El Pico Oroxu desde el Molín de Pra (Nava).
Circular por la Ruta de la Ribera del Río Peña, el Camín de Bobia, La Artosa y Campanal.
- Sierra de Peñamayor -
La Sierra de Peñamayor se encuentra en el centro de Asturias, siendo un alargado espinazo de majestuosas vistas que se alinea de Norte a Sur entre los concejos de Nava, Bimenes y Laviana.
Es por el extremo septentrional de esta cadena montañosa, que se desgaja una modestísima mota caliza, separada del resto del cordal por los pastos del collado de La Campa. Una cumbre de poca altitud que, sin embargo, siempre nos llama la atención cuando ascendemos a la cimera de la serranía de Peñamayor por esta vertiente norte, y nos da que debe tener muy buenas vistas; se trata del piquín Oroxu, situado en la cabecera del subcordal menor de Bobia, en las estribaciones norteñas de Peñamayor que se descuelgan por tierras de Nava, y que algún mapa nombra -seguramente de forma errónea- como Sierra Vieja.
Es por el extremo septentrional de esta cadena montañosa, que se desgaja una modestísima mota caliza, separada del resto del cordal por los pastos del collado de La Campa. Una cumbre de poca altitud que, sin embargo, siempre nos llama la atención cuando ascendemos a la cimera de la serranía de Peñamayor por esta vertiente norte, y nos da que debe tener muy buenas vistas; se trata del piquín Oroxu, situado en la cabecera del subcordal menor de Bobia, en las estribaciones norteñas de Peñamayor que se descuelgan por tierras de Nava, y que algún mapa nombra -seguramente de forma errónea- como Sierra Vieja.
Si bien las aproximaciones más habituales y fáciles a Peñamayor -y por ende al Oroxu- se hacen desde Les Praeres, Melendreros o Fayacaba, nosotros vamos a hacerlo desde la cota mucho más baja del Molín de Pra, en las inmediaciones de Piloñeta, siguiendo parte del PR AS-198 Ruta de la Ribera del Río Peña y un antiguo camino que, desde el Peranchu, remonta en fuerte pendiente por la vertiente oriental de este monte de Bobia hacia las majadas de altura.
Se trata de una senda casi toda ella muy marcada, pero de orientación intrincada en algún punto al desdibujarse, siendo muy fácil tomar opciones más evidentes, aunque erróneas, que nos aparten del camino principal.
Muy de agradecer las aportaciones e indicaciones del compañero Arturo Redondo Cueto (Patiar y Retratar), gran andarín y conocedor de estos montes.
Cartografía IGN 1:25000 Hojas 29-4, 30-3, 53-2, 54-1 |
Cota mínima: 239 m.
Cota máxima: 930 m.
Desnivel máximo: 691 m.
Desnivel acumulado: 830 m.
Distancia: 13,7 km.
Tiempo: 5:20 h (Con las paradas).
En Nava tomamos la carretera local señalizada hacia Les Praeres que, en unos 2 km y pasando por La Cogolla y Pandu, nos lleva a Piloñeta, para continuar unos 500 m y llegar al Molín de Pra, tras cruzar el puente sobre el río homónimo.
Buen sitio para aparcar, en una explanada con área recreativa a la vera de la pista que sube a Les Praeres, pista recientemente asfaltada con motivo del final de etapa de la Vuelta Ciclista a España de este año.
Y donde, justo enfrente, se encuentra precisamente el Molín de Pra, el primero de una serie de molinos hidráulicos que hoy vamos a conocer, aunque los siguientes no van a estar en tan buen estado como éste.
Para ello iniciamos nuestra andadura cuando la niebla todavía cubre estos valles de la Comarca de la Sidra, siguiendo las indicaciones del PR AS-198 Ruta de la Ribera del Río Peña, cuyo panel informativo vemos al frente, para dirigirnos al Peranchu, primera referencia a alcanzar en este inicio de ruta.
Justo donde se encuentra el portón de acceso a la finca del molino, cruzamos al margen izquierdo del Río Peña por un puente, río que entrega sus aguas al Pra unos metros más abajo por las inmediaciones.
Continuamos entonces escasa distancia por la pista que se dirige al Peranchu, abandonándola enseguida para tomar una senda que sale por la izquierda.
