Ruta de los Molinos de Ribadesella - Alto La Cruz.
Cordal del Monte Moru.
Circular desde Cuevas del Agua (Ribadesella).
Primera salida del año y empezamos la temporada con esta guapa y asequible ruta de los Molinos de Ribadesella, que parte de la localidad riosellana de Cuevas del Agua y hace tiempo queríamos recorrer. Un itinerario de cómodo caminar, con poco desnivel y que discurre por un precioso bosque de ribera siguiendo el curso aguas arriba del Arroyo del Ginestral del Castiello. A su vez muy interesante pues, en este recorrido, nos vamos a dar cuenta de la importancia que tuvieron estos molinos hidráulicos en el pasado. Ya que, desde la Edad Media, fueron un elemento fundamental e imprescindible en la economía de las comunidades; sobretodo a partir del S. XVII con el cultivo del maíz procedente de América. De hecho nos va a sorprender la alta densidad de los mismos en tan corta distancia. Aunque la mayoría están en estado de ruina.
La ruta como tal, finaliza en la aldea deshabitada de Tresmonte, cuna de algún personaje ilustre. Buscando más posibilidades andariegas, nos auparemos a la cordal del Monte Moru para ascender a la modestísima cumbre del Alto La Cruz, cumbre ésta que no es especialmente guapa, afeada por unas antenas de comunicaciones, pero sí de buenas vistas. El descenso, ya no tan cómodo y vistoso como el tramo de los molinos, lo haremos improvisando por caminos y pistas forestales que nos llevarán, dándole la vuelta a dicha cima del Alto La Cruz, de regreso a Cuevas, donde aprovecharemos para visitar La Cuevona, único e impresionante acceso rodado al pueblo que atraviesa una cueva de origen kárstico de unos 250 m.
Cota mínima: 10 m.
Cota máxima: 332 m.
Desnivel máximo: 322 m.
Desnivel acumulado: 500 m.
Distancia: 10,3 km.
Tiempo: 4:40 h (Con las paradas).
Descargar el track de la ruta AQUÍ.
En Ribadesella, tomamos la N-632 para, nada más cruzar el Sella, abandonarla por nuestra izquierda pasando junto a las Cuevas de Tito Bustillo, siguiendo por la RS-2 hasta Sardalla donde, a mano izquierda continuamos por la RS-3 que pasando bajo la autovía A-8 nos lleva en breve, dejando a la izquierda una zona habilitada como aparcamiento, a Cuevas del Agua; localidad a la que accedemos por el único sitio posible para vehículos: la impresionante Cuevona.
Más tarde la visitaremos a pie.
Al salir de la Cuevona, se abre ante nosotros el bucólico valle donde se asienta el bien cuidado pueblo de Cuevas, junto a los meandros del Sella.
Podríamos aparcar el coche a la salida de la cueva, junto a un pequeño parque infantil donde vemos paneles explicativos, aunque nosotros lo dejamos un poco más adelante (10 m).
Comenzamos a caminar, recorriendo Cuevas a lo largo con un frío de narices, y es que estamos ligeramente bajo cero. Pronto vemos la bifurcación en la que, por la derecha, asciende una pista hacia el Monte Moru, opción ésta que obviamos y tiramos de frente siguiendo la señalización de Los Molinos, que es la que nos interesa.
Así que rápidamente abandonamos Cuevas por su parte más meridional al llegar a una nueva bifurcación, donde debemos continuar por el ramal izquierdo que cruza las vías del tren; no como nosotros que ya metíamos la pata y seguíamos de frente al no fijarnos.
Y es que, a día de hoy, la señal en este punto está rota y puede llevar a confusión.
Aunque lo nuestro mayormente fue por no prestar atención.
Total que continuamos cómodamente por tendida pista paralela a las vías.
Encontraremos abundante señalización en toda la parte del recorrido que se corresponde con la Ruta de los Molinos que por cierto, sigue el itinerario del PR-AS 58.1; camino bien evidente por lo que no hay pérdida posible.
Y a la vera del Sella, que nos deja bonitas estampas y nos irá acompañando en este inicio de ruta.
Tras un buen tramo junto a las vías, la pista gira a derechas pasando bajo las mismas y apartándose del Sella.
