viernes, 2 de agosto de 2019

Pico Paradiella por el Camín del Fierro.

La Paradiella por el Camín del Fierro.
Circular desde Espines de Foz.
- Sierra del Aramo -


(El Pontón)

La Sierra del Aramo, situada en la zona central de Asturias, se extiende a lo largo de unos 15 km, alineándose en dirección noroeste-sureste y separando las cuencas del Trubia y del Riosa.
Es en los confines meridionales de este alargado espinazo, que se alza la modesta cumbre de La Paradiella -o Pradiella- como viene nombrada en algunos mapas, seguramente de forma errónea.
Cima poco frecuentada por el montañero, a la sombra de altitudes más nombradas de la cordal, se yergue sobre las hermosas vegas de Espines, Foz, Abeduriu y Veneros, siendo un buen balcón sobre los valles de Riosa, Lena y Quirós.
Pico que en esta ocasión pretendemos visitar, pero como colofón al que será el principal objetivo del día: El Camín del Fierro, un antiguo camino carretero de uso minero, que remonta sinuoso la empinada ladera que decae del cordalín de La Paradiella, en la vertiente oriental de la sierra y por donde antaño se bajaba el mineral de hierro.

Se trata de una ruta corta que no presenta gran dificultad, a excepción del tramo de la Senda del Muñón de Espines, por el que nos planteamos el regreso, ya que dada la época estival en que hicimos el itinerario, lo encontramos muy cerrado de vegetación, desdibujándose el sendero, lo que obligó a hilar fino en cuanto a orientación se refiere. Seguramente en otra estación del año menos exuberante sea más fácil seguir la senda.

Cartografía IGN 1:25000 Hojas 52-4 y 77-2

Cota mínima: 1032 m.
Cota máxima: 1457 m.
Desnivel máximo: 425 m.
Desnivel acumulado: 540 m.
Distancia 7 km.
Tiempo: 4 h (con las paradas).
Inicio/Fin: Collada Espines.


Siguiendo la AS-230, que comunica los municipios de Lena y Quirós por el alto de La Cobertoria, entre el Km 12 - 13, a unos 7 km de Pola Lena y cerca de la pista que desciende a la próxima área recreativa de La Peral, tomamos un desvío por el que, a su vez, asciende otra asfaltada que nos conduce a la collada Espines de Foz, en el alto de La Segá (1032 m). Lugar en el que confluyen los concejos de Riosa, Lena y Quirós, y donde se han catalogado túmulos neolíticos.

Dejamos el coche junto a la misma pista, la estaquera divisoria que nos separa del mayau Espines y un panel informativo al respecto del tejo y acebo, y ya tenemos a la vista la calcárea mole de La Paradiella, a la que nos encaminamos.

Al momento, pasamos junto al curioso mojón de piedra de Muñón d'Espines.

Mojón que es vértice donde convergen los municipios de Lena, Riosa y Quirós, como habíamos comentado, con sus iniciales talladas en las tres caras.

Una vista atrás hacia la collada Espines, donde vemos el pico Cogollu, que la cierra por su otro margen y es inicio de la Cordal de Las Segás, divisoria natural de Riosa y Lena. También la pista por la que hemos venido, que sigue dicha cordal hasta confluir con la AS-231, comunicando ambos términos municipales.

Así seguimos por el senderín que discurre junto al cierre, internándonos por zona más tupida de vegetación en la que abunda el acebo o carrasco.

Cierre que muere al estrellarse contra la caliza de la peña, a la altura de una oquedad.

Y que debemos sobrepasar de forma un tanto incómoda.
Quizás hubiese sido mejor opción, en la collada, haber cruzado la portilla de la alambrada estaquera y seguir otros senderos que discurren por el margen del mayau Espines, ya en terrenos de Riosa.

Accedemos de esta forma a la oquedad que se conoce como La Cueva El Tambarón (1104 m) y por tanto, a territorio riosano.

Toma entonces la senda rumbo norte, cuando atravesamos un espeso bosquete, en el cual hay que fijarse un poco dada la exuberancia propia de la época del año.

