viernes, 21 de febrero de 2020

Las Minas Prehistóricas de Texeo (Riosa).

Minas Prehistóricas de cobre y cobalto de Texeo.
Itinerario desde Llamo (Riosa).
- Sierra del Aramo -


(El Socavón)

Si hay una cordillera que destaca en la zona central de Asturias, es sin duda la Sierra del Aramo, alargado murallón que se yergue en el corazón del territorio astur, elevándose sobre los concejos de Lena, Riosa y Morcín a Levante, y sobre los de Santo Adriano, Proaza y Quirós a Poniente, separando los valles del Nalón y Caudal de los del Trubia.
Calcárea cordal cuya pétrea estructura se tapiza con los verdes pastos de altura, siendo un lugar venerado y transitado desde muy antiguo. Hogar de la ancestral deidad prerromana del dios Aramo, protector de las encrucijadas de caminos, y donde remotas e incipientes culturas pastoriles han dejado su huella desde la noche de los tiempos.
Y de eso precisamente trata la ruta de hoy, pues vamos a conocer uno de los primeros vestigios de actividad humana en esta mágica sierra, desarrollados en los albores de la Historia. Un viaje por esos mares del tiempo que nos va a llevar 4500 años atrás hacia el Calcolítico o Eneolítico: la Edad del Cobre.
Se trata del impresionante yacimiento prehistórico de las Minas de Texeo, ubicado en la vertiente oriental de la sierra donde, con primigenias, rudimentarias y esforzadas labores mineras, se extrajo precisamente mineral de cobre, cuando nuestros antepasados se iniciaban en el desarrollo de las primeras técnicas metalúrgicas.
 Explotación única que, por su gran complejidad y valor histórico, se considera la más importante y antigua de Europa en su género, cuyo origen se situaría entorno al año 2500 A.C. aunque quizás la fecha de datación del yacimiento pudiera irse aún más atrás, extendiéndose la actividad por un periodo de 1000 años hasta su abandono.
Irían cayendo estas minas en el olvido mientras se suceden las centurias, y no sería hasta 1888 que un ingeniero belga, de nombre Alejandro Van Straalem, el cual trabajaba como director de las minas de mercurio de la Soterraña de Muñón, se encontró con ellas fortuitamente cuando inspeccionaba esa zona del Aramo, aunque no sería descabellado afirmar que los pastores conocerían la existencia de este lugar antes de ser ‘descubiertas’ por dicho ingeniero, pues ya el paraje era conocido en la época como ‘La Campa les Mines’.
El caso es que, a partir del hallazgo, nace una sociedad creada exprofeso para la explotación de estas minas y de mayoría de capital inglés, llamada The Aramo Copper Mines Ltd, lo cual representa en 1892 un punto de partida para la reanudación del aprovechamiento de minerales de cobre y cobalto. Para ello se franquearon bocaminas a media ladera para una mejor explotación del yacimiento de mineral y se construyó en Rioseco un poblado de estilo inglés, con viviendas, economato y cantina. Pero la Primera Guerra Mundial truncó los planes británicos de seguir explotando las minas, que fueron pasando de mano en mano; primero, por la Empresa del Sur, hasta que en 1940 se quedó con ellas la Sociedad Minero Metalúrgica Asturiana. Fueron años de prosperidad para la zona, donde el poblado de Rioseco y las aldeas cercanas, como Llamo, estaban llenas de trabajadores. En el año 1960 se cierra la mina y el poblado de Rioseco se abandona hasta la actualidad, cuando se acomete su rehabilitación para poner en valor un patrimonio industrial de primer orden.

Es de recibo mencionar el espectacular reportaje de José Luis Cabo, Cronista de Riosa, que aporta infinidad de datos al respecto de un yacimiento tan importante, y que podéis ver AQUÍ.


