martes, 9 de octubre de 2018

Un paseo por La Ribera del Río Peña y La Ferrería (Nava).

De la Ruta de la Ribera del Río Peña al Palacio de La Ferrería.
Circular desde el Molín de Pra (Nava).
"Un paseín por la Puente Arriba"


(Palacio de La Ferrería)

Hacía pocos días que habíamos estado por esta zona de la Puente Arriba en Nava, con la intención de conocer el Camín de Bobia por el que subimos hacia el piquín Oroxu, en la sierra de Peñamayor, ruta que podéis ver AQUÍ. Esta vez no disponíamos de mucho tiempo, y tanto nos gustó el tramo a la vera del Río Peña que habíamos recorrido aquel día, que decidimos volver por allí para completar el sencillo y corto PR AS-198 -eso sí, a nuestra manera, la cual nos parece bastante más interesante que la oficial- y ampliando el circuito hasta el Palacio de La Ferrería, que tantas ganas teníamos de conocer; de gran interés y con una historia que está íntimamente ligada a la del concejo.
Sale así un sencillo y vistoso paseo de gran valor etnográfico e histórico por el entorno de la Puente Arriba, ideal para estirar las piernas un poco y matar una mañana sin falta de madrugar mucho.

Cartografía IGN 1:25000 Hoja 30-3

Cota mínima: 232 m.
Cota máxima: 387 m.
Desnivel máximo: 155 m.
Desnivel acumulado: 330 m.
Distancia: 8,5 km.
Tiempo: 3:30 h (con las paradas)
Inicio/Fin: Molín de Pra.


Nuevamente, procedentes de Nava y nada más rebasar Piloñeta, nos plantamos en el Molín de Pra (244 m), donde habíamos estado hace nada.
Dejamos el coche en la explanada junto al área recreativa y la pista asfaltada que sube a Les Praeres.

Justo enfrente, vemos el susodicho Molín de Pra con su tejo, el único en buen estado de los cuatro molinos hidráulicos que recorre este itinerario del PR AS-198 Ruta de la Ribera del Río Peña.

Así que, al igual que el otro día, encaminamos nuestros pasos, siguiendo la señalización, a cruzar el arroyo Peña por un puente, justo a la derecha del molino y que nos saca a la pista que lleva al Peranchu, la cual el río anega en su inicio y muy cerca de la mecedura con el Pra, que por aquí pasa.
Pista que inmediatamente abandonamos en favor de una senda que sale por la izquierda.

  Para seguir ya prácticamente a la orilla del río por su margen izquierdo, adentrándonos en la espesura del bosque de ribera, rumbo a Les Mesties, donde se encuentra el último molino.

Primer tramo éste del PR, de apenas 1 km, que resulta ser un paseo verdaderamente guapo.

Por el umbrío bosque de ribera con sus típicas especies, como son avellanos, arces y fresnos.

Muy agradable de caminar a la sombra de la frondosidad del bosque y sin apenas desnivel a salvar, siempre siguiendo el curso del río aguas arriba por la evidente senda.

Y así, en nada, llegamos a las ruinas de gran entidad del segundo molino que la senda atraviesa.

Donde, en su interior, aún observamos la muela solera sobre la que antaño giraba la volandera impulsada por el agua canalizada desde el Río Peña.

Ruinas de gran porte y buena construcción que demuestran la importancia que un día tuvieron, pues estos molinos, diseminados por toda la región, fueron de vital importancia para la economía de las comunidades.

Es entonces, e inmediatamente al abandonar las ruinas, que debemos ascender por una escalera construída en piedra, hacia la canalización que abastece el molino.

Canalización por cuyo fondo discurre el PR y que, al igual que la otra vez, encontramos muy embarrada, por lo que optamos por caminar por encima del murete, sin dejar de prestar cierta atención, pues el cauce del arroyo queda unos cuantos metros por debajo.

Total que rebasamos lo que queda del azud que, en su día, desviaba parte del caudal del río hacia el molino.

Y ya fuera de la canalización, enseguida nos topamos con las ruinas del tercero; más pequeño que el anterior, donde todavía apreciamos el arco de la estolda o infierno y la cámara de carga.
Según reza en la inscripción que vemos grabada en el dintel, data del año 1818.

Continuamos nuestra marcha, siempre por marcada senda señalizada a la vera del río.

Y, en nada, acabamos entroncando con la pista del Peranchu, que habíamos abandonado en el inicio de la ruta.

Vemos entonces un puente que obviamos y cruza al margen derecho del río Peña.
Nos llama la atención porque nos da que por ahí pudiera ser factible remontar El Valle y alcanzar Les Praeres.
Anotado queda, a ver si no hay que fozar mucho, pues igual se podría sacar alguna interesante variante a itinerarios más conocidos.