Pero en nada salimos a zona abierta, cuando toca enfrentar la subida por la Cuesta de La Paradiella, ladera que decae del cordal y que el Camín del Fierro, en el que nos encontramos, remonta hacia su cimera.

Sin pausa ganamos altura y, poco a poco, abajo va quedando Espines de Foz.
Al fondo se intuye entre las nubes el Escuréu de Brañavalera.
Comentar que por la parte baja de esta ladera de la Cuesta La Paradiella, que decae hacia el mayau de Espines de Foz, se encuentra la famosa Cueva de Los Gancios, origen de leyendas vinculadas a moros y tesoros. Quedará para otra ocasión.

Nubes que entran y salen y, a ratos, nos dejan ver por encima de nuestras cabezas la cumbrera de La Paradiella, que vamos a recorrer en breve.

Así subimos cómodamente por la marcada traza, mientras por debajo metido en niebla, el Valle de Foz, que se descuelga de la Collada Espines, en el que más que ver adivinamos, el bravo Cochéu, por delante de la Cordal de Las Segás, de la que poco se intuye.

Toca entonces un quiebro a izquierdas del ancho camino.

Que nos aboca hacia un bosquete que atravesamos.
Se trata de la mata de La Parrona (1245 m).

Superada la cual, recuperamos inmediatamente el rumbo al Norte, discurriendo nuestro caminar por tramos de entidad que denotan la buena factura de esta antigua vía.

Tramos en los que se nos revelan más evidentes las potentes armaduras de este importante camino, también conocido como Calza'l Fierro o Camín de La Paradiella, por el que se bajaba el mineral de hierro de la próxima mina. Uno se imagina los carros transitando por aquí cargados de mineral. Muy chulo e interesante, sin duda.

Total que, mientras atravesamos la cota de la niebla, llegamos al paraje donde, al parecer, se encontraba la mina en cuestión de La Paradiella (1300 m).

Como denota la gran cantidad de lo que creemos es oligisto, mineral de óxido férrico, que se debía cargar por aquí.
Veremos algún signo de prospección, incluso existe una galería por las inmediaciones que, sin embargo, nos pasa desapercibida.
Hasta principios del pasado siglo, desde este lugar se bajaba el hierro para fundirlo en la Fábrica de Ribona, próxima a Piedracea.

Rebasada la mina, continúa en ascenso nuestro armado camino en un tramo precioso de considerables armaduras.

Lo que nos hace pensar que, quizás, sea un vial anterior al yacimiento, y sirviese para comunicar con las majadas de altura de la sierra. Aunque, bueno, es una elucubración nuestra.

El caso es que, poco más arriba, la traza se desdibuja y desaparece súbitamente cuando sobrepasamos un cierre alambrado.

Y ya, por donde nos parece, o siguiendo tímidas trazas de ganado, nos dejamos caer ligeramente hacia la derecha, cuando acabamos de cruzar la cota de la niebla que, en pocos metros, nos da que vamos a poder disfrutar de un grandioso mar de nubes.

Nuestra opción pasa por orientarnos hacia la cima de El Pontón, en el extremo septentrional de esta cordal de La Paradiella, y que se ubica justo detrás de ese piquín que vemos, al que nos dirigimos cruzando por una llambria sin mayor dificultad.
Y es cuando nos encaramamos a ese resalte que...

...efectivamente, menudo mar de nubes tenemos bajo nosotros cubriendo los valles de la zona central de Asturias.
En este caso, una panorámica hacia el cordal de Brañavalera, en la sierra de Lena y Quirós.
Por detrás, hacia la izquierda, se atisba a ver el Cuitu Negru en la zona de Pajares e incluso las Tres Marías, en Arbás. A la derecha, la cordal de La Tesa, Mesa y Almagrera.
(Pinchar para ampliar)

Así, manteniendo nuestra tendencia noroccidental, cubrimos en ascenso la corta distancia que nos separa de El Pontón.

Llegando en nada a un colladín, que da paso a la vega de Abeduriu, y desde el que ascendemos a dicha cumbre del Pontón (1444 m) sin ninguna dificultad, separándolo de una siguiente tachuela, un poco más septentrional.