Nos abocamos así al valle del Ginestral del Castiello que vierte sus aguas al Sella, pasando junto a unas huertas por esta zona de Santiago.
Y prácticamente sin entrar en calor al no enfrentar desnivel alguno, alcanzamos el caserío de Santiago (12 m) donde nos saluda, entre otros amigos, un amable mastín que guarda el lugar.
Traspasando esta cancela que cierra la finca, dejamos atrás el caserío, continuando junto a una plantación de kiwis que conservan una buena helada.
Pasa entonces nuestro camino a la vera del arroyo del Ginestral del Castiello, que alimenta todos los molinos que a continuación visitaremos.
Camino que mantiene buena entidad y que ganará un poco de altura sobre el arroyo, apartándose del mismo y adentrándose en el frondoso bosque.
Así llegamos al primero de los molinos (28 m). Todos están señalizados
Debemos descender un poco para verlo, teniendo en cuenta las advertencias de desprendimientos ya que está en completa ruina.
Pero, con cuidado a los resbalones, alcanzamos la vera del arroyo donde aún podemos distinguir un poco de su estructura y el arco de la estolda o infierno que alojaba los mecanismos hidraúlicos. No conserva otro elemento de mención, pues su ruina es total.
Eso sí, el entorno que nos ofrece el arroyo del Ginestral no puede ser más guapo.
Visitado el molino, retomamos el camino que gana altura muy ligeramente.
Siempre de buen porte y cómodo caminar.
Y en nada estamos ante la indicación del acceso al segundo molino (42 m).
En este debemos descender unos cuantos metros por zona pendiente sumamente húmeda.
Sobre la canal que lo alimenta encontramos nuevamente señalización de peligro, ya que se encuentra en condiciones de abandono similares al molino anterior. Especial cuidado al acceder a él, pues el terreno se encuentra extremadamente resbaladizo y podríamos dar con nuestros huesos en el arroyo.
Pero si accedemos con cuidado a su cara oriental, veremos que ésta se conserva en relativo buen estado en comparación con el resto del edificio, apreciándose el arco del infierno y una muela.
La muela con un poco más de detalle.
Volvemos a nuestro buen camino que acaba colocándose a nivel del arroyo.
Siempre en agradable paseo fijándonos en los detallucos invernales que nos ofrece este guapo bosque de ribera.
Pues nada, el tercer molino (63 m), el de Francisco creemos.
Este está en perfecto estado, pues en él se hacen demostraciones concertando una visita, tenemos entendido.
Vemos la canalización de agua que lo abastece.
La bóveda de cañón de la estolda o infierno con su mecanismo hidraúlico en perfecto estado de funcionamiento: el rodezno, impulsado por el agua a presión y que conecta a través de un eje con la muela volandera en la sala superior, haciéndola girar.
El molino se encuentra cerrado pero, a través del ventanuco, pudimos hacer una foto a la sala de molienda donde vemos los elementos mecánicos.
Se echa el grano en la tolva, que cae por la canaleta al ojo de la muela volandera, la cual gira sobre la muela solera que está fija, cayendo la harina al cajón. Sencillo.
No sólo nos fijamos en los molinos, pues el arroyo nos deja preciosas estampas.
Otra vez al sendero para, en muy pocos metros, ponernos a la altura del cuarto molino (73 m).
A éste no nos acercamos, ya que su ruina no nos va a ofrecer más de lo que ya vemos.
Así que continuamos por nuestro bien marcado camino, que como veis no ofrece dificultad, y ya vemos la indicación del quinto molino.
Muy guapo este molino (77 m), debemos cruzar el arroyo por un puente de madera para visitarlo.
En bastante buen estado y conserva su techumbre a dos aguas.
Detalle del puente de madera y del infierno con el rodezno.
Se puede acceder a la sala de molienda que conserva sus elementos, aunque no está en condiciones de funcionamiento.
Por la buena y frondosa senda nos vamos ya hacia el sexto y último de los molinos de la ruta.
Éste no está en buen estado, ni mucho menos, pero integrándose en el entorno conforma un bucólico rincón digno de alguna xana, y que nos pareció de lo más guapo de la ruta.