Cartografía IGN 1:25000 Hoja 52-4

Cota mínima: 505 m.
Cota máxima: 1193 m.
Desnivel máximo: 690 m.
Desnivel acumulado: 750 m.
Distancia: 8 km (ida y vuelta).
Tiempo: 6 h (con las paradas)
Inicio/Fin: Llamo.


Por la AS-231 vamos a llegar a La Vega (Riosa), donde tomamos la estrecha y sinuosa RI-6 que en unos 6 km finaliza en Llamo.
Llamo es una aldea perteneciente a la parroquia de Riosa, asentada en las laderas del Aramo a unos 525 m de altitud y a orillas del río que lleva su nombre.

Su caserío se encuentra concentrado, conservándose dos hórreos y una panera en buen estado.
Cuenta también con una capilla puesta bajo la advocación de la Virgen de las Nieves.
Esta aldea goza fama de tener aguas de buena calidad, por lo que podemos aprovechar y aprovisionarnos en la buena fuente que se encuentra en la plazoleta a la entrada del pueblo, donde precisamente habremos dejado el coche al lado del lavadero; habrá espacio como para un par de vehículos a lo sumo.

 Lavadero que se ve remozado y junto al cual comenzamos nuestra andadura tomando por la calle que vemos.

Y que nos llevará a ir caleyando por la pequeña aldea hacia el Sur buscando la tendencia descendente.

Prestando atención a la abundante señalización al respecto de la ruta y a otros singulares detalles que nos llaman la atención.

Aldea que enseguida abandonamos al rebasar las casas de La Estrecha, continuando en ligero descenso hacia el fondo del valle, cuya cabecera vigila la prominencia del Pico Cocheu y la mole del Villuriz, a la derecha.

Total que, en nada, nos ponemos a nivel del río Llamo, el cual salvamos por un puente de hormigón para seguidamente acometer una subida.

Fuerte repecho, no muy largo, donde el hormigón de la pista se encuentra sumamente húmedo y resbaladizo.

Vista atrás, majestuosos horizontes nos ofrece la salida del Valle de Llamo hacia la montaña sagrada por excelencia: El Monsacro.

Así enfrentamos un tramo más cómodo, que discurre cerca del río La Valluga, y el sifón homónimo de la traída de aguas que, desde Fuentes Calientes en Quirós, se dirige hacia Oviedo por Riosa.
Alcanzamos entonces la cerrada curva a derechas de El Arenero, donde muy cerca se encuentra la presa que retenía el mineral triturado una vez lavado. Curva a partir de la cual sólo nos resta ascender un breve tramo...

...para llegar al Poblado Minero de Rioseco (628 m).
Rehabilitado parcialmente en 2011, se encuentra en un rellano a los pies del pico Villuriz y el Cochéu, con la entalladura del Averón de Foz entre las estribaciones de ambos, donde nace el río La Valluga y se encontraba la captación de agua para abastecerlo.
Poblado erigido para alojar a los trabajadores de las minas, cuya construcción se inicia en 1892, como parte de las nuevas infraestructuras mineras necesarias para comenzar la explotación a raíz del redescubrimiento de las labores antiguas.
 Un año después ya hay construidas viviendas, fraguas, instalaciones de preparación, transportes, oficinas y laboratorios. Aunque es en 1904 cuando se concluye la 2ª fase de la construcción, debido ya a la iniciativa británica, de ahí las características de los edificios construidos al más puro estilo inglés
Constaba el lugar de seis edificios:
La casa del director, o Casa de Ingenieros, la de servicios (de este edificio solamente queda la planta semisótano), donde se ubicaba la cantina, oficinas y economato, y los tres edificios destinados a vivienda, que vemos en la imagen y han sido restaurados. Alejado del resto vamos a ver otro edificio destinado en origen a caballerías, aunque más tarde sería acondicionado también como vivienda.

Cuenta la zona con sendos paneles informativos que nos explican el propósito de las construcciones que vemos.
Un detalle llamativo es la ubicación de la Casa de Ingenieros, La Casona; en su momento mucho más confortable que las otras viviendas, se encuentra separada de éstas para evidenciar el distanciamiento social de clases. A día de hoy todavía no ha sido rehabilitada.