Por debajo nuestro y mirando al Noroeste, el hermoso valle de Abeduriu, protegido al Norte por las cumbres del Trasmonte y Los Bescones, culminando la vista en la cota más alta del Brañavieja.

Hoy, las privilegiadas vistas que nos ofrece esta Sierra del Aramo, que domina buena parte de Asturias, nos las oculta este mar de nubes que, por otra parte, resulta de lo más espectacular.
Al Norte, la otra tachueluca adyacente del Pontón, donde se encuentran los compañeros.

Cota desde donde ellos toman esta foto y decae sobre el Colláu Bues o Campa l'Acibu, dando paso a la ladera de La Quemá, siendo alcanzable también el mayáu y Picu Villuriz.
Comentar también que, rodeando el Pico Bescones por la vertiente que cae al collado que lo separa del Trasmonte (flecha), se puede acceder de forma un tanto abrupta, a la Ventana del Abeduriu, un ojal calizo a modo de mirador, con grandes vistas sobre la ladera de La Cueñona, donde se encuentran las minas prehistóricas de Texéu, y el Valle de Riosa.
Dada la niebla que hoy invade la zona, lo dejaremos para otra ocasión. Tampoco vamos a poder ver nada.

Hacia el Sur, todo el cordalín de La Paradiella que vamos a recorrer.
Al fondo, espectacular se nos muestra el elenco de cumbres del Macizo de Ubiña por su vertiente quirosana, desde el Tapinón y Siegalavá hasta el sector norte en los Huertos del Diablo.
A la derecha, el pico de La Bobia.
(Pinchar para ampliar)

Un poco más de zoom con más detalle hacia los bastiones de Ubiñas, donde destaca sobremanera la piramidal mole de Peña Rueda, que se yergue sobre los maravillosos Puertos de Agüeria.
En primer plano, la cima intermedia que a continuación vamos a ascender, para alcanzar, justo por detrás, el pico en cuestión de La Paradiella.

Buen momento para una paradita y picar algo, que se está muy bien y, como no, fotita de recuerdo.

Y nos vamos, cumbreando hacia el Sur por el cordalín, que no tiene mayor dificultad.
Primero descendiendo por los resaltes del Pontón.

Para luego caer a un collado y volver a remontar, cuando vamos soslayando el paraje de Campa Redonda, que comunica las vegas de Los Veneros y Abeduriu.
Una vista atrás hacia el Pontón y Abeduriu.
(Pinchar para ampliar)

Así, prácticamente sin esfuerzo, hacemos cumbre en la cota intermedia de 1448 m.

Ya tenemos a tiro de piedra la modesta cima de La Paradiella, que sin empeño alguno vamos a alcanzar por la zona alomada.
(Pinchar para ampliar)

Zona de pasto alomada donde el ganado ve bucólicamente el tiempo pasar.
Siempre presente la magnética figura de Peña Rueda, que hoy se está llevando gran protagonismo.

Así que, con la mayor de las comodidades, coronamos La Paradiella (1450 m).
Como vemos, se trata de un cordal muy asequible, con unas prominencias de similar altitud, que se recorre en un cómodo paseo y nos ofrece muy buenas panorámicas.

De Campa Redonda y la prominencia de El Visu, hacia el Norte, nos despedimos del Valle de Abeduriu.

Y ya, por debajo nuestro, la vega de Los Veneros con su laguna, a donde enseguida vamos a descender.

Vega esta de Los Veneros dominada por la calcárea joroba de La Bobia, cuya ladera vemos cortada por la pista que da servicio a las instalaciones de comunicaciones del Gamoniteiru, techo del Aramo, por la cual vemos a unos cuantos moteros.
También, en el fondo del valle, se aprecian las cabañas de la Casa del Inglés.

Una última mirada hacia Ubiñas y nos descolgamos siguiendo la línea cumbrera hacia el siguiente collado, cuando abandonamos territorio de Riosa y entramos en tierras quirosanas.
Descenso que, una vez más, no implica dificultad alguna y realizamos por donde nos parece.

Enseguida nos reciben unas cuantas amigas al llegar a la planicie (1400 m). 