Nuestra impresión hasta este punto donde podríamos dar por finalizada la Ruta de los Molinos, es que se trata de un itinerario sencillo que bien merece la pena conocer, pues es un paseo de lo más agradable y vistoso, que se realiza con poco esfuerzo, aunque se echa en falta algún panel explicativo referente al funcionamiento de los molinos por ejemplo. Pero sin duda muy guapo.
Continuamos ruta hacia Tresmonte, toca afrontar un pequeño repecho.
Y enseguida salimos a la carretera que viene de Nocedo (160 m).
Por la que en muy pocos metros hacia el Oeste, llegamos a la aldea deshabitada de Tresmonte (164 m), donde finaliza la Ruta de los Molinos como tal.
Echamos un buen rato aquí fijándonos en unos cuantos detalles.
Con su Ermita de San Agustín, donde vemos una placa en homenaje a uno de sus hijos ilustres:
D. Manuel Fernández Juncos (1846 - 1928). Emigrante a las Américas que llegó a ser ministro y gran defensor en Puerto Rico del idioma español frente al inglés.
Una vista hacia la mole del Jorovitaya, que emerge al fondo, sobre el valle del Ginestral del Castiello.
Total que desandamos nuestros pasos para continuar por la carretera que va a Nocedo, en ascenso con buena pendiente a la cimera del Monte Moru.
No es que nos guste mucho esto de caminar por asfalto, pero es lo que hay; tampoco va a ser mucho.
Deciros que, subiendo por esta carretera, tenemos la posibilidad de descender a Cuevas por la pista forestal -señalizada- que habíamos obviado al empezar la ruta (foto derecha). No será esta nuestra opción.
En el otro margen del valle y a contraluz entre la arboleda, vemos el pico de la Corona Castiello.
Alcanzamos el Colláu Moru (315 m) en la cimera de la sierra y donde hay señalizada una campera como área recreativa, aunque sin mesas. Muy buenas vistas desde aquí.
Al Este el Jorovitaya y, al Oeste, la Peña Pagadín.
Y, sobretodo, hacia la rasa costera con Ribadesella.
Nuevamente aquí tenemos la posibilidad de continuar por la carretera en descenso hacia Nocedo, siguiendo el itinerario del PR-AS 58.1, y de allí en poca distancia a Cuevas, pero nosotros queremos intentar otra variante.
Así que tomamos en el collado la pista que en rumbo Este, entre pinos y por la cimera de la cordal del Monte Moru, culmina en el Alto La Cruz, en el extremo oriental de esta sierra y cuyas antenas de comunicaciones ya vemos.
Rápidamente entroncamos con la pista que viene por la izquierda desde la carretera que va de Nocedo a Cuevas y da servicio a las antenas del pico. La tomaremos en unos minutos, pero de momento vamos a superar el repechín que nos separa de la cima.
Cumbre del Alto Las Cruz (332 m).
Cima muy afeada por las antenas pero que, sin embargo, es un buen balcón hacia la rasa costera, el Sella y algunas de las cumbres de la zona, como el Jorovitaya, Joyodongu, Mofrechu, etc. Por lo que tampoco está de más acercarse hasta aquí.
Una panorámica de la rasa costera con Ribadesella.
Los meandros del Sella, la Corona Castiellu recientemente ascendida (ver ruta) y el resto de la cordal del Monte Moru.
Un poco de zoom con mala visibilidad hacia la Cordal de Ponga.
Y nos vamos, volviendo sobre nuestros pasos, hacia la pista de servicio de las antenas, que viene desde la carretera de Nocedo a Cuevas por la vertiente septentrional de la sierra y que hace un momento os indicábamos.
Por evitar los tornos de la misma, tiramos de frente por un cortafuegos pindio e incómodo.
De seguir todo para abajo, acabaríamos llegando a la carretera, por lo que es otra opción para hacer circular esta ruta.
Pero como nosotros no tenemos intención de pisar más asfalto, vamos a intentar otra alternativa.
Así que, a unos 186 ma según bajamos por el cortafuegos, tomamos por un camino forestal que sale a nuestra derecha y corta por esta vertiente norte del Alto La Cruz que va bordeando.
Veremos alguna marca de pintura de señalización de PR.