Nos dirigimos entonces a la próxima planta de tratamiento del mineral, que se encuentra en una plataforma superior.

Para ello seguimos la pista que asciende por encima del poblado, desde la que obtenemos una panorámica del mismo, con el monte de La Mesta al fondo, en la cordal de Las Segás.
Comentar que el conjunto habitacional ocupaba unos 1000 metros cuadrados y contaba con servicio de agua corriente en todos los edificios, aunque la electricidad no llegaría hasta 1947, ya en el último periodo.

Nuevo panel informativo al respecto de los niveles de explotación, mientras ascendemos cómodamente por un amplio torno del camino, del cual parte un ramal que se corresponde con la antigua pista que sube a La Mesta, construída para evacuar el mineral procesado y por donde podríamos acercarnos al Averón de Foz, donde se encuentra la captación de agua que abastecía el poblado y la planta de tratamiento.

Aunque nosotros lo obviamos y nos dirigimos directamente a visitar dicha planta de tratamiento, en el inmediato nivel superior del paraje de Casa Candanal.

Total que, accedemos a las instalaciones donde se procesaba el mineral (670 m): el lavadero o zona de decantación, las tolvas, la planta de isodromía (concentración por mesas de gravitación), la planta de lixiviación (tratamiento por vía húmeda-amoniacal) y el laboratorio.

Procesos que nos explica el panel informativo pertinente.
Tras un triaje previo en la zona de labor del Valle de Texeo para reducir el volumen de transporte, el mineral llegaba a estas instalaciones donde, inicialmente, se disponía de una planta de gravimetría o isodromía, en la que, una vez molido el mineral, se separaba la fracción más pesada de éste, consiguiéndose recuperar los minerales más ricos en cobre.
Como dato singular, esta planta de gravimetría estaba operada casi exclusivamente por mujeres.
Su trabajo en los lavaderos era la de recuperar los minerales más ricos en cobre. Sin embargo, en los estériles de lavadero aún quedaban restos de cobre, alrededor de un uno por ciento de contenido medio.

Por lo que a fin de recuperar los minerales de baja ley y los estériles del lavadero, se estableció más tarde y para su aprovechamiento, una planta por lixiviación amoniacal colindante a la de isodromía, con la cual compartía tolva. Tolva desde la que se cargaba el mineral en unos depósitos, junto con agua y amoniaco como solución de lixiviación. Estas soluciones amoniacales se concentraban en sales de cobre, que se recuperaban mediante un evaporador.
Cabe destacar que, esta planta de lixiviación amoniacal, también conocida como La Húmeda, fue la primera implantada en Europa con esta tecnología, realizándose la primera separación completa de mineral el 4 de agosto de 1954, ya en la última etapa de la explotación.

Destaca también la chimenea de 20 m de altura, construída en ladrillo rojo y en perfecto estado de conservación.
Estamos en un lugar que, a la sombra del pico Villuriz, hará las delicias de cualquier amante de la arqueología industrial; muy interesante, sin duda.

Continuamos entonces ascendiendo hacia el mirador que, en 2015, se instaló sobre las tolvas de recuperación de la planta de tratamiento.

Mirador, junto al cual, se encuentra una vagoneta sobre un pequeño tramo de raíles.

Aunque este tipo de vagoneta nunca se usó en esta explotación y los elementos que vemos sólo tienen función ornamental.

El mirador esta construído en una estructura de planchas metálicas con una pátina de óxido, que le da un toque fabril, en un estilo que no desentone mucho con las estructuras industriales sobre las que se acomoda.

Y desde su "alfeízar", a vista de pájaro, tenemos una perspectiva aérea de la planta de procesamiento, con grabados en el metal que nos indican el cometido de los edificios que tenemos a la vista.