Collado desde el cual abandonamos el cordal dejándonos caer por la derecha hacia Los Veneros.

Y orientándonos hacia la laguna, que es nuestra siguiente referencia a alcanzar.
Vertiente ésta donde nos llaman la atención coloridas crasuláceas en nuestro descenso.

Descenso sin traza de sendero que, una vez más, no implica mayor complicación y cada uno hacemos por donde mejor vemos.

Ingente la cantidad de ganado que nos encontramos en esta hermosísima vega de Los Veneros, cuando nos empieza a engullir la niebla.
Vemos también las cabañas de la Casa del Inglés.

Llagu Los Veneros (1310 m).

Precioso rincón donde las vacas se refrescan plácidamente del calor estival.

 Desde la laguna, abandonamos Los Veneros tomando rumbo suroeste.

Cruzando inmediatamente por entre las ruinas del mayáu La Bobia.

Y donde nos sorprende un tramo de buen camino empedrado.

Que en nada nos asciende al collado del Alto l'Aramá (1345 m).
Entroncamos entonces con la pista del Gamoniteiru, que seguimos en descenso unos 700 m, cruzando por un paso canadiense.

Pista que abandonamos por la izquierda al llegar a la Collá del Medio y rebasar la curva (1279).

No sin antes asomarnos a echar un vistazo por la vertiente quirosana al Valle de Quirós, donde vemos la próxima localidad de Llanuces.

Tomamos así un ancho camino.

Que nos baja inicialmente en rumbo sureste, y lleva a pasar sobre la finca de Treceúres, a la que da servicio, cuando gira al Noreste.

Lugar éste de Treceúres (1213 m) en el que, manteniendo el rumbo, seguimos por una senda de menor entidad, que nos encamina al follón del día.
Senda que enseguida se ve engullida por exuberante vegetación y, en un momento dado, se bifurca, pero debemos tomar la opción derecha, la que nos marca nuestro mapa. 

Poco más adelante, la cosa se va cerrando con tanta frondosidad estival, lo que obliga a empezar a hilar fino. Atravesamos entonces una mata, donde nuestro camino se desvirtúa entre trazas de animales y un bravo bosquete que se opone a nuestro paso, debiendo estar muy atentos a la orientación para no perder la huella correcta, que vamos ligeramente altos. Quizás en Treceúres, hubiese sido mejor tomar otra senda, que parece ser sale más baja y acaba entroncando con la nuestra.

El caso es que, ya por marcada huella, la cosa mejora cuando salimos a zona abierta.
Camino éste que en mapas antiguos hemos visto nombrado como Senda del Muñón de Espines.

Por debajo nuestro, la AS-230 que sube a la Cobertoria, cuando corta por la cabecera del Valle Peral.
Podría haber sido una opción de vuelta, pero nos hubiésemos comido un gran rodeo por asfalto, opción que descartamos al momento. 
Es verano y somos conscientes de que nos podemos encontrar tramos fieros de vegetación, aún así preferimos "fozar" un poco.

De esta forma llegamos a la fuente Bosbrigue, donde se impone una breve parada para "revisión de daños" y garrapatas si las hubiera, pues el entorno, dadas las fechas, se presta a ello. Nada grave.

Total que, continuamos por entre esta frondosidad "garrapateril" de indómitos helechos, teniendo el Cogollu ya a la vista.

Y, al momento, se muestra la Collada Espines, cuando salimos a zona franca.

Última mirada al Valle Peral, con los baluartes de Ubiñas asomando a lo lejos.

Cruzando sobre el mayáu de la Cuesta Bosbrigue, llegamos a Espines de Foz, donde tenemos el coche.
Cerramos así la circular a un itinerario, en nuestro caso corto, que nos hemos tomado como una primera aproximación bastante somera, a una zona que ofrece muchas posibilidades montañeras.

Os dejamos el perfil de elevación.

¡¡Un saludo!!


3 comentarios:

  1. Semeyes y reportaje 10. Por ahí anduve con algo de nieve. Enhorabuena por el reportaje

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    1. Muches gracies Mar!! Una zona muy guapa que da muchu juegu

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