No es especialmente guapo este tramo que discurre entre eucaliptos, se ve que están trabajando en la zona para talarlos.
Después de un pequeño descenso hacia el Noroeste, el camino da un giro al Este en ligero ascenso, y llegamos a un punto en el que, a día de hoy, la senda está semioculta debido al ramaje caído por los trabajos de tala.
El sendero se estrecha unos pocos metros entre maleza, y cuando vuelve a ensanchar, lo abandonamos momentáneamente, para tomar un amplio camino por nuestra izquierda invirtiendo el rumbo. Esto no es necesario pero queremos observar una cosa.
Accedemos así en escasos metros a una campera donde vemos restos de cabañas y es el inicio de la pequeña cordal de La Peña de Cuevas, la de La Cuevona, que culmina en la Peña Las Torres, donde hay restos de fortificación medieval. Intuimos que va a estar bastante "sucio" y seguramente sea mala de caminar esa cumbrera para llegar al castillo, así que lo obviamos y regresamos a la senda que nos conduce a Cuevas.
Ya por camino amplio y bien cómodo que pasa al lado de un cobertizo.
Total que, en nada, caemos al pueblín por su parte alta y vemos la estratégica atalaya de la Peña Las Torres que os comentábamos, con su cumbrera llena de eucaliptos.
Peña Las Torres.
Con un poco de zoom podemos apreciar algún resto de muros de la fortaleza.
Se trata del Castillo de Buraone, cuya fundación se sitúa entre los siglos XI y XIII.
Posiblemente uno de los siete castillos cedidos por el conde Piniolo a Vermudo III de León.
Parece ser que hay restos de tres torres formando parte de la estructura amurallada,
Entramos en Cuevas fijándonos en algún que otro detalle de esta guapa localidad.
Y antes de poner fin a la ruta, nos acercamos a visitar La Cuevona, que convierte a esta localidad en un lugar muy singular de la que toma el nombre.
Donde podemos apreciar sus estalactitas, estalagmitas y demás formaciones calcáreas.
Una de las pocas cuevas transitable en coche; muy bonito, la verdad.
Conclusión:
Se trata de una ruta bien guapa y muy recomendable en su primera parte; la de los molinos.
No tanto ya nuestra improvisada opción de regreso desde el Alto La Cruz, que no es muy vistosa, pero no deja de ser otra alternativa para hacer el itinerario circular.
Os dejamos el perfil de elevación.
¡¡Un saludo!!
Cartografía IGN 1:25000 Hoja 31-1 |
Cota mínima: 10 m.
Cota máxima: 332 m.
Desnivel máximo: 322 m.
Desnivel acumulado: 500 m.
Distancia: 10,3 km.
Tiempo: 4:40 h (Con las paradas).
Descargar el track de la ruta AQUÍ.
Ortofoto Bing |
En Ribadesella, tomamos la N-632 para, nada más cruzar el Sella, abandonarla por nuestra izquierda pasando junto a las Cuevas de Tito Bustillo, siguiendo por la RS-2 hasta Sardalla donde, a mano izquierda continuamos por la RS-3 que pasando bajo la autovía A-8 nos lleva en breve, dejando a la izquierda una zona habilitada como aparcamiento, a Cuevas del Agua; localidad a la que accedemos por el único sitio posible para vehículos: la impresionante Cuevona.
Más tarde la visitaremos a pie.
Al salir de la Cuevona, se abre ante nosotros el bucólico valle donde se asienta el bien cuidado pueblo de Cuevas, junto a los meandros del Sella.
Podríamos aparcar el coche a la salida de la cueva, junto a un pequeño parque infantil donde vemos paneles explicativos, aunque nosotros lo dejamos un poco más adelante (10 m).
Comenzamos a caminar, recorriendo Cuevas a lo largo con un frío de narices, y es que estamos ligeramente bajo cero. Pronto vemos la bifurcación en la que, por la derecha, asciende una pista hacia el Monte Moru, opción ésta que obviamos y tiramos de frente siguiendo la señalización de Los Molinos, que es la que nos interesa.
Así que rápidamente abandonamos Cuevas por su parte más meridional al llegar a una nueva bifurcación, donde debemos continuar por el ramal izquierdo que cruza las vías del tren; no como nosotros que ya metíamos la pata y seguíamos de frente al no fijarnos.
