa perfectamente desde Pan de La Forca, por donde ya hemos estado varias veces, aunque nosotros, la verdad, nunca nos habíamos fijado. Si no sabes de su existencia puede pasar desapercibido.

Y, si bajamos escasos metros por la canal, nos situamos en su frente (1254 m).

Desde donde se puede cruzar a través de él sin mayor problema.

Accediendo así a una especie de cubículo calizo del que el arco es entrada, conformando un guapo conjunto natural muy singular.

Sin duda se trata de un lugar al que merece la pena acercarse, pues es un rincón espectacular.

Y, para ello, lo mejor y aconsejable (por no decir lo obligado) es seguir la senda que desde Pan de La Forca cruza por Bildeo hacia Fontazán, y abandonarla ascendiendo hacia el Mosquil para buscar la entrada superior de esta canal. No por su parte inferior, por donde vamos a bajar nosotros, que tan felices nos despedimos ya del arco y continuamos en descenso canal abajo, siguiendo senderillos de animales, pensando que es un mero tramite lo que nos queda hasta Pan de La Forca.

Pero ¡ay amigo! el terreno cada vez se vuelve más vertical, llegando un punto en que se torna sumamente pendiente y delicado; no hay ni buena bajada ni salidas laterales. Vamos hacia la pequeña liada parda de la jornada.

Así que, hilando fino, continuamos nuestro descenso con sumo cuidado, afianzándonos a la misma vegetación, siendo los metros finales los más peliagudos, pues nos obligan a destrepar literalmente cara a la pared, asegurando los apoyos como buenamente podemos y agarrándonos fuertemente a la argaña mientras nos descolgamos. 
Terminada la bajada con mucho tiento y sin ningún percance, vemos toda la canal descendida desde el arco. No es un tramo largo, pero sí totalmente desaconsejable; en mojado ni te cuento.

Otra vista atrás, donde impresiona la verticalidad de los murallones que forman la vertiente norte del Mosquil, con el arco a su derecha, sobre la susodicha canal que acabamos de bajar y que, desde esta posición, parece más factible de lo que realmente es.

Y nada, ahora sí, plácidamente alcanzamos la collada de Pan de La Forca (1100 m), con su ganado que, bucólicamente, pasta al calor del sol. 
Lugar donde La Mostayal, cumbre más septentrional de la sierra, se desgaja del resto del cordal.

Un sitio bien guapo, sin duda. Con sus mullidos pastos y paso importante que comunica las vertientes oriental y occidental del Aramo.
Atrás dejamos el Mosquil.

Cuando nos dejamos caer por la vertiente oriental, enlazando con el camino conocido como Camín Riosán.

 Camino ahora arrasado y convertido en pista que llega a la majada de Brañacé, cuyas cabañas dejamos a nuestra izquierda y a donde no nos acercamos, aunque sí nos detenemos un momento en su buenísima fuente un poco más abajo.

Y ya, sin más historia, cuando el sol se esconde por detrás del Mosquil...

...llegamos a la Vega Bobies donde tenemos el vehículo.
Finalizamos así esta preciosa ruta por la inconmensurable Sierra del Aramo.
Itinerario que se puede simplificar si se opta por pasos más sencillos y habituales a los que nosotros hemos improvisado.

Os dejamos el perfil de elevación.

¡¡Un saludo!!