Senda que nos adentra en la frondosidad del bosque de ribera, siguiendo el curso del Río Peña aguas arriba por su margen izquierdo, y que nos conducirá a Les Mesties.
Si nos fijamos, vamos a ver en el otro margen del arroyo, los restos de antiguas canalizaciones ya mimetizadas con el entorno, así como unas precarias estructuras de madera de las cuales desconocemos su propósito.
Entorno rebosante de humedad muy exuberante, que recorremos a la sombra bajo la espesura de las características especies de estos bosques de ribera asturianos, como son arces, avellanos o fresnos.
Muy bonito y agradable de caminar sin apenas desnivel a salvar.
Enseguida alcanzamos lo que queda del segundo molino; ruinas de gran porte que demuestran la importancia que tuvo en tiempos pasados.
Y es que el desuso a arruinado lo que, en su día, fue un elemento fundamental en la economía de las comunidades.
Ruinas que debemos atravesar al cruzar la senda justo por el interior del molino.
Interior donde todavía se conserva la muela solera, sobre la que antaño giraba la volandera, ya desaparecida, accionada por la fuerza del agua para moler el cereal.
Y el lugar no puede ser más guapo. Digno de cualquier relato mitológico.
Buen sitio para aparcar, en una explanada con área recreativa a la vera de la pista que sube a Les Praeres, pista recientemente asfaltada con motivo del final de etapa de la Vuelta Ciclista a España de este año.
Y donde, justo enfrente, se encuentra precisamente el Molín de Pra, el primero de una serie de molinos hidráulicos que hoy vamos a conocer, aunque los siguientes no van a estar en tan buen estado como éste.
Para ello iniciamos nuestra andadura cuando la niebla todavía cubre estos valles de la Comarca de la Sidra, siguiendo las indicaciones del PR AS-198 Ruta de la Ribera del Río Peña, cuyo panel informativo vemos al frente, para dirigirnos al Peranchu, primera referencia a alcanzar en este inicio de ruta.
Justo donde se encuentra el portón de acceso a la finca del molino, cruzamos al margen izquierdo del Río Peña por un puente, río que entrega sus aguas al Pra unos metros más abajo por las inmediaciones.
Continuamos entonces escasa distancia por la pista que se dirige al Peranchu, abandonándola enseguida para tomar una senda que sale por la izquierda.
Senda que nos adentra en la frondosidad del bosque de ribera, siguiendo el curso del Río Peña aguas arriba por su margen izquierdo, y que nos conducirá a Les Mesties.
Si nos fijamos, vamos a ver en el otro margen del arroyo, los restos de antiguas canalizaciones ya mimetizadas con el entorno, así como unas precarias estructuras de madera de las cuales desconocemos su propósito.
Entorno rebosante de humedad muy exuberante, que recorremos a la sombra bajo la espesura de las características especies de estos bosques de ribera asturianos, como son arces, avellanos o fresnos.
Muy bonito y agradable de caminar sin apenas desnivel a salvar.
Enseguida alcanzamos lo que queda del segundo molino; ruinas de gran porte que demuestran la importancia que tuvo en tiempos pasados.
Y es que el desuso a arruinado lo que, en su día, fue un elemento fundamental en la economía de las comunidades.
Ruinas que debemos atravesar al cruzar la senda justo por el interior del molino.
Interior donde todavía se conserva la muela solera, sobre la que antaño giraba la volandera, ya desaparecida, accionada por la fuerza del agua para moler el cereal.
Y el lugar no puede ser más guapo. Digno de cualquier relato mitológico.
Inmediatamente y, al abandonar las ruinas, debemos subir por una resbaladiza escalera, donde han colocado una cadena para asegurar el paso del más temeroso.
Escalera por la que ganamos la canalización que abastecía el molino y sobre la que discurre el PR.
Y por donde encontramos fotogénicas distracciones.
La canalización finaliza al llegar al azud; presa donde se embalsaba el agua del río para desviarla a la canal.
Y es entonces cuando nos damos de bruces con las ruinas del tercer molino, ya totalmente colonizadas por la vegetación. Más pequeño que el anterior y donde vemos el arco de la estolda o infierno, en cuyo interior se encontraba el rodezno que, impulsado por el agua, hacía girar la muela.
