martes, 29 de octubre de 2019

La Vega Pociellu (Caso). Otoño en Redes.

Vega Pociellu desde La Armadiella (Caso).
Circuito por La Ablanosa, Hayedo de Fabucao y Cerréu.
- Parque Natural de Redes -


(Cuitu Negru)

En los confines meridionales del concejo de Caso, en la comarca del Alto Nalón y en pleno Parque Natural de Redes, se esconde la planicie de extensos pastos de Vega Pociellu.
Hermosísima vega de origen glaciar, cuya cuenca abrazan las sierras de Príes y del Mongayu, las cuales forman un circo montañoso que rodea a esta pintoresca majada de altura perteneciente a Bezanes, mayá a la que vamos a llegar después de recorrer la impresionante mancha de hayedo del Monte Fabucao, foresta que tapiza y se descuelga por las faldas de la mencionada Sierra de Pries, en busca del fondo del valle que recorre el arroyo de La Ablanosa, o Pociellu, deudor del Nalón.
También conoceremos la recóndita mayá de Cerréu, de gran valor etnográfico que, situada en un altozano vigilado por las alturas del Cantu l'Osu y el Xerru Fuentes, seguramente constituya uno de los mejores miradores de Redes.
Y es que caminar por esta excelsa orografía casina es un deleite para los sentidos; hay que disfrutarlo con calma, más en plena estación otoñal, como es el caso, donde la intensa explosión de color imbuye de un cromatismo espectacular a unos aguerridos parajes que, ya de por sí, invitan al sosiego y contemplación, y en los cuales se respira una serenidad que, sin duda, te sitúa fuera del mundo.

Cartografía IGN 1:25000 Hoja 79-2

Cota mínima: 844 m.
Cota máxima: 1400 m.
Desnivel máximo: 556 m.
Desnivel acumulado: 850 m.
Distancia: 16 km.
Tiempo: 6:20 h (Con las paradas).
Inicio/Fin: La Armadiella.


A la altura del km 56, en la AS-117 que sube al puerto y aldea de Tarna, y a unos 2 km antes de llegar a dicha aldea, en el lugar que se conoce como La Armadiella, sale una pista de la misma carretera, que marca el comienzo de nuestra ruta (930 m). Se trata de un enclave de escaso espacio para aparcar, en el que se pueden dejar dos coches a lo sumo. En nuestro caso lo aparcamos en el apartadero previo, que es un poco más amplio. Caminamos entonces esos pocos metros por la AS-117 para tomar la pista en cuestión, cuya señal de prohibido el acceso a vehículos no autorizados, puede ser una referencia para dar con el punto de inicio del paseo con más certeza.

Camino que desciende en rumbo occidental y en busca del fondo del valle por el que discurre el Nalón. En nada, nuestra pista se bifurca, debiendo continuar de frente por el ramal derecho, que vemos señalizado hacia la Vega Pociellu. Por el otro, podríamos dirigirnos al valle donde se precipita el Tabayón del Mongayu, de tan recomendable visita.

Rebasamos así las cuadras de La Armadiella; unas en ruinas y otras en uso.

A lo lejos, enmarcado por el Monte Saperu y los Pandos de La Ramaona, buenas vistas tenemos al Cantu l'Osu.

Amplio camino que discurre por entorno frondoso sobre zonas de pasto, y por el que vamos perdiendo altura que, a la vuelta, habrá que recuperar.

Nos fijamos entonces en algún detalle ajeno al entorno y que vivió tiempos mejores.

Ya nos vamos aproximando a la cuenca del Nalón, cuando vemos al frente los escarpes del Escobiu las Torres, que el río hiende en su curso.

Y, por nuestra izquierda, asoman las oscuras cuarcitas del fiero Cuetu Negru, bastión que vigila la entrada al valle de La Ablanosa y al adyacente del Mongayu.

Total que cruzamos el Nalón por el buen puente Corral, cuando alcanzamos la cota más baja de hoy (844 m).
Curso fluvial que a esta altura, tan próximo de su nacimiento en la Fuente La Nalona, aún baja con relativo poco caudal.