Destaca al Norte el Valle de Llamo, que enmarca el mogote calizo del Monsacro o La Magdalena. Con las casas de Les Texeres por la izquierda y, poco más adelante, las de San Adriano, apreciándose al fondo las de las aldeas de la Vega de Riosa, en las faldas que decaen del pico.

Al Oeste, el desafiante Villuriz, que flanquea al Valle de Texeo, por el que pindiamente tendremos que remontar cerca de sus paredes calizas, en busca de las labores prehistóricas, que se encuentran a media ladera en esta vertiente oriental del Aramo, próximas a la cota de 1200 m.
Vemos en la base del pico, el Nivel Inferior de la explotación, al que seguidamente nos dirigimos, en este paraje de Casa Candanal.

Así que, al momento y en muy poca distancia, alcanzamos dicho Nivel Inferior; un rellano artificial del Transversal de Casa Candanal, también conocido como Socavón de Rioseco (705 m), y donde vemos acondicionada una pequeña área de descanso.

Como veis, bien cerca de la planta de tratamiento y el poblado de Rioseco, pues estamos en el nivel a donde llegaba el mineral previo a su procesamiento.

Comentábamos hace un momento, que las labores prehistóricas, las cuales se franquearon para la explotación moderna, se encuentran cerca de la cota de 1200 m, por lo que, para descender el mineral, era necesario un complejo entramado de planos inclinados y cables aéreos que salvasen la abrupta orografía del Valle de Texeo. Se iniciaron entonces, por parte de METASTUR, los trabajos para labrar una galería o transversal horizontal, orientándose desde esta cota hacia la zona de mineralización, con la cual comunicaría mediante pozos verticales por los que se bajaría el mineral, con la idea de simplificar este proceso.

Alcanza la galería una longitud del orden de 900 m, en una dirección Este - Oeste, aunque al final, el frente de la excavación, no dio inicialmente con la vertical de la zona de mineralización, y el transversal nunca llegó a conectar con las plantas superiores, pues estas obras se llevaron a cabo a finales de la década de los 50, que se corresponden con los últimos años de la explotación minera. Y es que, cuando estaba prácticamente terminado, se produjo el cierre de la empresa en el año 1960, como consecuencia de los bajos precios del cobre.
Al presentar condiciones de inseguridad, los primeros 200 m de la galería son reforzados por una bóveda de cañón, construída en mampostería y ladrillo rojo. En la actualidad se han restaurado unos 150 m que son visitables.

Pues nada, toca buscar el camino que, por la izquierda del Transversal de Casa Candanal, remonta en fuerte pendiente por el Valle de Texeo en busca de los niveles superiores y, por lo tanto, las labores prehistóricas, principal objetivo del día.
Camino que, entre avellanos, asciende serpenteando en innumerables revueltas, tratándose del tramo más esforzado del día, pues hasta casi 500 m de desnivel tendremos que superar hasta el yacimiento de El Arrebolléu.

Se trata de una vía que se construye entre 1892 y 1893, como parte de la infraestructura necesaria para volver a explotar las minas, siendo empleada por el personal y para el transporte de material con caballerías. Ya nos lo describe el ingeniero belga Dory en su magistral estudio del yacimiento: Memoria sobre las Minas de Texeo, publicada en el año 1893 en la Revista Metalúrgica y de Ingeniería de Madrid.
Según Dory, el camino en su origen tenía 52 revueltas, aunque nosotros acabaremos perdiendo la cuenta y no sabríamos decir cuantas contamos. Además, a partir del Piso 1, se encuentra muy desdibujado y es difícil de seguir fielmente. Aunque, hasta ese nivel todavía se conserva en relativo buen estado con tramos de su antiguo empedrado.

Así que, con calma y sostenido ascenso, ganamos altura con fuerza sobre el fondo del valle, donde vemos Llamo muy abajo y vamos disfrutando del entorno natural que nos rodea.