Según la inscripción del dintel de la puerta, vemos que la construcción data de los primeros años del S.XIX.
El PR está debidamente señalizado, pero tampoco es que haya mucho margen a la duda, por lo menos en este tramo inicial.
...para alcanzar en poca distancia la central hidroeléctrica del Peranchu (337 m).
Esta central se construyó en 1948 y se puso en servicio en 1950, para generar energía eléctrica aprovechando el caudal de 200 litros por segundo de la traída de Los Arrudos que abastece Gijón y mana de La Fuentona en Caso.
Con un salto de 500 metros, su turbina genera 1 mw de potencia.
Pero también aquí se encuentra el manantial de agua del Peranchu que, con sus 100 litros por segundo, incorpora su caudal a los otros 200 de la traída proveniente de Los Arrudos.
Las obras de construcción de la conducción de aguas, que se nutre de estos manantiales de Peranchu y Arrudos para abastecer Gijón, comenzaron en 1929, un año más tarde, entraría en funcionamiento el tramo que, desde aquí, llega a los depósitos de dicha ciudad, cuya inauguración se celebró con grandes fastos, pues fue un alivio -aunque temporal- para el precario abastecimiento de la urbe. Pero no sería hasta 1950 que finalizarían las obras del tramo Peranchu-Arrudos; las crisis, Guerra Civil, y lo complejo de una orografía tan montañosa, por la que discurre la conducción, dificultarían mucho la conclusión de una obra tan faraónica de 57 km.
Actualmente estos manantiales de agua, de gran calidad, aportan el 30% del suministro de Gijón.
Visitada la central, tomamos por la izquierda de la misma, un camino que asciende en fuerte pendiente hacia el Sur.
Estamos en el Camín de Bobia.
Camino que, en duros recuestos y sucesivos tornos, remonta por la vertiente oriental del monte Bobia sobre el valle por el que desciende el Río Peña.
Ganada cierta altura sobre el Peranchu, vemos el alto de La Cipresta, por donde más tarde bajaremos.
Y la niebla todavía cubre estos valles de Nava, emergiendo hacia Oriente la mole de la Sierra del Sueve.
Aunque el ascenso es constante, la pendiente irá suavizando, siempre a la sombra de frondoso bosque.
Bosque, mayormente de avellanos, aunque también veremos castaños, robles y fresnos.
Con tramos donde el camino conserva su viejo empedrado.
Antigua senda que nos está sorprendiendo mucho; realmente bonita y, lo mejor de todo, es que vamos a superar casi todo el desnivel del día a la sombra de la espesura.
Alcanzamos entonces unas praderías con una buena cuadra.
Poco más adelante, otra.
Y hasta lo que queda de una tercera, a partir de la cual hay que empezar a hilar fino, pues llegamos a un punto (596 m) donde vemos que el camino continúa de frente en ligero descenso, pero no, nuestra opción pasa por girar a derechas y, en rumbo suroccidental, buscar la senda que se adentra en la espesura de los avellanos.
Y por donde iremos dejando a nuestra derecha una antigua finca con una cuadra de buen porte, que aún se conserva en relativo buen estado.
Nuevo punto crítico.
Atravesando una zona muy embarrada nuestro camino se desdibuja; continuamos entonces de frente dejando a nuestra derecha una riega.
Nos sorprende la frondosidad de este bosque de avellanos, con ejemplares de gran entidad.
Escalera por la que ganamos la canalización que abastecía el molino y sobre la que discurre el PR.
Y por donde encontramos fotogénicas distracciones.
La canalización finaliza al llegar al azud; presa donde se embalsaba el agua del río para desviarla a la canal.
Y es entonces cuando nos damos de bruces con las ruinas del tercer molino, ya totalmente colonizadas por la vegetación. Más pequeño que el anterior y donde vemos el arco de la estolda o infierno, en cuyo interior se encontraba el rodezno que, impulsado por el agua, hacía girar la muela.
Según la inscripción del dintel de la puerta, vemos que la construcción data de los primeros años del S.XIX.
El PR está debidamente señalizado, pero tampoco es que haya mucho margen a la duda, por lo menos en este tramo inicial.
Poco más adelante, entroncamos con la pista que se dirige al Peranchu, por la que continuamos pasando junto a un puente que salva el río para acceder a las fincas del otro margen.