Gira entonces la pista al Sur, para tomar seguidamente tendencia suroccidental, afrontando de esta forma los primeros recuestos por el valle del arroyo de La Ablanosa o Pociellu que, poco más abajo, tributa sus aguas al Nalón.

Entorno ya muy colorido en el que domina el roble, por el que serpentea esta pista que, en constante ascenso, nos va a llevar hasta la mayá La Ablanosa.

A la sombra de una frondosidad cargada de matices otoñales, entre los que se muestra el Cuetu Negru, cuya vista va a ser una constante cada vez más poderosa.

Así llegamos a una bifurcación, donde debemos seguir el ramal derecho; vamos a ver un jito.

Nuevamente el Cuetu Negru, que desafiante emerge del pardo hayedo.
Zona ésta desde la que, si nos fijamos, a la izquierda del pico, podemos ver muy sutilmente la cola de caballo del Tabayón del Mongayu.

Por debajo nuestro, escuchamos el murmullo del arroyo de La Ablanosa en su descenso por el fondo del valle, aunque lo tupido de la foresta nos impide atisbarlo.

Pasamos entonces junto a la cabaña de Yanalapiedra.

Para salir a zona más abierta, dando cara al rudo Cuetu Negru que, provocador, muestra su cara más arisca.

Si miramos hacia la cuenca del Nalón, se empieza a dejar ver un Maciédome, que despunta por detrás del Mosquito.

Pero es hacia el frente, que vemos como se estira el valle de La Ablanosa, desde el circo de Vega Pociellu decayendo en busca del Nalón, confinado entre los crestones del Cuetu Negru y los de La Rasa, por su margen derecho, junto con las faldas de la Sierra de Pries, por el izquierdo, que es por el que discurre nuestro itinerario (derecho en el sentido de la marcha).

El caso es que cómodamente ya alcanzamos las primeras y cercadas praderías de la mayá La Ablanosa.

Entre las cuales vamos caleyando.

Con vistas al soberbio Xerru Fuentes.

Pero el que se lleva la palma es el Cantu l'Osu, vértice que articula las sierras de Pries y Pintacanales, formando un circo que abraza la hermosísima vega de Brañagallones. Esa para otro día.
Por debajo, se descuelga el impresionante hayedo del Monte Fabucao, en el que seguidamente nos vamos a internar.

Y no estamos solos, algún amigo nos recibe afable y curioso.

Alcanzamos de esta forma el núcleo de la mayá La Ablanosa (1085 m).
Un lugar bien chulo y buen mirador hacia Oriente, donde divisamos las cumbres de Peña Ten y Pileñes, que asoman por detrás de la cordal de La Bolera, sobre el valle de Tarna.

Con su bebezón y sus arregladas y cuidadas cabañas, para disfrute de sus dueños.

Alguna como ésta, muy coqueta.

Un enclave bien guapo que invita al descanso y la quietud, sin duda.

Continuamos entonces manteniendo nuestro rumbo hacia Occidente, prestando atención a algún que otro detalle y alcanzando de esta manera las últimas cabañas, junto a las cuales, si nos fijamos, asciende un senderín marcado con un jito, que remonta duramente por la panda de La Quemada hacia la remota mayá de Cerréu; por ahí vamos a volver en unas horas.

Últimas cabañas de La Ablanosa, colgadas en la vaguada de Carrascosu, antesala de Fabucao.

Destaca una sobremanera, al estar techada de tablones a modo de llábanes, antaño muy comunes en el concejo.
También y junto a ellas, el Roblón de Salvador, hendido por un rayo. Y, como curiosidad, hace unos años aquí se podía ver un antiguo casco militar, remachado al cercado y hoy desaparecido, posiblemente de tiempos de la contienda civil. Hay que recordar que esta zona fue duramente castigada.

A nuestra derecha vamos dejando el altivo Xerru Fuentes, bajo cuya base vamos a pasar más tarde.

Poca distancia llevamos cuando toca una nueva bifurcación.
En este caso debemos tomar el ramal izquierdo, aunque veamos al compañero en el derecho.

Y desde donde tenemos muy guapas vistas al Cantu l'Osu, en la Sierra de Pries.
Buen y contundente rutón nos metimos hace un tiempo para ascenderlo. Un itinerario muy espectacular que también hicimos por estas fechas; podéis verlo AQUÍ.