Revuelta va y revuelta viene, el camino que pocas treguas da, se va arrimando a los contrafuertes calizos del Villuriz. Se mantiene el paso franco, si acaso sólo sorteamos algún pequeño obstáculo a modo de árbol caído, consecuencia de los últimos temporales.

Sin olvidarnos que por esta senda subían y bajaban todos los días los trabajadores de las minas.

Alcanzamos entonces el lugar que se conoce como El Seltu (879 m), donde aún se conserva una estructura de piedra sobre la que se apoyan los cables aéreos, cuyos restos podemos ver y que descienden hacia las inmediaciones de la planta de procesamiento.

Y como si el tiempo se hubiese detenido, todavía se encuentra en su lugar una roldana y el cangilón de hierro que cuelga del cable. Talmente parece que estuviera a la espera de continuar su camino hacia los niveles inferiores para procesar su carga.

Total que, seguimos nuestro ascenso por las sempiternas revueltas, cuando ya se adivina la cimera de la sierra, señal de que nos aproximamos a Campa Texeo.

Pero hay que estar atentos, porque vamos a llegar a la altura de un rellano que dejamos a nuestra izquierda, y que se corresponde con la trinchera minera del Piso 1 (1000 m).
Decimos lo de estar atentos, porque en las paredes calizas se abre una bocamina que, desde el camino, pasa inadvertida. Para llegar a ella debemos seguir la trinchera minera cruzando por una llamarga sumamente encharcada, pero son pocos metros.

Bocamina del Piso 1.
En el interior de la galería, aún podemos ver los restos de las vagonetas basculantes que se utilizaron en su momento y que, ya sin uso, se corroen inexorablemente.

Accedemos entonces a la amplia zona abierta de Campa Texeo. El topónimo Texeo se debe a que, tiempo atrás, hubo abundancia de tejo por este sector del Aramo.
A partir de ahora el camino se desdibuja y mimetiza con el entorno, aunque aún se intuyen sus amplios tornos, sin embargo seguimos campera arriba por donde nos parece.

Si nos fijamos, a nuestra derecha, semioculto por la maleza, podemos apreciar los restos del plano inclinado por el que se descendía el mineral desde el piso 2 al piso 1, antes de la existencia del entramado de cables aéreos.

Y, a nuestras espaldas, las vistas se van haciendo majestuosas según ganamos altura.
En primer término la Cordal de Las Segás por el sector de La Mesta y la Campa Gil Robles, distinguiéndose incluso a lontananza los Picos de Europa.

Surge entonces, por nuestra izquierda, las ruinas de lo que parece una torre de transformación eléctrica (1077 m).

Donde, efectivamente, en sus inmediaciones, apreciamos lo que queda del antiguo transformador desparramado por el entorno.

Pocos metros por encima de la torre, nos topamos con restos de antiguas estructuras, indicativo que hemos alcanzado el Piso 2 de la explotación moderna (1082 m). Concretamente a la altura donde se encuentran las antiguas balsas y el depósito de agua que se abastecía de la cercana fuente Sayán.

Estas balsas eran utilizadas para lavar el mineral antes de la construcción de la planta de tratamiento en el paraje de Casa Candanal.

También veremos restos de otras construcciones, que se corresponden con edificios auxiliares que albergaban el compresor de aire, las duchas, etc. siendo aún visibles -entre otros elementos- las conducciones de aire comprimido que alimentaban los martillos perforadores neumáticos.

Y nueva bocamina, cuyo acceso se encuentra reforzado en arco de medio punto enladrillado.

Poco más allá, dejamos a un lado lo que queda de la Oficina del Capataz.

Seguimos así el talud de la trinchera minera hacia el Norte, pasando al momento junto a un antiguo edificio techado a dos aguas, que resulta ser el que albergaba el cabestrante que tiraba de los vagones por el plano inclinado, entre el piso 1 y el 2, antes de la instalación de los cables aéreos, como habíamos comentado.
Esta solución de transporte de mineral por planos inclinados fue la mejor opción que estimaron en su momento, a finales del S.XIX cuando se redescubren las minas.
Pero se trataba de un método costoso, difícil de mantener, así que una vez reaunudada la actividad tras el parón en los años 30, se decide implementar el sistema de transporte por cable aéreo: vaivén.