Es cuando alcanzamos un punto clave al llegar a Les Mesties, donde debemos seguir de frente por la pista, obviando el sendero que, por la derecha, asciende hacia el alto de La Cipresta y por el que continúa el PR AS-198, por ahí bajaremos en unas horas.
Nos despedimos, por lo tanto, de la Ruta de la Ribera del Río Peña, pasando junto a lo que queda del último molino, que vemos unos pocos metros más adelante.
Entre el Peranchu y Les Mesties, la pista vadea el reguero que desciende de la vaguada de Campanal a confluir con el Río Peña y que nosotros cruzamos por un puente de madera.
Iniciamos entonces un tramo de fuerte pendiente...
Esta central se construyó en 1948 y se puso en servicio en 1950, para generar energía eléctrica aprovechando el caudal de 200 litros por segundo de la traída de Los Arrudos que abastece Gijón y mana de La Fuentona en Caso.
Con un salto de 500 metros, su turbina genera 1 mw de potencia.
Pero también aquí se encuentra el manantial de agua del Peranchu que, con sus 100 litros por segundo, incorpora su caudal a los otros 200 de la traída proveniente de Los Arrudos.
Las obras de construcción de la conducción de aguas, que se nutre de estos manantiales de Peranchu y Arrudos para abastecer Gijón, comenzaron en 1929, un año más tarde, entraría en funcionamiento el tramo que, desde aquí, llega a los depósitos de dicha ciudad, cuya inauguración se celebró con grandes fastos, pues fue un alivio -aunque temporal- para el precario abastecimiento de la urbe. Pero no sería hasta 1950 que finalizarían las obras del tramo Peranchu-Arrudos; las crisis, Guerra Civil, y lo complejo de una orografía tan montañosa, por la que discurre la conducción, dificultarían mucho la conclusión de una obra tan faraónica de 57 km.
Actualmente estos manantiales de agua, de gran calidad, aportan el 30% del suministro de Gijón.
Visitada la central, tomamos por la izquierda de la misma, un camino que asciende en fuerte pendiente hacia el Sur.
Estamos en el Camín de Bobia.
Camino que, en duros recuestos y sucesivos tornos, remonta por la vertiente oriental del monte Bobia sobre el valle por el que desciende el Río Peña.
Ganada cierta altura sobre el Peranchu, vemos el alto de La Cipresta, por donde más tarde bajaremos.
Y la niebla todavía cubre estos valles de Nava, emergiendo hacia Oriente la mole de la Sierra del Sueve.
Aunque el ascenso es constante, la pendiente irá suavizando, siempre a la sombra de frondoso bosque.
Bosque, mayormente de avellanos, aunque también veremos castaños, robles y fresnos.
Con tramos donde el camino conserva su viejo empedrado.
Antigua senda que nos está sorprendiendo mucho; realmente bonita y, lo mejor de todo, es que vamos a superar casi todo el desnivel del día a la sombra de la espesura.
Alcanzamos entonces unas praderías con una buena cuadra.
Poco más adelante, otra.
Y hasta lo que queda de una tercera, a partir de la cual hay que empezar a hilar fino, pues llegamos a un punto (596 m) donde vemos que el camino continúa de frente en ligero descenso, pero no, nuestra opción pasa por girar a derechas y, en rumbo suroccidental, buscar la senda que se adentra en la espesura de los avellanos.
Y por donde iremos dejando a nuestra derecha una antigua finca con una cuadra de buen porte, que aún se conserva en relativo buen estado.
Nuevo punto crítico.
Atravesando una zona muy embarrada nuestro camino se desdibuja; continuamos entonces de frente dejando a nuestra derecha una riega.
Nos sorprende la frondosidad de este bosque de avellanos, con ejemplares de gran entidad.
Merece la pena recordar la gran importancia que, para la economía asturiana, tuvo la exportación de la avellana en el S.XIX, sobretodo hacia Inglaterra.
Ya el camino reaparece más marcado, discurriendo a la izquierda de antiguos cierres de fincas, pero hay que estar atentos.
A unos 727 metros de altitud y tras pasar por una zona muy embarrada, debemos abandonar esta senda girando 90 grados a nuestra izquierda, para ascender en rumbo sureste en busca del sendero.