Bordeamos entonces la vaguada, sobrepasando una riega para introducirnos en zona más umbría.

Para al momento abandonar la pista al llegar a Carrascosu, en favor de un sendero (1109 m), que vemos rústicamente señalizado y sale por la derecha,

Ya estamos en el Monte Fabucao, o Faucáu.
A partir de ahora toca disfrutar de esta maravilla de hayedo.

Primero cruzamos por una sombría riega cuando nos engulle un espectacular entorno.

Siempre vamos a seguir tímido sendero que, en su mayor parte, se aprecia bastante bien, pero prestando la debida atención a la orientación, no sea que tomemos alguna vereda incorrecta.

Así llegamos a un claro en el hayedo dando vista al Cantu l'Osu, en el paraje que creemos se conoce como Llana les Mueles, y recordamos cuando recorrimos esas traviesas herbosas superiores de la sierra; muy espectacular.

Total que continuamos adentrándonos en este indómito hayedo.

Recorriendo unos rincones de ensueño que son una experiencia para los sentidos.

Con sus tonos ocres y rojizos, que tal parecen salidos de la paleta de un pintor.
Si bien siempre es fascinante caminar por estos bosques de Redes, en otoño no tienen parangón; muy recomendable.

Cruzamos entonces una pequeña portilla de madera que cierra el camino.
Siempre manteniendo el rumbo, siguiendo el sendero el curso del valle aguas arriba.

Entre la frondosa arboleda, entrevemos los murallones del Cuetu Negru y los contrafuertes de La Rasa, que cierran el margen derecho del valle.
Y los tonos rojizos aumentan su intensidad, tomando un cariz irreal según vamos poco a poco ascendiendo, casi sin enterarnos.

Cruzamos entonces una riega que la senda salva levemente armada.

Cuando remontamos ligeramente bajo el Cuetu los Llacios.

Para acceder a un paraje realmente destacable por el que seguimos ganando altura.

Entre esbeltas hayas, nos lo tomamos con calma, disfrutando de la exuberancia natural que nos rodea.

Pues son muchos los rincones que invitan al sosiego, en los que apetece detenerse un buen rato.

Sin duda un lugar que te evade del mundo.

Pero nos da que estamos ya próximos al final del hayedo del Monte Fabucao, cuando cruzamos por un tramo llano, donde los rayos solares luchan por atravesar el hayedo dejándonos una luminosidad preciosa.

Y, efectivamente, cede repentinamente el bosque para dar paso a una zona de altas escobas que atravesamos, la cual se corresponde con el frente de la morrena glaciar del circo de Vega Pociellu. Siguiente maravilla de la jornada.

Cambiamos así de la exuberante foresta al espacio abierto de verdes pastos de Vega Pociellu.
Extensa planicie fruto de la colmatación de la lengua glaciar que por aquí descendía, confinada en el circo que conforma la Sierra del Mongayu con la de Pries, cerrando la cabecera el Pico Páramo.

Nuevamente, nos encontramos en otra delicia de paraje; un lugar que rebosa tranquilidad a raudales.
Al fondo, domina la salida de la vega, la visión del todopoderoso Tiatordos, en la Cordal de Ponga.

Mientras recorremos estos pastos, vemos la señal que indica hacia el colláu Arenas por esa vaguada que se abre en el hayedo de Fabucao, y por donde es posible dirigirse a la vecina vega de Brañagallones, pasando por las mayás de Busumberón y Valdebezón. No es nuestro destino, pero por esa vallina vamos a iniciar el regreso.

Nos dirigimos entonces al pequeño grupo de cabañas que se mantienen en pie cerca del extremo suroccidental de la vega, justo antes del Vallín de los Rubios, donde nace el arroyo de Pociellu o Ablanosa.
Veremos restos de más construcciones diseminadas por el entorno de esta majada de altura perteneciente a Bezanes.

Alguna, como ésta, mantenida y claramente en uso.