Y es que, a día de hoy, la señal en este punto está rota y puede llevar a confusión.
Aunque lo nuestro mayormente fue por no prestar atención.
Total que continuamos cómodamente por tendida pista paralela a las vías.
Encontraremos abundante señalización en toda la parte del recorrido que se corresponde con la Ruta de los Molinos que por cierto, sigue el itinerario del PR-AS 58.1; camino bien evidente por lo que no hay pérdida posible.
Y a la vera del Sella, que nos deja bonitas estampas y nos irá acompañando en este inicio de ruta.
Tras un buen tramo junto a las vías, la pista gira a derechas pasando bajo las mismas y apartándose del Sella.
Nos abocamos así al valle del Ginestral del Castiello que vierte sus aguas al Sella, pasando junto a unas huertas por esta zona de Santiago.
Y prácticamente sin entrar en calor al no enfrentar desnivel alguno, alcanzamos el caserío de Santiago (12 m) donde nos saluda, entre otros amigos, un amable mastín que guarda el lugar.
Traspasando esta cancela que cierra la finca, dejamos atrás el caserío, continuando junto a una plantación de kiwis que conservan una buena helada.
Pasa entonces nuestro camino a la vera del arroyo del Ginestral del Castiello, que alimenta todos los molinos que a continuación visitaremos.
Camino que mantiene buena entidad y que ganará un poco de altura sobre el arroyo, apartándose del mismo y adentrándose en el frondoso bosque.
Así llegamos al primero de los molinos (28 m). Todos están señalizados
Debemos descender un poco para verlo, teniendo en cuenta las advertencias de desprendimientos ya que está en completa ruina.
Pero, con cuidado a los resbalones, alcanzamos la vera del arroyo donde aún podemos distinguir un poco de su estructura y el arco de la estolda o infierno que alojaba los mecanismos hidraúlicos. No conserva otro elemento de mención, pues su ruina es total.
Eso sí, el entorno que nos ofrece el arroyo del Ginestral no puede ser más guapo.
Visitado el molino, retomamos el camino que gana altura muy ligeramente.
Siempre de buen porte y cómodo caminar.
Y en nada estamos ante la indicación del acceso al segundo molino (42 m).
En este debemos descender unos cuantos metros por zona pendiente sumamente húmeda.
Sobre la canal que lo alimenta encontramos nuevamente señalización de peligro, ya que se encuentra en condiciones de abandono similares al molino anterior. Especial cuidado al acceder a él, pues el terreno se encuentra extremadamente resbaladizo y podríamos dar con nuestros huesos en el arroyo.
Pero si accedemos con cuidado a su cara oriental, veremos que ésta se conserva en relativo buen estado en comparación con el resto del edificio, apreciándose el arco del infierno y una muela.
La muela con un poco más de detalle.
Volvemos a nuestro buen camino que acaba colocándose a nivel del arroyo.
Siempre en agradable paseo fijándonos en los detallucos invernales que nos ofrece este guapo bosque de ribera.
Pues nada, el tercer molino (63 m), el de Francisco creemos.
Este está en perfecto estado, pues en él se hacen demostraciones concertando una visita, tenemos entendido.
Vemos la canalización de agua que lo abastece.
La bóveda de cañón de la estolda o infierno con su mecanismo hidraúlico en perfecto estado de funcionamiento: el rodezno, impulsado por el agua a presión y que conecta a través de un eje con la muela volandera en la sala superior, haciéndola girar.
El molino se encuentra cerrado pero, a través del ventanuco, pudimos hacer una foto a la sala de molienda donde vemos los elementos mecánicos.
Se echa el grano en la tolva, que cae por la canaleta al ojo de la muela volandera, la cual gira sobre la muela solera que está fija, cayendo la harina al cajón. Sencillo.
No sólo nos fijamos en los molinos, pues el arroyo nos deja preciosas estampas.
Otra vez al sendero para, en muy pocos metros, ponernos a la altura del cuarto molino (73 m).
A éste no nos acercamos, ya que su ruina no nos va a ofrecer más de lo que ya vemos.
Así que continuamos por nuestro bien marcado camino, que como veis no ofrece dificultad, y ya vemos la indicación del quinto molino.