Al poco, vamos a ver unas marcas rojas pintadas en los avellanos, que indican el buen camino, pero pocos metros llevamos recorridos cuando debemos hacer un nuevo quiebro (745 m), esta vez a derechas.
Quizás sea esta la parte más crítica de la ruta, pues las trazas se desdibujan mucho.
Ya por sendero marcado, se acabaron los problemas cuando salimos a zona abierta para, al poco, recuperar el camino su entidad y empedrado, divisando Les Praeres a los pies de la Varallonga y ya muy cerca de Llames Llagar.
Debemos atravesar entonces y como mejor podamos una zona muy embarrada.
Para salir ya a la buena cabaña del Invernal.
Y sobre Llames Llagar, tenemos a tiro de piedra la mole de Peñamayor y el colláu de La Campa, que la separa de la sierrina del Oroxu.
Es por esta zona que podríamos ascender por la derecha en busca de la cumbrera del Oroxu, el tema es que lo vimos un poco "sucio" de vegetación en el inicio; nada grave, pero decidimos ir a lo fácil y atacar el piquín desde La Campa.
Así que seguimos por el camino que nos lleva a caleyar por el mayáu de Llames Llagar.
Una vista atrás al Invernal.
Pasando entre arregladas cabañas.
Ya el camino reaparece más marcado, discurriendo a la izquierda de antiguos cierres de fincas, pero hay que estar atentos.
A unos 727 metros de altitud y tras pasar por una zona muy embarrada, debemos abandonar esta senda girando 90 grados a nuestra izquierda, para ascender en rumbo sureste en busca del sendero.
Al poco, vamos a ver unas marcas rojas pintadas en los avellanos, que indican el buen camino, pero pocos metros llevamos recorridos cuando debemos hacer un nuevo quiebro (745 m), esta vez a derechas.
Quizás sea esta la parte más crítica de la ruta, pues las trazas se desdibujan mucho.
Ya por sendero marcado, se acabaron los problemas cuando salimos a zona abierta para, al poco, recuperar el camino su entidad y empedrado, divisando Les Praeres a los pies de la Varallonga y ya muy cerca de Llames Llagar.
Debemos atravesar entonces y como mejor podamos una zona muy embarrada.
Para salir ya a la buena cabaña del Invernal.
Y sobre Llames Llagar, tenemos a tiro de piedra la mole de Peñamayor y el colláu de La Campa, que la separa de la sierrina del Oroxu.
Es por esta zona que podríamos ascender por la derecha en busca de la cumbrera del Oroxu, el tema es que lo vimos un poco "sucio" de vegetación en el inicio; nada grave, pero decidimos ir a lo fácil y atacar el piquín desde La Campa.
Así que seguimos por el camino que nos lleva a caleyar por el mayáu de Llames Llagar.
Una vista atrás al Invernal.
Pasando entre arregladas cabañas.
Y, en nada, ganamos la pista que une Fayacaba con Les Praeres, que vemos allá abajo, para ascender al colláu La Campa, entre Peñamayor y la sierrina del Oroxu.
Colláu La Campa (881 m).
Nos aproximamos a la base del Oroxu que tenemos delante, abandonando la pista que continúa a Fayacaba.
A la altura de la cabaña, se sube al pico sin dificultad alguna..
A la altura de la cabaña, se sube al pico sin dificultad alguna..
Zona esta que vemos bastante concurrida en los pastos y las alturas.
Tras una breve parada para reponer fuerzas, vamos a ascender al pico por esa canalina que vemos y nos llama la atención, pues nos da que nos va a sacar casi directos a la cumbre; también por darle algo de vidilla a un ascenso tan sencillo.
Un poco más a la derecha, fuera de la foto y a la altura de la cabaña que antes comentábamos, se sube más cómodamente sin ninguna complicación.
Aunque esta opción nuestra tampoco es que sea difícil precisamente.
Sólo muy pindia, sí acaso, poco recomendable en bajada, si la hierba estuviera húmeda, pues es terreno vertical.
Y, en nada, ganamos la cumbrera a pocos metros de la cima.
Cumbre del piquín Oroxu (930 m).
Con su ruinosa caseta, seña de identidad del pico y de la que no tenemos clara su antigua función.