Poco más adelante, finalizamos este primer tramo del PR al alcanzar Les Mesties (277 m), donde debemos abandonar la pista y continuar en ascenso por la senda que sube por la derecha, como indica la señalización.
Unos pocos metros más adelante de la bifurcación, vemos las ruinas del último de los molinos.

Ruinas que no dejamos de visitar antes de comenzar a subir.
Una pena que estos vestigios de una forma de vida no tan lejana se vayan perdiendo, como todo, vamos.

Así comenzamos a remontar con fuerte pendiente inicial hacia el alto de La Cipresta.
El único tramo de cierta dureza, por decir algo, en la ruta que hoy planteamos.

Senda pindia pero que discurre por un entorno bien guapo.

A la sombra de robles, castaños y demás.

Y así, sin dificultad alguna, vamos llegando al alto de La Cipresta, por cuyas inmediaciones alcanzaremos la cota más alta de hoy (387 m).

Alto La Cipresta.
Vemos la pista asfaltada que baja de Campanal -cuyas casas asoman enfrente- hacia Grátila.
Y es por ahí que continúa el PR AS-198, sin embargo vamos a hacer una variante.

Sin ganar la pista, invertimos inmediatamente nuestro rumbo al Este por el amplio camino que sale a nuestra derecha, y donde vemos la señalización del PR que dice "NO".
.
Vamos bordeando las fincas del Llanu Vicenti, a lomos de este cordalín que separa la cuenca del Río Peña de la del Pra, a la que tenemos que descender.

Y nos adentramos en la frondosidad del monte El Bayu.

Entre la espesura de castaños, robles, avellanos...

Mucho más interesante que la pista por la que discurre el PR, a nuestro parecer.

Vamos perdiendo altura y toca superar un rincón muy embarrado, sin mayor problema.

Seguimos soslayando fincas con solitarias cuadras del mayáu La Cabañina.

Por camino de entidad y muy cómodamente.

Mayáu La Cabañina, con una solitaria cabaña muy arreglada.

Buen mirador hacia los pueblinos de La Puente Arriba, donde destaca Grátila, nuestro siguiente objetivo y, por encima, Ovín.

Desde La Cabañina, continuamos en descenso entre las fincas de amplias praderías, que tapizan la lomera de este monte El Bayu.

Con vistas a Peñamayor, donde se distinguen las antenas del Jueyu y que asoma por detrás de Bobia.

Y así llegamos al Colláu (300 m), donde junto a la cuadra de buen porte, giramos a izquierdas tomando el camín que desciende hacia el Noroeste en busca de la cuenca del Pra.

Camino que pronto se adentra en la foresta del monte El Bayu.

Rebosante de humedad y que discurre por zonas muy sombrías, que apenas dejan pasar la luz, donde aún se adivinan restos de su antiguo empedrado.

Así caemos a la cuenca del Pra, que cruzamos por el buen puente de hormigón del Bayu (247 m).

Río Pra, cuyo nacimiento se origina en términos de Bimenes.

Y ya tenemos Grátila a tiro de piedra.

Los colores otoñales empiezan a abrirse paso.
Son muchos los detalles que nos van ralentizando.

Entramos entonces en Grátila o Gradátila (287 m).

Localidad donde observamos buenos ejemplos de arquitectura tradicional, como esta casa con muros de cebatu.

Y un buen grupo de hórreos.
Como éste, bajo el cual descansa un carro del país, de los que ya se ven pocos.

Sin duda un pueblín del territorio de la Puente Arriba con mucho encanto.

Donde se entremezclan simpáticos detalles con otros tradicionales.

Hay que destacar que, en esta guapa y cuidada localidad se celebra, el segundo fin de semana de septiembre, el Mercáu Tradicional, impulsado por iniciativa de la Asociación La Puente Arriba, cuando los vecinos se unieron para recuperar y poner en valor las costumbres y oficios de principios del siglo XX.

Incorporados ya al itinerario estándar del PR AS-198, dejamos atrás Grátila, tomando por la carretera que va hacia Piloñeta, a donde llegaremos en muy poca distancia. Pero antes la abandonamos momentáneamente para descender escasos metros y visitar la fuente y lavadero Moneyo.

Siguiendo por la carreteruca, a un lado dejamos las antiguas y arregladas escuelas de Cauvilla.

Y al otro, buenas vistas tenemos hacia Peñamayor y sus estribaciones, como son los montes de Bobia -que pateamos hace unos días- y el Bayu, por donde acabamos de pasar.

Y, en nada, ya estamos en Piloñeta (295 m).
Otra preciosa localidad de la Puente Arriba.

Pasamos junto a la interesante casona de El Patiu.