Muy guapo este molino (77 m), debemos cruzar el arroyo por un puente de madera para visitarlo.
En bastante buen estado y conserva su techumbre a dos aguas.
Detalle del puente de madera y del infierno con el rodezno.
Se puede acceder a la sala de molienda que conserva sus elementos, aunque no está en condiciones de funcionamiento.
Por la buena y frondosa senda nos vamos ya hacia el sexto y último de los molinos de la ruta.
Éste no está en buen estado, ni mucho menos, pero integrándose en el entorno conforma un bucólico rincón digno de alguna xana, y que nos pareció de lo más guapo de la ruta.
Nuestra impresión hasta este punto donde podríamos dar por finalizada la Ruta de los Molinos, es que se trata de un itinerario sencillo que bien merece la pena conocer, pues es un paseo de lo más agradable y vistoso, que se realiza con poco esfuerzo, aunque se echa en falta algún panel explicativo referente al funcionamiento de los molinos por ejemplo. Pero sin duda muy guapo.
Continuamos ruta hacia Tresmonte, toca afrontar un pequeño repecho.
Y enseguida salimos a la carretera que viene de Nocedo (160 m).
Por la que en muy pocos metros hacia el Oeste, llegamos a la aldea deshabitada de Tresmonte (164 m), donde finaliza la Ruta de los Molinos como tal.
Echamos un buen rato aquí fijándonos en unos cuantos detalles.
Con su Ermita de San Agustín, donde vemos una placa en homenaje a uno de sus hijos ilustres:
D. Manuel Fernández Juncos (1846 - 1928). Emigrante a las Américas que llegó a ser ministro y gran defensor en Puerto Rico del idioma español frente al inglés.
Una vista hacia la mole del Jorovitaya, que emerge al fondo, sobre el valle del Ginestral del Castiello.
Total que desandamos nuestros pasos para continuar por la carretera que va a Nocedo, en ascenso con buena pendiente a la cimera del Monte Moru.
No es que nos guste mucho esto de caminar por asfalto, pero es lo que hay; tampoco va a ser mucho.
Deciros que, subiendo por esta carretera, tenemos la posibilidad de descender a Cuevas por la pista forestal -señalizada- que habíamos obviado al empezar la ruta (foto derecha). No será esta nuestra opción.
En el otro margen del valle y a contraluz entre la arboleda, vemos el pico de la Corona Castiello.
Alcanzamos el Colláu Moru (315 m) en la cimera de la sierra y donde hay señalizada una campera como área recreativa, aunque sin mesas. Muy buenas vistas desde aquí.
Al Este el Jorovitaya y, al Oeste, la Peña Pagadín.
Y, sobretodo, hacia la rasa costera con Ribadesella.
Nuevamente aquí tenemos la posibilidad de continuar por la carretera en descenso hacia Nocedo, siguiendo el itinerario del PR-AS 58.1, y de allí en poca distancia a Cuevas, pero nosotros queremos intentar otra variante.
Así que tomamos en el collado la pista que en rumbo Este, entre pinos y por la cimera de la cordal del Monte Moru, culmina en el Alto La Cruz, en el extremo oriental de esta sierra y cuyas antenas de comunicaciones ya vemos.
Rápidamente entroncamos con la pista que viene por la izquierda desde la carretera que va de Nocedo a Cuevas y da servicio a las antenas del pico. La tomaremos en unos minutos, pero de momento vamos a superar el repechín que nos separa de la cima.
Cumbre del Alto Las Cruz (332 m).
Cima muy afeada por las antenas pero que, sin embargo, es un buen balcón hacia la rasa costera, el Sella y algunas de las cumbres de la zona, como el Jorovitaya, Joyodongu, Mofrechu, etc. Por lo que tampoco está de más acercarse hasta aquí.
Una panorámica de la rasa costera con Ribadesella.
Los meandros del Sella, la Corona Castiellu recientemente ascendida (ver ruta) y el resto de la cordal del Monte Moru.
Un poco de zoom con mala visibilidad hacia la Cordal de Ponga.
Y nos vamos, volviendo sobre nuestros pasos, hacia la pista de servicio de las antenas, que viene desde la carretera de Nocedo a Cuevas por la vertiente septentrional de la sierra y que hace un momento os indicábamos.