Cable aéreo que encontramos caminando un poco más al Norte siguiendo la trinchera.

Primero una estructura en mampostería y toscos sillares.

Que cobija la roldana con el cable aún en su lugar.

Justo en la vertical de la anterior, otra estructura por donde desciende el cable, pero ésta de hormigón.

En su interior todavía se encuentra un cangilón; suponemos que aquí pudiera ser dónde se cargaban estas cubetas antes de iniciar su viaje hacia el nivel inferior.
El caso es que este sistema de cables aéreos tampoco estaba exento de complejidad y costoso mantenimiento por lo que, ya en los últimos años, se decide la construcción del Transversal de Casa Candanal, para simplificar la evacuación del mineral mediante pozos verticales, aunque nunca llegaría a entrar en servicio, como hemos dicho anteriormente.

Retrocedemos entonces por la trinchera, sin dejar de admirar las excelsas panorámicas que desde este lugar se disfrutan, hacia más allá de la Cordal de Las Segás y el valle de Lena, pudiendo apreciarse la línea de cumbres que, desde Peña Mea, llega al Torres ya en San Isidro, con los Picos de Europa aún más atrás.

Un poco de zoom al fiero Torres, en la zona de San Isidro.

Total que abandonamos la trinchera que, de haberla seguido hasta su extremo meridional, nos hubiera llevado hacia otra bocamina, cosa que pasamos por alto. Tiramos entonces para arriba, abandonando el Piso 2, para continuar remontando por Campa Texeo, pasando inmediatamente junto a la camuflada Fuente Espinera.

Fuente Espinera (1091 m), el por qué del nombre está claro.

Así seguimos ascendiendo cuando el camino ya es simple vereda montañera.

Y que nos lleva a remontar soslayando una bocamina (1121 m).

Bocamina que creemos pudiera pertenecer al Piso 3, aunque uno ya se lía con los niveles de la explotación.

El caso es que, una vez superada esa galería y en poca distancia, la vereda gira a izquierdas tomando rumbo sur, para adentrarse en la espesura, donde abunda el acebo. Veremos algún jito en este tramo.

Y ya, sin más, accedemos al paraje de Campa les Mines (1170 m) y, por lo tanto, al plato fuerte del día, que se corresponde con el nivel del Piso 4.

Se trata del espectacular monumento prehistórico del Socavón de la Campa les Mines.
El resultado apabullante de unas labores mineras comenzadas hace nada menos que 4500 años atrás,  y que sin duda sobrecoge.
Hay que verlo in situ, porque las fotos no transmiten en toda su plenitud las sensaciones que en este lugar se obtienen. Y es que, ante nosotros, tenemos el resultado de cómo se doblegó la montaña con primigenias y esforzadísimas técnicas mineras prehistóricas, pertenecientes a la primera etapa de la Edad de los Metales: la Edad del Cobre, también conocida como Calcolítico o Eneolítico.
Llaman mucho la atención los hermosísimos pilares y arcos que, rudimentariamente, iban labrando aquellos ancestrales mineros, con el objeto de que no se les viniesen las bóvedas encima.
Hay que comentar que, este yacimiento, fue franqueado para el reinicio de su actividad, ya en época moderna, a raíz de su redescubrimiento , por lo que en origen no estaría a la vista tal cual lo vemos hoy, sino parcialmente oculto bajo tierra, descendiendo los antiguos mineros a las labores por pozos verticales.
Es el ingeniero belga Alfonso Dory quién, a finales del XIX hace un exaustivo y magistral estudio del sitio, describiéndolo con todo lujo de detalles en su Memoria.
Estudios que más tarde complementará y puntualizará el catedrático de prehistoria de la Universidad de Oviedo Miguel Ángel de Blas Cortina en sendas campañas arqueológicas (1985 y 2005). Profesor al que tuve la suerte de conocer hace muchos años, cuando mis veranos pasaban vinculados al mundo de la arqueología.