Vamos con calma, pues son muchas las distracciones e interesantes detalles en los que hay que fijarse.

La calle Tras, con sus cuidadas casas tradicionales.

Y este hórreo, que llama mucho la atención.

Por su cuidado estado y ornamentación floral, que le da un toque muy colorido.
Un rincón bien guapo.

Buen número de hórreos y paneras podemos admirar aquí en Piloñeta.

Y el bar Peñamayor, donde se puede disfrutar de una opípara pitanza.
Una pena que esté cerrado por vacaciones, pues es la hora del vermut y no venía mal un inciso para tomarnos una cervecita.

Pocos metros más adelante, llegamos a otro guapo rincón, La Secá, donde, justo en este punto, nos desviamos por la derecha.

Para inmediatamente llegar a la Ermita de San Antonio, situada en un pequeño altozano que domina el pueblo.

De ceñirnos al itinerario del PR, y ya visitada Piloñeta, sólo restaría descender la poca distancia que nos separa del Molín de Pra, sin embargo, nosotros vamos a alargar el paseo para visitar el enclave de La Ferrería, en las inmediaciones del antiguo balneario de Fuensanta, donde hoy se encuentra la afamada embotelladora de agua.
Tomamos entonces el camín que, con tendencia oriental, discurre entre los pastos y tierras de labranza de la Llosa la Ibesa, rumbo a Ovín.

Hacía el Sureste, divisamos una de las cumbres señeras de la zona, que ya está pidiendo nueva visita, La Múa.

Y es cuando llegamos a una bifurcación (337 m), en las inmediaciones de Ovín, donde continuamos por el ramal derecho que nos lleva a pasar junto a las casas más bajas de Ovín d'Arriba, con algún matiz a la vera del camino de los que presta encontrar.

Y así vamos descendiendo hacia el Fondón, entre prados de siega y plantaciones de maíz, con los montes de Casielles y La Múa dominando al frente.

Pero el camino ya se ve en desuso cuando nos adentramos en el bosque.
Camino comunal de gran importancia en el pasado, como demuestran los vestigios de empedrado que aún podemos encontrar.

Y con algún tramo ya devorado por la vegetación que, pese a lo que pueda parecer, todavía se deja transitar.

Entre la arboleda ya divisamos la recia figura de la torre de La Ferrería; enclave al que llegaremos en escasos metros.

Es entonces cuando, separado el enclave del camino por una portilla (245 m), se alza imponente ante nosotros el Palacio o Casa-Fuerte de La Ferrería, fundada en el S. XIV por la todopoderosa Casa de los Álvarez de las Asturias.
El territorio naveto fue durante siglos tierra de cotos señoriales, siendo el Señorío de Nava de pertenencia a esta familia, que aquí tenía su solar.
Y es que la historia de Nava va íntimamente ligada a este importante linaje de gran poder medieval en el Principado; linaje de ascendencia real, cuyos orígenes se remontan al rey Fruela II allá por el S.X, llegando Rodrigo Alvarez de las Asturias, en el S.XIV, a ser tutor del que sería Enrique II de Trastámara, rey de Castilla, lo que da una idea del poder de esta estirpe.
El origen primigenio de la casa-fuerte es la torre bajomedieval, construída en el S.XIV y que sobresale por encima del conjunto arquitectónico.
El resto de dependencias se irían construyendo, entorno a la torre, entre los siglos XVI-XVII.
En la fachada principal, que vemos, se abre la puerta de acceso con arco de medio punto, formado con grandes dovelas de sillar, sobre ella el piso noble, con cuatro ventanas adinteladas y un gran balcón volado con balaustrada de hierro forjado, bajo el escudo de armas de la familia. A la izquierda, se adosa la capilla.
Todo el conjunto, que no guarda una simetría, se construye en mampostería, salvo las esquinas y el encuadre de vanos, en los que se emplea sillar de cantería.

En la capilla, destaca el arco de medio punto moldurado sobre impostas con entablamento rematado con dos pináculos.
La torre medieval se diferencia claramente del resto del edificio por su austero estilo militar, donde los vanos se limitan a troneras y saeteras defensivas; construcción de cuatro pisos comunicados por escalera de caracol.
Llama la atención el imponente escudo con las armas de los Álvarez de las Asturias, armas que figuran como elemento más importante dentro del escudo del concejo de Nava.

La fachada meridional se divide en dos partes: una sobria y compacta con tres ventanas adinteladas, y la otra diáfana, donde se diferencian bien los tres pisos: el inferior con tres arcadas de medio punto, el segundo, con dos vanos adintelados y, el tercero, abierto a una galería con balaustrada de madera bajo la cubierta, que apoya en pilares también de madera.
Bajo esta fachada se encuentran los jardines del conjunto palaciego ya en completo abandono.