Por evitar los tornos de la misma, tiramos de frente por un cortafuegos pindio e incómodo.
De seguir todo para abajo, acabaríamos llegando a la carretera, por lo que es otra opción para hacer circular esta ruta.
Pero como nosotros no tenemos intención de pisar más asfalto, vamos a intentar otra alternativa.
Así que, a unos 186 ma según bajamos por el cortafuegos, tomamos por un camino forestal que sale a nuestra derecha y corta por esta vertiente norte del Alto La Cruz que va bordeando.
Veremos alguna marca de pintura de señalización de PR.
No es especialmente guapo este tramo que discurre entre eucaliptos, se ve que están trabajando en la zona para talarlos.
Después de un pequeño descenso hacia el Noroeste, el camino da un giro al Este en ligero ascenso, y llegamos a un punto en el que, a día de hoy, la senda está semioculta debido al ramaje caído por los trabajos de tala.
El sendero se estrecha unos pocos metros entre maleza, y cuando vuelve a ensanchar, lo abandonamos momentáneamente, para tomar un amplio camino por nuestra izquierda invirtiendo el rumbo. Esto no es necesario pero queremos observar una cosa.
Accedemos así en escasos metros a una campera donde vemos restos de cabañas y es el inicio de la pequeña cordal de La Peña de Cuevas, la de La Cuevona, que culmina en la Peña Las Torres, donde hay restos de fortificación medieval. Intuimos que va a estar bastante "sucio" y seguramente sea mala de caminar esa cumbrera para llegar al castillo, así que lo obviamos y regresamos a la senda que nos conduce a Cuevas.
Ya por camino amplio y bien cómodo que pasa al lado de un cobertizo.
Total que, en nada, caemos al pueblín por su parte alta y vemos la estratégica atalaya de la Peña Las Torres que os comentábamos, con su cumbrera llena de eucaliptos.
Peña Las Torres.
Con un poco de zoom podemos apreciar algún resto de muros de la fortaleza.
Se trata del Castillo de Buraone, cuya fundación se sitúa entre los siglos XI y XIII.
Posiblemente uno de los siete castillos cedidos por el conde Piniolo a Vermudo III de León.
Parece ser que hay restos de tres torres formando parte de la estructura amurallada,
Entramos en Cuevas fijándonos en algún que otro detalle de esta guapa localidad.
Y antes de poner fin a la ruta, nos acercamos a visitar La Cuevona, que convierte a esta localidad en un lugar muy singular de la que toma el nombre.
Donde podemos apreciar sus estalactitas, estalagmitas y demás formaciones calcáreas.
Una de las pocas cuevas transitable en coche; muy bonito, la verdad.
Conclusión:
Se trata de una ruta bien guapa y muy recomendable en su primera parte; la de los molinos.
No tanto ya nuestra improvisada opción de regreso desde el Alto La Cruz, que no es muy vistosa, pero no deja de ser otra alternativa para hacer el itinerario circular.
Os dejamos el perfil de elevación.
¡¡Un saludo!!
Me gusta la vuelta y las fotos. Saludos
ResponderEliminarMuches gracies!! Ye una ruta sencilluca pero muy guapa y vistosa.
EliminarUn saludo!!
El tramo de la ruta de los molinos es preciosa, la verdad es que no me esperaba que fuera así... El resto bueno es lo que hay en las zonas costeras asturianas, eucaliptos a dolor. Este año no pasará sin conocer ese paseo tan guapo desde Cueves
ResponderEliminarSi, el primer tramo es el que merece la pena. El resto pues bueno, una forma de hacer la ruta circular
EliminarYo de nuevo y por enésima vez os tengo que decir que las fotos son espectaculares. Les dais un toque chulo, chulo.
ResponderEliminarSiempre me gustaron las rutas por zonas de molinos, y esta no la conocía, por lo que me la anoto.
Saludos!
Muchas gracias!! Pues esta os gustará, por lo menos el sector de los molinos.
EliminarIdeal para llevar a alguien que no esté de hacer montaña a esa primera parte. Lo demás, como le digo a Yónatan, pues una forma de hacerlo circular.
Saludos!!