Descendemos entonces, no sin cierta sensación inquietante, a este mundo sobrecogedor. Y con cierto cuidado, pues la ínfima traza se aprecia pendiente y resbaladiza, no siendo deseable una eventual caída; desaconsejable en según qué condiciones de humedad o nieve.

Como habíamos dicho, son los bellísimos pilares y arcos rebajados, lo que más sorprende a primera vista.
Labrados a modo de entibación, para evitar el derrumbe y más estrechos en su base, por lo que a ellos se atarían cuerdas para facilitar el trabajo, según explica Dory.

Los filones que aquí se encuentran están constituidos por dos minerales metalíferos: el cobre y el cobalto, ambos en gran riqueza. Sin embargo nuestros ancestros desechaban el cobalto -por otra parte de gran calidad- al que le atribuían cualidades perniciosas, por lo que se apartaba del cobre, el cual se encontraba acompañado de carbonatos, como son la azurita y malaquita, que todavía podemos ver  en abundancia por la zona, con sus característicos tonos azules y verdes.

Imaginar cómo sería de difícil la extracción del mineral en aquellos tiempos prehistóricos, cuando las herramientas de las que se disponía, se reducían a rudimentarios picos y cinceles de asta, junto con agujas, cuñas, martillos y mazas de piedra caliza, utilizando el fuego de teas como precaria iluminación.
Y los esqueletos, más de 26 se han encontrado en estas Minas de Texeo, todos ellos pertenecientes a varones. Sin embargo los estudios llevados a cabo, apuntan a que la muerte de estos individuos no fue consecuencia de accidentes en la mina -por lo menos la mayoría- sino, parece ser, que se utilizaron las galerías ya explotadas como lugares de enterramiento, en un ritual a modo de ofrenda a la montaña circunscrito a la Cornisa Cantábrica, pues no se han encontrado tales procedimientos en otros yacimientos semejantes.
Otra conclusión interesante a la que ha llegado el arqueólogo Miguel Ángel de Blas, al analizar los útiles de trabajo, es que en esta Sierra del Aramo ya se pastoreaban cabras y ganado vacuno hace 4500 años.
Todos estos hallazgos arqueológicos, junto con el estado de conservación del yacimiento, su antigüedad y complejidad, hacen de este lugar que estamos contemplando, el más importante de Europa en su género.

Desde la vereda de acceso a la mina tomamos esta foto a los compañeros, que pueden servir de referencia para que os hagáis una idea del tamaño de este conjunto prehistórico.

Prácticamente, desde el fortuito "descubrimiento" de estas minas por Van Straalen en 1888, fueron explotadas hasta la segunda mitad del S.XX, tiempo en que se fueron sucediendo las diferentes compañías, destacando en el inicio la Aramo Copper Mines ltd, constituida en Londres a finales de ese S.XIX y de mayoría de capital inglés. Pronto las consecuencias de la Primera Guerra Mundial se hacen notar pues, concluída ésta -que ya sabemos quién perdió- se produce un parón en las actividades, debido a las restricciones impuestas a los proveedores alemanes. Parón que duró hasta la llegada al poder del general Primo de Rivera, cuando se reactivan otra vez amparadas por una política de subvenciones. Se reanuda entonces la explotación del cobre (1924), aunque en este período se da mucha importancia a la extracción de cobalto, exportado a Francia por la Empresa del Sur, así irán las minas pasando por diversas manos, hasta que llega un nuevo cese de actividad (1931 - 1936), al instaurarse la II Republica. Será en el periodo de 1947 a 1960, cuando se hace cargo de ellas la Sociedad Minero Metalúrgica Asturiana (METASTUR), que alcancen su cénit de producción, siendo la explotación más importante de Asturias en los años 1954-55.
 Aunque al final, con la caída de la cotización del cobre se vieron abocadas al cierre allá por 1960.