Que si refugio de pastores, que si para vigilar incendios...
Probablemente esté relacionada con los trabajos de construcción de la conducción de los Arrudos, que pasa por las inmediaciones.
Y menudas vistas tiene esta pequeña cima, sobretodo de la zona central y valles de Nava.
Por el Oeste alcanzaría la vista hasta las Ubiñas pero, pese al buen día que disfrutamos no es un día claro para grandes panorámicas.
Por debajo vemos el mayáu del Tarnu, por donde discurre la pista hacia Fayacaba y toda la línea cumbrera que se extiende del Oroxu hacia occidente.
Al otro lado de La Campa, la vertiente clásica de subida a Peñamayor; cima ya de sobra conocida pero que posiblemente incorporemos a este circuito en una próxima visita.
Por el Oeste alcanzaría la vista hasta las Ubiñas pero, pese al buen día que disfrutamos no es un día claro para grandes panorámicas.
Por debajo vemos el mayáu del Tarnu, por donde discurre la pista hacia Fayacaba y toda la línea cumbrera que se extiende del Oroxu hacia occidente.
Al otro lado de La Campa, la vertiente clásica de subida a Peñamayor; cima ya de sobra conocida pero que posiblemente incorporemos a este circuito en una próxima visita.
Por Oriente, La Varallonga sobre Les Praeres y, a la derecha, la redondez de La Cota o Pico Redondu y el colláu Ortigosa, tras el Redondu, La Múa y Casielles. Más al fondo, por detrás del Vízcares y Maoñu, alcanza la vista hacia Picos de Europa y cumbres de Ponga, como La Llambria.
Nos vamos, ahora descendemos por la zona más fácil hacia la cabaña.
Giramos entonces a rumbo oeste para continuar sobre el mayáu del Tarnu y soslayando la arista occidental del Oroxu.
Vista atrás nos despedimos de La Campa, cuando nos incorporamos a la traída de aguas de Los Arrudos, sobre la cual discurre la senda.
Que nos lleva en muy cómoda aproximación al colladín que vemos.
Nos vamos, ahora descendemos por la zona más fácil hacia la cabaña.
Giramos entonces a rumbo oeste para continuar sobre el mayáu del Tarnu y soslayando la arista occidental del Oroxu.
Vista atrás nos despedimos de La Campa, cuando nos incorporamos a la traída de aguas de Los Arrudos, sobre la cual discurre la senda.
Que nos lleva en muy cómoda aproximación al colladín que vemos.
Colladín (856 m) donde giramos a rumbo norte, y se encuentra la caseta de lo que en el gremio se conoce como una "ventosa", arqueta en el punto alto del sifón de la traída de aguas que se descuelga hacia el Peranchu, cuya función es liberar el aire que pueda acumular la tubería, para evitar problemas de cavitación en estos sifones donde se acumula mucha presión.
Vemos que hasta ella llega una línea de postes con tendido eléctrico que vamos a tener en cuenta al ser una referencia.
Cruzamos por una entalladura labrada.
La línea de postes, sigue la trayectoria de la conducción de aguas que tenemos que seguir, por tímido sendero entre maleza que serpentea entorno a ella, y por donde tenemos que ir perdiendo altura hasta las inmediaciones de las fincas en las dolinas que vemos abajo.
La tubería aflora muchas veces y sentimos el rugir del agua en su caída.
Sin más complicación que alguna zona un poco incómoda o embarrada.
Continuamente entre maleza, dando la impresión de que va a cerrar el sendero en cualquier momento, aunque la verdad es que, por lo menos en nuestro caso, siempre encontramos el paso franco.
Y es al adentrarnos en un bosque de avellanos cuando debemos estar atentos.
A unos 720 m de altitud, nos apartamos de la traída para girar 90 grados a izquierdas, a rumbo oeste, y cruzando entre sendas fincas, donde aparece un camino de entidad.
Sería posible continuar siguiendo la conducción de aguas y acabaríamos saliendo al camín de Bobia de hace unas horas, pero nuestra opción no pasa por ahí.
Buen camino por el que, en ligero ascenso, incluso encontramos un bonito rincón de retorcidas hayas.
Toca ahora cruzar por tres portilleros y una buena portilla metálica.