Pero destacan las de techumbre de tablones, tan genuinas de la zona.
Domina el margen oriental del valle, el pico La Bardera, en la Sierra del Mongayu, la cual forma parte de la Cordillera. Al otro lado se encuentra ya el término municipal leonés de Puebla de Lillo.
Sierra que se recorre muy bien y por donde hicimos una ruta hace un tiempo (ver ruta)

Después de un buen rato empapándonos de la soledad de Vega Pociellu, iniciamos el regreso, nuevamente al Monte Fabucao.

Aunque ahora vamos a recorrer el hayedo por su parte alta, cerca de los cantiles calizos de la Sierra de Pries.
Para ello nos vamos hacia la vaguada, siguiendo inicialmente la señalización hacia el colláu Arenas, como habíamos comentado.
Hay que buscar un senderín que, en la parte baja de la vallina, se adentra en el monte por la derecha (flecha).

Tras vadear un reguero que desciende de lo alto, damos con la desdibujada vereda que se introduce en la frondosidad del hayedo, a lo cual ayuda otra señal de madera, pues si no, podría ser difícil de encontrar si no conocemos su ubicación. No es que sea muy evidente al primer golpe de vista.

Pero nada más adentrarnos en la espesura, ya se aprecia la senda marcada, comenzando entonces a ganar altura en rumbo nororiental, en busca de la parte alta del hayedo. Sin complicación.

No habremos ganado 100 m de altitud, cuando cruzamos una riega y salimos a un claro, cruzando a continuación por zona más alomada, en la cual encontramos jitos, alguno de singular forma.

El caso es que llegamos a otro claro del bosque, donde abandonamos el itinerario hacia el Colláu Arenas, el cual se aparta del nuestro e invierte el rumbo.
Nosotros de frente, siguiendo la senda que traemos, manteniendo el rumbo nororiental de hasta ahora; vamos a ver jitos.
Estamos en la senda que se conoce como Sen de Los Gües.

Y así, plácidamente, continuamos disfrutando de esta frondosidad otoñal, solventando algún obstáculo que no implica complicación, y nos sirve, además, de improvisado apoyo contemplativo.

Siempre en cómodo caminar, de forma tendida o ganando altura sutilmente.

Ya el ramaje nos permite atisbar un imperioso Maciédome en toda su plenitud.

Pero el que llama la atención es el Cuetu Negru, con su inquietante aspecto que hace honor a su nombre.

Mientras tanto, el hayedo se descuelga inagotable por la pendiente ladera donde, en caso que estuviera nevada, no estaría de más prestar cierta atención.

Y así, con toda la parsimonia del mundo, no perdemos detalle de lo que nos rodea; no hay prisa.

Serpenteando el sendero entre los bloques que se desgajan de la sierra.

Para afrontar un tramo muy bonito donde la senda se aprecia labrada.

Y con unos colores otoñales de rabiosa intensidad.
Sin duda hemos elegido bien el día, pues esta tonalidad poco va durar.

Nos arrimamos entonces a los cantiles calizos de la Sierra de Pries, cuando vamos alcanzando la cota más alta de hoy (1400 m).

Y el sol, ya en su cénit, se cuela como puede en este mundo de esbeltísimas hayas.

Ofreciéndonos estampas excepcionales.

Desiste el bosque en su espesura por un momento, dándonos oportunidad de admirar impresionantes panorámicas hacia el valle de Tarna y la Cordal de Ponga, incluso entre ésta y Peña Ten y Pileñes, alcanza la vista a Picos de Europa.

Corta el sendero entonces por un claro herboso al pie de los murallones calcáreos.
¿Podrá tratarse de los Verdes de Fabucao?

Desde donde ya vemos la mayá La Ablanosa a los pies de la panda de La Quemada -por donde vamos a bajar- que se descuelga del altozano donde se encuentra Cerréu, que atisbamos por la izquierda.

Un poco de zoom al alomado promontorio de la mayá Cerréu, con un apabullante Tiatordos de telón de fondo. Una cumbre imprescindible que ascendimos por última vez hará un par de años (ver ruta).

Pero el hayedo de Fabucao es enorme, pero no eterno, y ya nos aproximamos a su fin.

Se deja ver entonces el soberbio Xerru Fuentes, por delante del Cuetón.