Abandonamos entonces el Socavón, mientras nos deleitamos con las vistas que nos ofrece el lugar, entre las que, a esta hora y con mejor luz, destacan los Picos de Europa. También hacia la Vega de Riosa, con la entalladura que separa al Monsacro de la Peña Manteca, incluso vemos Oviedo, más al fondo, siendo posible divisar Gijón y el Cantábrico, de ser un día más claro.

Continuamos así recorriendo la trinchera del Piso 4 hacia el Sur, llegando a una bocamina (1183 m); ésta perteneciente a la explotación moderna.

En cuyo interior observamos, nuevamente, elementos que se quedaron expectantes de una nueva actividad que nunca llegará.

Seguimos entonces manteniendo nuestro rumbo meridional por el senderín.

Mientras, por encima nuestro, se descuelga el monte de La Cueñona, por el que antaño discurría una ya perdida senda que, buscando la cimera, comunicaba con las majadas de altura de la vega de Aveduriu.

Alcanzamos entonces otra oquedad; se trata de un pozo vertical perteneciente a las labores antiguas al que se le ha colocado protección, con tal de evitar un fortuito accidente.

Y, ya mismo, vamos a ver por encima nuestro, un potente muro de gran entidad, que cruzamos por una brecha que presenta el lienzo, al parecer consecuencia del impacto de un proyectil de artillería, disparado en unas maniobras militares de gran envergadura, que la República organizó en el Valle de Llamo, en una época en que estas minas no tenían activadad (1931 - 1936).

El muro nos da paso a otro lugar especial: la entrada franqueada del yacimiento prehistórico de El Arrebolléu (1193 m).

Una vez más estamos ante unas labores mineras realizadas hace miles de años; yacimiento similar al del Socavón, que acabamos de visitar, de menor entidad pero quizás aún más antiguo.
En él observamos las mismas técnicas de extracción del cobre, destacando los pilares invertidos a modo de entibación.
Imresionante, sin duda.

Pues nada, visitado El Arrebolléu, sólo nos resta desandar nuestros pasos.
Primero de vuelta a Campa Texeo y el Piso 2.

Para enlazar con el camino de las 52 revueltas y rebasar el Piso 1.

Dejando a un lado el apoyo pétreo de los cables aéreos de El Seltu.

Cuando ya tenemos a la vista la aldea de Llamo.

Revuelta tras revuelta, entre la frondosidad de avellanos, bajamos ligeros.

Y enseguida llegamos al nivel inferior del paraje de Casa Candanal, soslayando el Transversal y la Planta de Tratamiento.

Atravesamos entonces el poblado de Rioseco, cuando el sol ya se nos oculta por detrás del Averón de Foz.

Para descender por la pista rebosante de humedad y cruzar el Río Llamo.

Recibiéndonos las casas de La Estrecha al entrar en Llamo.

Finalizamos así esta fantástica ruta, sumamente interesante, que conjuga los valores naturales y paisajísticos con un patrimonio industrial, histórico y arqueológico de primer orden.

Os dejamos el perfil de elevación.

¡¡Un saludo!!


2 comentarios:

  1. ¡Menudu trabayu fixisteis! ¡Cuánta documentación ya información! Abondes y bones semeyes que faen que "veamos" los llugares como si tuviéramos nesi sitiu. ¡Norabona y gracies polo que mos enseñáis!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡¡Munches gracies Arturo!! pa los que nos presta conocer les huelles de actividá humana ancestral y, encima, combinao el asuntu con un perguapu paseín montunu por una montaña como ye el Aramo, que tanto tien pa ofrecenos, ye una cita ineludible; recomedámostelo, va gustate de xuru.
      ¡¡Un saludu!!

      Eliminar