Portilleros por los que pasamos mientras recorremos una guapa vega en el fondo de una dolina.
La portilla metálica da paso a un breve tramo de pista hormigonada, por la que ganamos altura dejando abajo la vega y tomando tendencia septentrional.
A lo lejos queda Peñamayor donde se aprecian las antenas del Jueyu y, muy sutilmente por la izquierda, la casetina del Oroxu.
El breve tramo hormigonado da paso a camino más cómodo de recorrer tomando tendencia occidental.
Y por el que iremos descendiendo hacia las guapas fincas dominadas por el piquín de La Texuca, tramo éste donde encontraremos una fuente-abrevadero.
Ya por pista, en rumbo Norte hacia Llinariega
Donde se encuentra el desvío a Llaméu y una muy arreglada cabaña que no nos importaría fuera nuestra (582 m).
Mantenemos el rumbo cortando en llano muy cómodamente casi a lomos del Monte L'Artosa.
Con muy buenas vistas a la vertiente occidental de Bobia por donde hemos descendido; también a los valles de Nava, con la capital del concejo y pueblinos como Piloñeta y Campanal, que es precisamente a donde nos dirigimos.
Ya incorporados al PR AS-67 Ruta de Sto. Tomás de Priandi, obviamos el desvío que baja hacia la ermita, continuando por la pista hormigonada que, en sucesivos tornos, desciende a Campanal.
Aunque la abandonamos en favor de otra, para caer a un camino mucho mas interesante por donde discurre una variante del PR.
Y por donde sí entramos en la aldea que la pista soslaya.
Campanal (430 m).
Pequeña y guapa localidad perteneciente a la parroquia de Priandi, donde podemos ver elementos de arquitectura tradicional, y sobretodo, cuenta con bar.
Abandonamos la aldea por la carreteruca que viene de Traveséu y desde donde tenemos vistas a La Varallonga.
Poca distancia descendemos por el asfalto, cuando lo abandonamos por un camino que sale a la derecha al llegar a La Cipresta (377 m), y justo enfrente de la señal que indica hacia el bar de Campanal.
Camino que, a los pocos metros, se bifurca, tomamos entonces el ramal derecho que desciende; el otro se dirige a Grátila.
Senda que atraviesa un entorno muy bonito dominado por el roble.
Nos incorporamos así nuevamente al PR AS-198 Ruta de la Ribera del Río Peña.
Por el que el camino desciende con fuerza buscando el fondo del valle.
Así caemos nuevamente a la cuenca del Río Peña en Les Mesties.
Justo por el ramal que habíamos descartado a la mañana.
Aunque esta vez obviamos el sendero de los molinos y continuamos por la pista que se dirige a Puente Pra.
Muy cómodamente y pasando junto a una solitaria vivienda.
Y desde donde tenemos vistas a la vertiente que remonta el Camín de Bobia, que hemos ascendido hace unas horas.
Así llegamos al Molín de Pra, donde el Río Peña anega la pista justo antes de su mecedura con el Pra.
Aunque nosotros cruzamos al otro lado del arroyo, otra vez por el puente al lado del molino.
Llegando inmediatamente a la explanada donde tenemos el coche y finalizando así un prestoso circuito por la Comarca de la Sidra.
Vemos que hasta ella llega una línea de postes con tendido eléctrico que vamos a tener en cuenta al ser una referencia.
Cruzamos por una entalladura labrada.
La línea de postes, sigue la trayectoria de la conducción de aguas que tenemos que seguir, por tímido sendero entre maleza que serpentea entorno a ella, y por donde tenemos que ir perdiendo altura hasta las inmediaciones de las fincas en las dolinas que vemos abajo.
La tubería aflora muchas veces y sentimos el rugir del agua en su caída.
Sin más complicación que alguna zona un poco incómoda o embarrada.
Continuamente entre maleza, dando la impresión de que va a cerrar el sendero en cualquier momento, aunque la verdad es que, por lo menos en nuestro caso, siempre encontramos el paso franco.
Y es al adentrarnos en un bosque de avellanos cuando debemos estar atentos.
A unos 720 m de altitud, nos apartamos de la traída para girar 90 grados a izquierdas, a rumbo oeste, y cruzando entre sendas fincas, donde aparece un camino de entidad.