Cuando pasamos, acto seguido, justo por la vertical del Cantu l'Osu.

Giramos entonces al Noreste dando la espalda al Cantu l'Osu y, bajo la base del Xerru Fuentes, cruzamos por entre los últimos coletazos del hayedo.

Para en nada alcanzar el collado previo a Cerréu (1365 m).

Un sitio guapo de narices con su buena fuente-abrevadero, y que es además, encrucijada de caminos.

De hecho, podríamos habernos planteado la vuelta por el adyacente valle Campón, que cierra la Sierra de Fuentes por el otro margen, pero no tenemos mirada esa bajada, así que lo dejamos para otra ocasión, pues es seguro que vamos a volver, pero subiendo por él.

Remontamos entonces por el alomado altozano.

Y, en nada, nos plantamos en la mayá Cerreu (1390 m).
Un sitio guapo a rabiar, con unas cuantas cabañas, algunas techadas con tablón, aunque la mayor parte, sólo ruina.
A nuestro parecer, quizás se trate de uno de los mejores miradores de Redes, pero nos llama la atención la ubicación de esta majada, tan expuesta a los elementos.

Las vistas, como decimos, espectaculares.
Al Norte y por detrás de la Sierra de Fuentes, vemos la piramidal figura del Pico La Senda, a su derecha, La Carasca y, al fondo en sombra, el Campigüeños, en la Cordal de Ponga.

Por el Este, continúa la Cordal de Ponga con su máxima altitud: el Tiatordos, seguido del Maciédome, hasta su inicio en el Abedular, sobre el Puerto de Tarna, a la derecha.
Entre el Maciédome y el Abedular, asoman Pileñes y Peña Ten, incluso los Picos de Europa.
(Pinchar para ampliar)

Un poco de zoom hacia Picos de Europa por el sector del Friero.
También a Pileñes y Peña Ten.

Pero, el Maciédome, segunda altitud de la Cordal de Ponga, es el que sin duda nos deja unas estampas espectaculares.
Unas cuantas veces ascendido, podéis ver la última ruta AQUÍ; también en un itinerario otoñal de lo más impresionante.

Y las cabañas de tablón, tan genuinas de Caso como ya hemos dicho, le dan gran valor etnográfico al conjunto.
Una pena que ya se encuentren en estado ruinoso.

Largo tiempo pasamos en este lugar de Cerréu.
Comer el bocata en semejante "restaurante" con estas vistas, no hay dinero que lo pague.

Nos vamos de vuelta a La Ablanosa.
Así que desandamos nuestros pasos hacia el collado, hasta las inmediaciones de la fuente-abrevadero donde, justo antes de llegar a ella, vamos a buscar, entre las escobas y la arboleda, un senderín por nuestra izquierda no muy evidente.

Pero antes nos vamos despidiendo del Cantu l'Osu y de Fabucao, donde podemos apreciar la traza del Sen de los Gües que nos ha traído hasta aquí.

Total que, en rumbo sur, iniciamos el descenso por una vereda que tenemos suerte de encontrar limpia de hace poco; si no, podría dar algún problema y ser algo incómoda, pues discurre entre helechos y escobas.
Así y todo, a la altura del árbol seco se nos desdibuja un poco; la encontraremos por su derecha al momento.

Y todo para abajo por esta panda de La Quemada.

En fuerte pendiente y por zona herbosa más franca, vamos perdiendo altura rápidamente, con la mayá de La Ablanosa a la vista, la cual alcanzamos a la altura de las últimas cabañas occidentales de la majada.

Y nada, cruzamos La Ablanosa, donde nos vuelve a recibir nuestro simpático amigo.

Nos despedimos también del Cuetu Negru.

Para volver a recorrer el valle de La Ablanosa por la pista de la mañana, pero aguas abajo.

Y una vez más, cruzamos el Nalón por el puente Corral.

Solo nos queda enfrentar el repechín de La Armadiella.

Para salir ya a la AS-117 donde tenemos el coche.
Finalizamos así esta ruta otoñal tan espectacular por su belleza, que sin duda repetiremos una vez más.

Os dejamos el perfil de elevación.

¡¡Un saludo!!