No está de más que nos fijemos en los muchos detalles de la cantería, así como en la trabajada cubierta.

El 11 de junio de 1982 fue declarado Monumento Histórico Artístico y en 1993 bien de interés cultural.
Aunque se encuentra en relativo buen estado, si no se toman medidas rápidas, igual acaba en precaria situación como el vecino Palacio de La Cogolla, ambos vinculados históricamente al ser erigidos por la misma familia.
Comentar que, el topónimo de Ferrería, se debe a que en cierto momento histórico, aquí hubo una fragua donde se forjaban armas blancas.
Son muchas las historias que guardan estos muros, a veces hechos importantes, como en 1450, cuando Suero de Nava resistió aquí el asedio del Conde Luna.
Para algunos historiadores, no ofrece dudas que Jimena Díaz, la mujer del Cid y rica-hembra de la Casa de Nava al ser hija de Diego Rodríguez de las Asturias, residió algunas temporadas en este lugar; entendemos que no en este edificio, bastante posterior a aquellos hechos.

Recorremos entonces el entorno del palacio, lugar que no puede ser más guapo, abrazado por un meandro del Pra.
Desde esta posición podemos apreciar el abandono de los jardines.

Y la panera ya sólo ruina.

Incluso hubo piscina.
Este edificio estuvo alquilado a una empresa que realizaba campamentos de verano para niños.

Pero es en la parte oriental del palacio que el Pra nos ofrece un rincón idílico.

Donde el cauce del río ofrece unas defensas naturales sobre las cuales se alzan los viejos muros de la casa-fuerte.

Sin duda un rincón precioso, y bien elegido como defensa natural.

No debemos dejar de admirar el puente medieval de mampostería que salva el Pra, de arco ligeramente apuntado.

Parece ser que la construcción y mantenimiento del puente estaba vinculada al palacio, por lo que sería interesante saber si esto suponía algún tipo de pontazgo para el usuario.

Y no podemos olvidar el molino, también vinculado al palacio y de origen muy antiguo.
Es junto a él que continuamos por el camino del Fondón que traemos desde Ovín, pasando por el puente hacia la otra vertiente del valle.

Camino con restos de empedrado que se puede desdibujar un poco después de pasar el puente, pero que seguimos en ascenso con tendencia a la derecha y nos lleva a cruzar la riega l'Artu, que baja seca, por lo menos en esta época.

Salimos así a amplio camino junto a una primera y solitaria vivienda del Bocarral (280 m).

Camino que cómodamente recorremos en rumbo occidental.

Desde el cual tenemos vistas a la hermosa vega del Pra, en la cual se adivinan las caballerizas del palacio.

Para enseguida llegar a una segunda vivienda con hórreo del Bocarral.

Y ya por pista...

...salimos a la que baja de Les Praeres, que en pocos metros nos deja en el Molín de Pra, que a esta hora ya se ve más concurrido.
Finalizamos así un prestoso paseo de lo más interesante, por lo menos para nosotros.

Os dejamos el perfil de elevación.

¡¡Un saludo!!


6 comentarios:

  1. Muy guapa e instructiva ruta la de hoy. La variante, me ha gustado mucho. Un saludo para los dos

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    1. Gracias Sebastián!! Es un paseo muy chulo y, la variante que hicimos por el monte el bayu, la verdad que mucho más guapa que el itinerario normal que va por carretera. Del enclave de La Ferrería, qué decir, merece la pena conocerlo.
      Un saludo!!

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    2. La Ferreria, la conozco. Me parece que he estado tres veces, pero siempre desde la fabrica de agua de Fuensanta, ala vuelta del Varallongo y las Foces del Pendón

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  2. Muy bonita la ruta. La hicimos tal como la habeis descrito y nos gustó mucho. Genial vuestra sugerencia de la variante por Barayu.
    Tuvimos un miniproblema a la hora de bajar al palacio ya que a fecha de hoy el camino está semicortado debido a unas obras para meter una tubería.
    Gracias por dar a conocer estas rutas por caleyinas semiolvidadas.
    Enhorabuena por vuestro blog y aquí teneis un nuevo seguidor.
    Saludos

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    1. Perdón..quería decir la variante del Bayu..

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    2. Hola Fernando, en verdad se trata de un paseín muy vistoso y apañao; sin dificultades reseñables; si acaso, la orientación en algún punto. Una ruta adecuada para cuando te apetece algo sencillo o, simplemente, no dispones de mucho tiempo. A nosotros nos gustó mucho.
      Y sólo darte las gracias, porque comentarios como el tuyo son los que nos animan con el blog.
      Un saludo!!

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