Sería posible continuar siguiendo la conducción de aguas y acabaríamos saliendo al camín de Bobia de hace unas horas, pero nuestra opción no pasa por ahí.
Buen camino por el que, en ligero ascenso, incluso encontramos un bonito rincón de retorcidas hayas.
Toca ahora cruzar por tres portilleros y una buena portilla metálica.
Portilleros por los que pasamos mientras recorremos una guapa vega en el fondo de una dolina.
La portilla metálica da paso a un breve tramo de pista hormigonada, por la que ganamos altura dejando abajo la vega y tomando tendencia septentrional.
A lo lejos queda Peñamayor donde se aprecian las antenas del Jueyu y, muy sutilmente por la izquierda, la casetina del Oroxu.
El breve tramo hormigonado da paso a camino más cómodo de recorrer tomando tendencia occidental.
Y por el que iremos descendiendo hacia las guapas fincas dominadas por el piquín de La Texuca, tramo éste donde encontraremos una fuente-abrevadero.
Ya por pista, en rumbo Norte hacia Llinariega
Donde se encuentra el desvío a Llaméu y una muy arreglada cabaña que no nos importaría fuera nuestra (582 m).
Mantenemos el rumbo cortando en llano muy cómodamente casi a lomos del Monte L'Artosa.
Con muy buenas vistas a la vertiente occidental de Bobia por donde hemos descendido; también a los valles de Nava, con la capital del concejo y pueblinos como Piloñeta y Campanal, que es precisamente a donde nos dirigimos.
Ya incorporados al PR AS-67 Ruta de Sto. Tomás de Priandi, obviamos el desvío que baja hacia la ermita, continuando por la pista hormigonada que, en sucesivos tornos, desciende a Campanal.
Aunque la abandonamos en favor de otra, para caer a un camino mucho mas interesante por donde discurre una variante del PR.
Y por donde sí entramos en la aldea que la pista soslaya.
Campanal (430 m).
Pequeña y guapa localidad perteneciente a la parroquia de Priandi, donde podemos ver elementos de arquitectura tradicional, y sobretodo, cuenta con bar.
Abandonamos la aldea por la carreteruca que viene de Traveséu y desde donde tenemos vistas a La Varallonga.
Poca distancia descendemos por el asfalto, cuando lo abandonamos por un camino que sale a la derecha al llegar a La Cipresta (377 m), y justo enfrente de la señal que indica hacia el bar de Campanal.
Camino que, a los pocos metros, se bifurca, tomamos entonces el ramal derecho que desciende; el otro se dirige a Grátila.
Senda que atraviesa un entorno muy bonito dominado por el roble.
Nos incorporamos así nuevamente al PR AS-198 Ruta de la Ribera del Río Peña.
Por el que el camino desciende con fuerza buscando el fondo del valle.
Así caemos nuevamente a la cuenca del Río Peña en Les Mesties.
Justo por el ramal que habíamos descartado a la mañana.
Aunque esta vez obviamos el sendero de los molinos y continuamos por la pista que se dirige a Puente Pra.
Muy cómodamente y pasando junto a una solitaria vivienda.
Y desde donde tenemos vistas a la vertiente que remonta el Camín de Bobia, que hemos ascendido hace unas horas.
Así llegamos al Molín de Pra, donde el Río Peña anega la pista justo antes de su mecedura con el Pra.
Aunque nosotros cruzamos al otro lado del arroyo, otra vez por el puente al lado del molino.
Llegando inmediatamente a la explanada donde tenemos el coche y finalizando así un prestoso circuito por la Comarca de la Sidra.
Os dejamos el perfil de elevación.
Muy guapa ruta. Solo conocia la tipica. . Esta vuestra es mucho mas interesante. Ademas, nunca subi al Pico Oroxu.
ResponderEliminarUn saludo para los dos
Gracias Sebastián!! Pues te la recomendamos, porque es una alternativa interesante, sumas más desnivel pero sale una ruta bien guapa. El piquín es muy fácil y tiene unas vistas guapas; además siempre se puede complementar con los clásicos de la zona.
EliminarUn saludo!!
Hola vi esta ruta que hicistéis y me parece preciosa, pero no vi track para descargar Es posible que me lo mandéis? Un saludo
ResponderEliminar